"La fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael celebra la santidad como manifestación de Dios a la humanidad. Hoy lo que representa la santidad parece estar atravesado por prejuicios y actitudes de sospecha que impiden ver la profundidad de la experiencia. En este sentido, la Escritura y el quehacer teológico de los primeros siglos han dejado claro que Dios es santo (Is 6,3); que Jesús, «El Mesías-Hijo» fue proclamado por seguidores y adversos como el Santo de Dios (Lc 4,34); y que con su pasión, muerte y resurrección acontece el Espíritu Santo sobre toda la historia y toda persona (Jn 20,22.33). Con lo cual, la santidad se erige como un estilo de vida propuesto a todo ser humano: la santidad es una vida impulsada por el Espíritu capaz de construir relaciones trascendentes que nos afirmen como sujetos verdaderamente humanos frente a toda apatía y violencia históricas. Porque “no hay santidad creíble sino es plenamente humana” y humanizadora. ¿Le creemos a Jesús «El Mesías, Hijo de lo Humano»?" (Koinonía)
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