sábado, 26 de julio de 2025

TRIGO Y CIZAÑA

  


Jesús les contó esta otra parábola: El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos estaban durmiendo, llegó un enemigo que sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. Cuando creció el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Entonces los labradores fueron a decirle al dueño: ‘Señor, si la semilla que sembraste en el campo era buena, ¿cómo es que ha salido mala hierba?’ El dueño les dijo: ‘Un enemigo ha hecho esto.’ Los labradores le preguntaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba?’ Pero él les dijo: ‘No, porque al arrancar la mala hierba podéis arrancar también el trigo. Es mejor dejarlos crecer juntos, hasta la siega; entonces mandaré a los segadores a recoger primero la mala hierba y atarla en manojos, para quemarla, y que luego guarden el trigo en mi granero.’ 

En el mundo hay trigo y cizaña. Buenos y malos. Nosotros nos creemos los buenos y los malos son siempre los otros. Pero lo cierto es, que nosotros somos trigo y también cizaña. Somos trigo cuando hacemos cosas buenas, nos entregamos a los demás, amamos...Somos cizaña cuando no somos buenos, somos egoístas, violentos, no pensamos en los demás. Por eso no debemos juzgar a nadie. Al final es Dios quien nos juzgará. Nosotros debemos esforzarnos para ser trigo, y por encima de todo, confiar en su misericordia.

"Nada se nos dice en los evangelios sobre los padres de María, la madre de Jesús. Pero si aparecen en los evangelios apócrifos. Está claro que María no apareció de la nada. Lógicamente tuvo padres. De ellos nos sabemos absolutamente nada pero, dado las virtudes que atribuimos a María, terminamos suponiendo que sus padres eran también buena gente. Incluso, muy buena gente. Por eso les hemos terminado declarando santos. Por pura intuición y suposición. Aunque la verdad es que no siempre los hijos salen a sus padres. A veces son realmente la versión opuesta. De buenos padres salen hijos desastre y de malos padres salen, casi parece un milagro, hijos honestos, decentes y buenas personas. No solo eso, a veces entre los hermanos hay diferencias abismales.
Pero con Joaquín y Ana estamos convencidos de que eran buenas personas. Y hasta los hemos convertido en santos a pesar de que no conocemos a ciencia cierta nada de ellos. Quizá por eso no hacemos más que proyectar en ellos la idea que tenemos actualmente de lo que debería ser una buena familia.
En ese no saber, es mejor pensar con sencillez que María nació en el seno de una familia normal de aquel tiempo. Allí creció y maduró como persona. Algo tuvo que aprender en el seno de aquella familia sobre cómo relacionarse con Dios. No podía ser de otra manera en aquel mundo. Así se iría preparando para asumir las sorpresas que le iba a dar su hijo Jesús a lo largo de su vida. Obviamente, sus padres no le pudieron preparar para todo lo que iba a vivir. Ningún padre puede hacer eso con sus hijos. Tienen que aceptar, para bien o para mal, que los hijos van a crecer y van a ir tomando sus propias decisiones y sus propios caminos, que no siempre coincidirán con los deseos de sus padres. María tuvo que asumir el desafío de criar a su hijo y de aceptar que su camino iba a ser realmente original. Pero, lo más importante, supo estar siempre a su lado, aun sin entender del todo, hasta su misma muerte en cruz. Quizá podamos pensar que había sido bien educada por sus padres para vivir en libertad y criar a su hijo en libertad."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)

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