sábado, 31 de agosto de 2019

TRABAJAR LOS TALENTOS


"El reino de los cielos es como un hombre que, a punto de viajar a otro país, llamó a sus criados y los dejó al cargo de sus negocios. A uno le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada cual conforme a su capacidad. Luego emprendió el viaje. El criado que recibió las cinco mil monedas negoció con el dinero y ganó otras cinco mil. Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil, fue y escondió el dinero de su señor en un hoyo que cavó en la tierra.
Al cabo de mucho tiempo regresó el señor de aquellos criados y se puso a hacer cuentas con ellos. Llegó primero el que había recibido las cinco mil monedas, y entregando a su señor otras cinco mil le dijo: ‘Señor, tú me entregaste cinco mil, y aquí tienes otras cinco mil que he ganado.’ El señor le dijo: ‘Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.’ Después llegó el criado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: ‘Señor, tú me entregaste dos mil, y aquí tienes otras dos mil que he ganado.’ El señor le dijo: ‘Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.’
“Por último llegó el criado que había recibido mil monedas y dijo a su amo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso tuve miedo; así que fui y escondí tu dinero en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.’ El amo le contestó: ‘Tú eres un criado malo y holgazán. Puesto que sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí, debías haber llevado mi dinero al banco, y yo, a mi regreso, lo habría recibido junto con los intereses.’ Y dijo a los que allí estaban: ‘Quitadle a este las mil monedas y dádselas al que tiene diez mil. Porque al que tiene, se le dará más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará. Y a este criado inútil arrojadlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes.’"


Lo importante no son los talentos que recibimos, sino cómo los trabajamos. Podemos pensar que seguir a Jesús consiste en atesorar unos conocimientos sobre nuestra religión, conocer y aceptar los dogmas, realizar unos ritos. Es decir guardar nuestra Fe para nosotros mismos. Jesús lo que quiere es que hagamos producir esta Fe. Y esto sólo se hace imitándole a Él: curando, perdonando, luchando por la justicia, amando a los demás, sobre todo a los más débiles. Esto es hacer producir nuestros talentos. Esto es trabajarlos.
"La parábola de los talentos ofrece una enseñanza sencilla y exigente. Dios da a cada persona múltiples dones, los cuales no pueden estar ociosos sino en constante crecimiento. Podemos añadir dos cosas más. Dios reparte los talentos de acuerdo a las capacidades y necesidades de cada uno. Desafortunadamente, muchos cristianos viven más preocupados y con envidia de los talentos de los otros, que en conocer y desarrollar los propios. Todos los talentos, aún el más pequeño es como la semilla de mostaza, con posibilidades de crecer y cubrir nuestras necesidades. Dios nos pide seguir sus instrucciones, pero trabajar con autonomía. No somos títeres de Dios. La Palabra de Dios es una luz en el camino para tomar las mejores decisiones, pero cada uno es quien determina qué hacer y cómo hacerlo. Hacer la voluntad de Dios no significa esperar a que Dios nos dicte lo que debemos hacer, es descubrir creativamente lo que El quiere que hagamos de acuerdo a cada tiempo y lugar. ¿Cuál de nuestros talentos permanece enterrado y cuáles sin mucho crecimiento?" (Koinonía) 


viernes, 30 de agosto de 2019

CON LA LÁMPARA ENCENDIDA


"El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no tomaron aceite de repuesto; en cambio, las previsoras llevaron frascos de aceite además de las lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron. Cerca de medianoche se oyó gritar: ‘¡Ya viene el novio! ¡Salid a recibirle!’ Entonces todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dadnos un poco de vuestro aceite, porque nuestras lámparas van a apagarse.’ Pero las muchachas previsoras contestaron: ‘No, porque entonces no alcanzará para nosotras ni para vosotras. Más vale que vayáis a donde lo venden y compréis para vosotras mismas.’ Pero mientras las cinco muchachas iban a comprar el aceite, llegó el novio; y las que habían sido previsoras entraron con él a la fiesta de la boda, y se cerró la puerta. Llegaron después las otras muchachas, diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’ Pero él les contestó: ‘Os aseguro que no sé quiénes sois.’
Permaneced despiertos – añadió Jesús –, porque no sabéis el día ni la hora."


Jesús nos invita a estar preparados, despiertos, alerta. Debemos vivir entregados en todo momento. El aceite del Amor debe alimentar nuestras lámparas. Nuestra vida debe transmitir siempre el Evangelio.
"De la parábola podemos extraer varias enseñanzas: 1) Ser necio consiste en escuchar la palabra de Dios sin llevarla a la práctica. 2) El sensato escucha el mensaje y lo traduce a la vida cotidiana. 3) La fidelidad y la vigilancia son actitudes necesarias para no quedarnos sin aceite ni por fuera de la casa. 4) En la vida hay que estar siempre preparados, pues muchas cosas suceden repentina e inesperadamente. 5) No se puede improvisar en el último momento, tampoco prestar o transferir el aceite a otros. 6) El aceite es el evangelio que se conserva para ir iluminando el camino que nos conduce a Jesús. 7) A todos nos toca poner algo de nuestra parte. El que no tiene aceite (evangelio) no está en condiciones de aportar. Finalmente, no confiarnos en que el grito desesperado de “Señor, Señor” abrirá las puertas, Mateo recuerda que “no todo el que me diga ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que "haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos”."(Koinonía) 

jueves, 29 de agosto de 2019

TODOS SOMOS RESPONSABLES


"Es que Herodes, por causa de Herodías, había mandado apresar a Juan y le había hecho encadenar en la cárcel. Herodías era esposa de Felipe, hermano de Herodes, pero Herodes se había casado con ella. Y Juan le había dicho a Herodes: “No puedes tener por tuya a la mujer de tu hermano.” 
Herodías odiaba a Juan y quería matarlo; pero no podía, porque Herodes le temía y le protegía sabiendo que era un hombre justo y santo; y aun cuando al oirle se quedaba perplejo, le escuchaba de buena gana. Pero Herodías vio llegar su oportunidad cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus jefes y comandantes y a las personas importantes de Galilea. La hija de Herodías entró en el lugar del banquete y bailó, y tanto gustó el baile a Herodes y a los que estaban cenando con él, que el rey dijo a la muchacha:
– Pídeme lo que quieras y yo te lo daré.
Y le juró una y otra vez que le daría cualquier cosa que pidiera, aunque fuese la mitad del país que él gobernaba. Ella salió y preguntó a su madre:
– ¿Qué puedo pedir?
Le contestó:
– Pide la cabeza de Juan el Bautista.
La muchacha entró de prisa donde estaba el rey y le dijo:
– Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.
El rey se disgustó mucho, pero como había hecho un juramento en presencia de sus invitados, no quiso negarle lo que pedía. Así que envió en seguida a un soldado con la orden de traerle la cabeza de Juan. Fue el soldado a la cárcel, le cortó la cabeza a Juan y la puso en una bandeja. Se la dio a la muchacha y ella se la entregó a su madre.
Cuando los seguidores de Juan lo supieron, tomaron el cuerpo y lo pusieron en una tumba." 

El comentario de Koinonía al evangelio de hoy, me lleva a pensar nuestra responsabilidad en las muertes injustas de nuestra sociedad. Cada día nos anuncian desaparecidos en el mediterráneo y la Europa "cristiana" mira hacia otro lado. O las personas que mueren de hambre en el mundo. O las muertes por violencia de género. (todavía hay "cristianos" que para ellos lo importante es el nombre que hay que dar a esas muertes y no las víctimas).
"La envidia y la violencia son el hilo conductor de toda la narración. La denuncia profética y ética de Juan el Bautista sobre el adulterio de Herodes y Herodías, pone su vida en peligro. Herodías busca la forma de eliminarlo. El banquete es la ocasión ideal. Todos los estamentos de poder están presentes: Herodes, sus dignatarios o gobernadores, sus comandantes militares y la aristocracia judía. Todos terminan sometidos a la voluntad de Herodías, haciéndolos cómplices de la muerte de Juan. No es solo ella la victimaria, es el poder político, militar y religioso que ve en Juan una amenaza pública a sus intereses. El otro personaje es la hija de Herodías, quien es presentada sin nombre y sin personalidad propia. También está sometida a la voluntad de su madre. Como la hija, muchos cristianos de hoy, seguimos sometiendo nuestra voluntad, con miedo e indiferencia, a las políticas de poder, que aumenta las desigualdades, promueven la violencia, causan la muerte de millones de hermanos y son indiferentes ante la muerte acelerada del medio ambiente." (Koinonía) 

miércoles, 28 de agosto de 2019

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN


"¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que sois como sepulcros blanqueados, hermosos por fuera pero llenos por dentro de huesos de muerto y toda clase de impurezas. Así sois vosotros: por fuera, ante la gente, parecéis buenos, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y maldad.
¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que construís los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos funerarios de los hombres justos, y luego decís: ‘Si hubiéramos vivido en los tiempos de nuestros antepasados, no los habríamos ayudado a matar a los profetas.’ Con esto, vosotros mismos os reconocéis descendientesx de aquellos que mataron a los profetas. ¡Acabad de hacer, pues, lo que vuestros antepasados comenzaron!" 


En nuestro tiempo también damos mucha importancia a las apariencias. Creemos que la imagen que damos somos nosotros. E igualmente juzgamos a los demás por lo exterior, sin intentar conocer lo que hay realmente en su corazón. 
Si queremos ser verdaderos seguidores de Jesús, nuestros actos se deben corresponder con lo que hay en nuestro corazón. Un corazón en que debe reinar la bondad y el amor.
 "Al igual que en las anteriores denuncias, Jesús llama la atención por la incoherencia entre la apariencia y la realidad. Entrar en contacto con una tumba producía impureza, por esto, en Pascua se tenía la costumbre de blanquearlas para embellecerlas y señalarlas externamente. A pesar de la belleza externa, por dentro los sepulcros seguían llenos de huesos impuros. La gravedad de la acusación no es solo que los fariseos, que presumen de pureza, sean una fuente de impureza, sino que logren con sus artimañas, que la gente no se dé cuenta. A lo largo de la historia de Israel, Dios suscitó profetas que fueron rechazados y asesinados. Los descendientes, desconociendo parte de la culpa, les construyen hermosas tumbas. Jesús les recuerda que la mejor manera de rendir culto a la memoria de los profetas no es la belleza externa, sino hacer lo que ellos profetizaron, de otra manera, seguiremos asesinando espiritualmente a los profetas. La incoherencia de vida cristiana es un pecado mortal que sigue mancillando la misión y la credibilidad de la Iglesia." (Koinonía) 


martes, 27 de agosto de 2019

JUSTICIA, MISERICORDIA Y FIDELIDAD


"¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separáis para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacéis caso de las enseñanzas más importantes de la ley, como son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que se debe hacer, sin dejar de hacer lo otro. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello! 
¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpiáis por fuera el vaso y el plato, pero por dentro estáis llenos de lo que habéis obtenido con el robo y la avaricia. Fariseo ciego, ¡limpia primero el vasou por dentro, y así quedará limpio también por fuera!"

Para Jesús lo importante son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Los que sólo se fijan en las leyes, normas y preceptos, son ciegos. Un ciego no puede ser guía. Son hipócritas porque, no viendo nada, se erigen en sabelotodo, en guías y son culpables de que muchos se extravíen.
"La primera denuncia señala la incoherencia que se repite en muchos cristianos: rezamos, hacemos limosnas, pagamos el diezmo, predicamos, pero en nuestra vida cotidiana descuidamos la justicia, la misericordia y la fidelidad. Cuando Jesús dice, “¡Eso es lo que hay que observar, sin descuidar lo otro!”, deja claro que no tiene nada contra el diezmo sino contra la manera como muchos dirigentes religiosos lo convierten en un dogma de fe y lo utilizan indebidamente, lo que convierte el diezmo en un robo. Jesús retoma la profecía para reiterar que la justicia y la misericordia, que defienden la vida del pobre, están por encima del culto y del diezmo. Las copas y los platos, aunque limpios y brillantes por fuera, están sucios por dentro, porque contienen los frutos de la corrupción y de lo robado a los pobres. La invitación a “limpiar por dentro la copa” es la oportunidad siempre abierta a la conversión. Revisemos nuestra coherencia de vida y pensemos si hoy podríamos ser llamados “bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”." (Koinonía) 


lunes, 26 de agosto de 2019

¡AY DE NOSOTROS!


"¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cerráis a todos la puerta del reino de los cielos. Ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que quisieran hacerlo. 
¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que recorréis tierra y mar para ganar un adepto, y cuando lo habéis ganado hacéis de él una persona dos veces más merecedora del infierno que vosotros mismos.

¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: ‘El que hace una promesa jurando por el templo no se compromete a nada; el que queda comprometido es el que jura por el oro del templo.’ ¡Estúpidos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo por el que el oro queda consagrado? También decís: ‘El que hace una promesa jurando por el altar no se compromete a nada; el que queda comprometido es el que jura por la ofrenda que está sobre el altar.’ ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar por el que la ofrenda queda consagrada? El que jura por el altar, no solo jura por el altar sino también por todo lo que hay encima de él; y el que jura por el templo, no solo jura por el templo sino también por Dios, que vive allí. Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Dios mismo, que se sienta en él.
"
El 'ay de vosotros' del evangelio de hoy, debemos transformarlo en 'ay de nosotros'. Porque los que nos creemos miembros de la Iglesia, seguidores de Jesús, muchas veces somos los que impedimos a los demás que lo sigan. Atamos a la gente con normas, obligaciones, leyes...y olvidamos que lo importante es el Amor. De nada sirve cumplir una ley si ignoramos a nuestros hermanos. De nada sirven nuestras ceremonias, si dejamos abandonados a su suerte a tantos hombres. 
"Durante estos días estaremos reflexionando sobre las denuncias de Jesús contra escribas y fariseos. La acusación es introducida siempre con “¡ay de vosotros!”, no como expresión de lamento sino como sentencia que prepara un juicio contra las autoridades religiosas y políticas de Israel. El motivo de la denuncia es imponer al pueblo el cumplimiento minucioso de la ley como único camino de salvación, olvidando que su sentido original era guiar a la comunidad para vivir en justicia y santidad. No es la ley la que salva, sino el compromiso en favor de la dignidad humana. Dos actitudes son las claves de tan deplorable comportamiento: la hipocresía y la ceguera para guiar a los demás. Las autoridades religiosas convirtieron la bondad de la ley en una estrategia de dominación, de corrupción y de enriquecimiento, imponiendo múltiples impuestos, sacrificios y ofrendas. La apariencia de santidad de escribas y fariseos es desenmascarada por Jesús y presentada como la “contraimagen” de lo que Jesús quiere de su Iglesia y de sus seguidores: cero hipocresía, corrupción e idolatría del dinero." (Koinonía) 


domingo, 25 de agosto de 2019

LA PUERTA ANGOSTA


"En su camino a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. Alguien le preguntó:
– Señor, ¿son pocos los que se salvan?
É l contestó:
– Procurad entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos querrán entrar y no podrán. Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, vosotros, los que estáis fuera, llamaréis y diréis: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él os contestará: ‘No sé de dónde sois.’ Entonces comenzaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras calles.’ Pero él os contestará: ‘Ya os digo que no sé de dónde sois. ¡Apartaos de mí, malhechores!’ Allí lloraréis y os rechinarán los dientes al ver que Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas están en el reino de Dios, y que vosotros sois echados fuera. Porque vendrá gente del norte, del sur, del este y del oeste, y se sentará a la mesa en el reino de Dios. Y mirad, algunos de los que ahora son los últimos serán los primeros; y algunos que ahora son los primeros serán los últimos."

Parece que Jesús se echa atrás en su predicación de la misericordia del Padre. Él, lo que nos quiere indicar es que seguirlo, intentar ser como Él no es fácil. Jesús dijo en otra ocasión que Él era la puerta. Hoy nos dice que esta puerta es estrecha. Y lo es, porque debemos pasar por ella despojados de todo. Seguirlo es abandonarlo todo para entregarse totalmente.
"Jesús rompe el esquema y lleva el tema al plano personal y cualitativo no sólo es necesario pertenecer a una determinada "comunidad" ligada a una serie de practicas religiosas que nos dan la garantía de la salvación. Lo importante es atravesar la puerta estrecha es decir el empeño serio y personal por la búsqueda del reino de Dios, esta es la única garantía que nos da la certeza que se está en el camino que nos conduce a la luz de la salvación. Jesús ha repetido muchas veces este concepto: "no todos los que me dicen Señor, Señor entraran en el Reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre que esta en los cielos".
Comer y beber el cuerpo y la sangre de Señor, escuchar su Palabra, multiplicar las oraciones... es importante pero no es suficiente para alcanzar la salvación, porque como afirma Dios por boca del profeta Isaías: "no puedo soportar falsedad y solemnidad" (1,13). Al rito se debe unir la vida, la religión debe impregnar toda la vida la oración debe orientarse a la practica de la caridad, la liturgia debe abrirse a la justicia y al bien de otra manera como han dicho los profetas el culto es hipócrita y es incapaz de llevarnos a la salvación, y escucharemos las palabras de Jesús "aléjense de mí, operarios de iniquidad". El acento está en las obras, expresión de una vida coherente con la fe que profesamos.
La imagen que Jesús usa inicialmente es aquella de la "puerta estrecha", que representa muy bien el empeño que es necesario para alcanzar la meta de la salvación, el verbo griego usado por Lucas agonizesthe es traducido por "esforzarse". Indica una lucha, una especie de "agonía"; incluye fatiga y sufrimiento, que envuelve a toda la persona en el camino de fidelidad a Dios.
La vida cristiana es una vida de lucha diaria por elevarse a un nivel espiritual superior; es erróneo cruzarse de brazos y relajarse después de haber hecho un compromiso personal con Cristo. No podemos quedarnos estancados en nuestra fidelidad al reino de Dios.
Creer es una actitud seria y radical y no se reduce aciertos actos de devoción. Éstos pueden ser signos de una adhesión radical; finalmente al Reino de Dios son admitidos todos los justos de la tierra que han luchado, amado y se han esforzado por su fe con sinceridad de corazón; esto significa que el cristianismo se abre a todas las razas, a todas las culturas, a todas las expresiones sociales y personales sin ninguna restricción." (Koinonía)

sábado, 24 de agosto de 2019

HEMOS ENCONTRADO AL SEÑOR


"Felipe fue a buscar a Natanael y le dijo:
– Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en los libros de la ley, y de quien también escribieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.
Preguntó Natanael:
– ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? 
Felipe le contestó:
– Ven y compruébalo.
Cuando Jesús vio acercarse a Natanael, dijo:
– Aquí viene un verdadero israelita, en quien no hay engaño.
Natanael le preguntó:
– ¿De qué me conoces?
Jesús le respondió:
– Te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera. 
Natanael le dijo:
– Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel! 
Jesús le contestó:
– ¿Me crees solamente por haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Pues cosas más grandes que estas verás!
Y añadió:
– Os aseguro que veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre." 


Felipe ha encontrado al Señor. inmediatamente se lo comunica a Natanael. Este es un poco escéptico, hasta que descubre que Jesús conoce lo que hay en su corazón. No somos nosotros los que encontramos al Señor. Es Él el que nos encuentra a nosotros y nos revela lo que tenemos en nuestro interior.
"El entusiasmo que suscita en Felipe la persona de Jesús contrasta con el escepticismo de Natanael. Felipe encuentra una solución genial para vencer su desconfianza, lo invita a entrar en contacto personal con Jesús. Natanael acepta la invitación y decide ver, dialogar y seguir a Jesús, contrario a la actitud de las autoridades religiosas, que se negaron siempre a escuchar las palabras del Señor. Al verlo, Jesús lo presenta como un modelo de israelita, fiel a la tradición profética y firme en la espera del cumplimiento de las promesas mesiánicas. Natanel representa el Antiguo Testamento que se abre a la novedad del Nuevo Testamento. Ya puede salir de la higuera de sus miedos y escepticismo para aventurarse con optimismo en el camino de Jesús, donde podrá experimentar cosas más grandes, como el amor y la bondad de Dios. Son muchos los cristianos que creen, rezan y hablan de Dios, pero todavía son pocos los que se deciden por ver y acercarse a Jesús. ¿Qué le respondes a la invitación que te hace Felipe hoy?" (Koinonía) 


viernes, 23 de agosto de 2019

SER CRISTIANO ES AMAR


"Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de aquellos, maestro de la ley, para tenderle una trampa le preguntó:
– Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? 
Jesús le dijo:
– ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a este: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos pende toda la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas." 

Jesús nos señala hoy el núcleo del cristianismo. A Dios lo encontramos a través del amor a los demás. Hasta entonces el camino hacia Dios era a través de lo sagrado, de los ritos. Jesús abre el camino de encontrar a Dios en el otro. En el amor al otro.
"En una sociedad donde todo funcionaba en torno a la ley, tiene sentido la pregunta sobre el mandamiento más importante. A Jesús le preguntan por un mandamiento principal, pero él responde con dos: el primero y principal es tan importante como el segundo. El amor a Dios y el amor al prójimo van siempre de la mano. El amor a Dios pasa necesariamente por el amor al prójimo. Pero la enseñanza de Jesús no termina aquí. Propone un nuevo mandamiento, que constituye una de las más importantes novedades en el mensaje de Jesús, “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. El modelo del amor es Jesús de Nazaret y este se concreta cuando se reproduce entre los hermanos. Lo que importa no es el mandamiento más importante sino la importancia del amor en la vida cristiana. Hoy se habla mucho de amor y de amar, pero la pregunta es ¿a quién? ¿Al dinero, al sexo, a la violencia, a la posverdad? “Si yo no tengo amor, yo nada soy Señor” (Koinonía) 



jueves, 22 de agosto de 2019

INVITADOS A LA BODA


"Jesús se puso a hablarles otra vez por medio de parábolas. Les dijo:
- El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo. Envió a sus criados a llamar a los invitados, pero estos no quisieron acudir. Volvió a enviar más criados, encargándoles: ‘Decid a los invitados que ya tengo preparado el banquete. He hecho matar mis novillos y reses cebadas, y todo está preparado: que vengan a la boda.’ Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a sus tierras, otro a sus negocios y otros echaron mano a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos. Entonces el rey, lleno de ira, ordenó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su pueblo. Luego dijo a sus criados: ‘Todo está preparado para la boda, pero aquellos invitados no merecían venir. Id, pues, por las calles principales, e invitad a la boda a cuantos encontréis.’ Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y así la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró a ver a los convidados, se fijó en uno que no iba vestido para la boda. Le dijo: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí, si no vienes vestido para la boda?’ Pero el otro se quedó callado. Entonces el rey dijo a los que atendían las mesas: ‘Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes.’ Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos." 

Dios nos llama y nosotros nos excusamos. Los que nos creemos importantes estamos muy lejos del Reino. Creemos seguir a Jesús y nos seguimos a nosotros mismos. Son los pobres, los despreciados, los abandonados, los que entran a la Boda. Son los que se visten con el traje del Amor los aceptados al Reino. 
"La parábola resume la actitud hostil y violenta de las autoridades religiosas de Israel frente al mensaje de Jesús. No solo fueron sordos e indiferentes, sino que maltrataron y asesinaron al enviado de Dios. El reino se presenta como un banquete de bodas, donde el rey representa a Dios, el esposo a Jesús, los criados a los profetas, los primeros invitados a Israel y los segundos invitados al nuevo pueblo de Dios. El salón se llenó con los pobres de la tierra. El traje apropiado para la fiesta indica que los invitados, aunque pobres, deben cumplir con las condiciones que exige pertenecer al proyecto de Jesús. Por esto, aunque en el camino fueron invitados “buenos y malos”, en la fiesta nadie puede seguir en su condición de “malo”, pues será expulsado de la misma. Por parte de Dios todos estamos invitados al banquete del reino, somos nosotros, con nuestra manera de vivir, los que decidimos estar o no estar en la fiesta de Jesús. ¿Qué traje llevas puesto en la fiesta cristiana de cada día?" (Koinonía) 

miércoles, 21 de agosto de 2019

PRIMEROS O ÚLTIMOS


"El reino de los cielos se puede comparar al dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viña. Acordó con ellos pagarles el salario de un día y los mandó a trabajar a su viña. Volvió a salir sobre las nueve de la mañana y vio a otros que estaban en la plaza, desocupados. Les dijo: ‘Id también vosotros a trabajar a mi viña. Os daré lo que sea justo.’ Y ellos fueron. El dueño salió de nuevo hacia el mediodía, y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. Alrededor de las cinco de la tarde volvió a la plaza y encontró a otros desocupados. Les preguntó: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día, sin trabajar?’ Le contestaron: ‘Porque nadie nos ha contratado.’ Entonces les dijo: ‘Id también vosotros a trabajar a mi viña.’
Cuando llegó la noche, el dueño dijo al encargado del trabajo: ‘Llama a los trabajadores, y págales empezando por los últimos y terminando por los primeros.’ Se presentaron, pues, los que habían entrado a trabajar alrededor de las cinco de la tarde, y cada uno recibió el salario completo de un día. Cuando les tocó el turno a los que habían entrado primero, pensaron que recibirían más; pero cada uno de ellos recibió también el salario de un día. Al cobrarlo, comenzaron a murmurar contra el dueño. Decían: ‘A estos, que llegaron al final y trabajaron solamente una hora, les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado el trabajo y el calor de todo el día.’ Pero el dueño contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no acordaste conmigo recibir el salario de un día? Pues toma tu paga y vete. Si a mí me parece bien dar a este que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O quizá te da envidia el que yo sea bondadoso?’
De modo que los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos." 


A nosotros nos gustan las calificaciones y luchamos por ser los primeros. Nos creemos merecedores de privilegios. Y olvidamos, que es Él quien nos llama, y no tenemos ningún mérito si hace mucho que le seguimos. Es más, quizá por eso, porque hace mucho tiempo, nuestra vida está llena de tibieza. De lo que se trata es de seguirlo siempre como si acabáramos de recibir su llamada.
"La imagen de la viña, que en los profetas simbolizaba a Israel, ahora representa al nuevo pueblo de Dios. En la nueva viña lo que determina la calidad del cristiano no es la antigüedad o el mayor rendimiento, sino la aceptación a un llamado gratuito de Dios y a un servicio comprometido con el prójimo. Al final del día, no se trata de desistir a recibir lo justo de acuerdo con las necesidades, sino a querer recibir más por privilegios o prerrogativas personales. Cuando se hacen las cosas solo para alimentar intereses particulares y egoístas, somos los últimos en experimentar el amor de Dios y los primeros en fomentar división e injusticia. El colofón de la parábola “los últimos serán primeros y los primeros últimos” significa que la igualdad y la equidad son para Jesús, un criterio fundamental en la construcción del nuevo pueblo de Dios. Al final de cada día deberíamos preguntarnos por la calidad de la viña familiar y comunitaria que estamos construyendo y por la generosidad en todo lo que hacemos." (Koinonía) 


martes, 20 de agosto de 2019

EL CAMELLO Y EL OJO DE LA AGUJA


Jesús dijo entonces a sus discípulos:
– Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oirlo, sus discípulos se asombraron más aún, y decían:
– Entonces, ¿quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contestó:
– Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios.
Pedro entonces añadió:
– Nosotros, que hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido, ¿qué vamos a recibir?
Jesús les repondió:
– Os aseguro que cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna. Muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros."


Jesús es taxativo con el dinero. Es la primera dificultad para seguirle. Y nosotros seguimos sin aceptarlo. La Iglesia sigue buscando dinero. Los religiosos hemos olvidado el camino que nos señalaron nuestros fundadores. Es cierto que no todos los cristianos son así. Que hay muchos que entregan su vida en medio de una gran sencillez. Pero, por desgracia, siempre destaca más lo malo que lo bueno. Si que remos seguirlo, no nos queda más remedio que abrazar la pobreza.
"“Entrar en el reino” significa seguir a Jesús en la comunidad cristiana. Con la imagen del camello y la aguja, Jesús indica que la riqueza es incompatible con el discipulado. Los discípulos se sorprenden porque todavía no han comprendido el mensaje de la multiplicación de los panes. El dinero o los bienes materiales no son malos en sí mismo, es la ambición y el uso egoísta de los mismos. Los panes y los peces son bienes materiales que se multiplican milagrosamente cuando se comparten y se reparten. La ambición y la riqueza son como virus que enferman y eliminan los valores de la solidaridad, la justicia y la equidad. Abandonar esta idolatría del dinero es muy difícil, pero en el corazón de Dios siempre hay una puerta abierta para la conversión. En su respuesta a Pedro, Jesús deja claro que renunciar a la riqueza no significa optar por la miseria, al contrario, Dios multiplica las cosas básicas y sencillas, que nos proporcionan calidad de vida y nos hacen realmente felices. Así comienza la vida eterna." (Koinonía) 


lunes, 19 de agosto de 2019

DEJARLO TODO


"Un joven fue a ver a Jesús y le preguntó:
– Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para tener vida eterna? 
Jesús le contestó:
– ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Bueno solamente hay uno. Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos. 
– ¿Cuáles? – preguntó el joven.
Jesús le dijo:
– ‘No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.’ 
– Todo eso ya lo he cumplido – dijo el joven –. ¿Qué más me falta?
Jesús le contestó:
– Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme.
Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque era muy rico." 


Perdonad el retraso. Desde ayer por la tarde que he estado en el hospital de Belvitge con un joven rumano que trabaja n San Martí de Sesgayoles. Los médicos han dicho que si llega un día más tarde habría tenido una septicemia gravísima. Esta tarde empiezo el Retiro anual. Una buena manera de empezarlo. Pensando en los demás.
El evangelio de hoy lo dice claramente. Si queremos seguir a Jesús hemos de dejarlo todo. Pero no por el hecho de dejarlo todo, sino de estar más libres para servir a los demás.
"La medida de las buenas obras está en su relación con la bondad y la voluntad de Dios. Jesús menciona solo los mandamientos que tienen que ver con el prójimo, los cuales se convierten en obras buenas cuando están marcados por el amor. Hasta aquí llegamos casi todos los cristianos. Cumplimos más o menos los mandamientos. Pero Jesús nos propone dos pasos más para alcanzar la madurez cristiana. El primero, elegir entre el dios dinero o el Dios de Jesús. El papa Francisco dice con razón que “el diablo entra por el bolsillo”. La opción por el Dios de los pobres nos habilita para un segundo paso, el más importante, ser discípulos de Jesús. El joven rico se va entristecido porque, aunque ha escuchado el mensaje de Jesús y cree profundamente en Dios, prefiere poner su confianza en el dinero. Debemos reconocer que, en el mundo de hoy, la idolatría del dinero es una tentación que le hace real competencia a la oferta de Jesús, un discipulado al servicio de los pobres. ¿idólatras o discípulos?" (Koinonía) 


domingo, 18 de agosto de 2019

FOC A LA TERRA


He venido a encender fuego en el mundo, ¡y cómo querría que ya estuviera ardiendo! Tengo que pasar por una terrible prueba, ¡y cómo he de sufrir hasta que haya terminado! ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? Pues os digo que no, sino división. Porque, de ahora en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo contra su padre; la madre contra su hija y la hija contra su madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.


Jesús no nos invita a la violencia. Su mensaje es más profundo. Nos está diciendo, que seguirle no es fácil. Que tendremos que luchar. Que seremos incomprendidos, perseguidos... Pero Jesús quiere que el mundo arda con el fuego del amor, del compromiso total. Esto puede causar división, porque no todos estamos dispuestos a esa entrega, a vivir ardiendo en ese Amor.
"Parece que Jesús cambia aquí radicalmente su mensaje. La Buena Nueva nos parece tan hermosa, tan atenta a los débiles y pequeños, tan llena de amor y solicitud hasta por los pecadores y enemigos, que su mensaje no puede ser otro que el de una gran paz y armonía entre todos los hombres. Eso es lo que proclamaban ya los ángeles en el momento del Nacimiento (Lc 2, 24) y lo que vuelve a proclamar el Resucitado apenas se deja ver por los discípulos atemorizados (Lc 24,20-21). Aquí, sin embargo, Jesús parece decir todo lo contrario. Su mensaje no viene a producir paz y concordia entre todos, sino que lleva a la división incluso entre los miembros más allegados de la familia, padres e hijos, nueras y suegras. Pero no se trata de cualquier mensaje, de cualquier propuesta, sino de la presencia

misma del Reino de Dios en sus palabras y sus gestos, en sus milagros y sus actuaciones. No cabe oír esa Buena Nueva del Reino y permanecer neutral o indiferente; no cabe entusiasmarse con Jesús y seguir en lo mismo de siempre. Por eso hay que optar con pasión, hay que tomar decisiones y actuaciones que implican cambios muy radicales en la vida. Por eso nos van a afectar a todos profundamente, más allá incluso de los vínculos familiares, por muy respetables que estos sean. El que no pone por delante a Jesús, incluso sobre su propia familia, no puede ser su discípulo (Lc 14, 26)."