lunes, 7 de diciembre de 2009

¿QUIEN ES ESTE?


"Sucedió que un día estaba Jesús enseñando y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Hudea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por dónde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él viendo la fe que tenían dijo: 'Hombre, tus pecados están perdonados'. Los letrados y los fariseos se pusieron a pensar: '¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados más que Dios?' Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó. '¿Qué pensáis en vuestro interior?¿Qué es más fácil: decir, tus pecados quedan personados, o decir levántate y anda? Pues para que veáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados...- dijo al paralítico - a ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa'. Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: 'Hoy hemos visto cosas admirables'.


Han pasado veinte siglos y seguimos preguntándonos quién es Jesús. Aquellos hombres que llevaron al paralítico ante Jesús, no sé si lo tenían muy claro, pero creían en Él. Los escribas y fariseos eran doctos en religión, conocían los textos sobre el Mesías y, no sólo no creían en Él, sino que se escandalizaban de sus actos.

Jesús enseñaba, pero el texto nos dice que el Señor lo impulsaba a curar. La gran enseñanza la da con sus actos. En el Evangelio, el paralítico representa a aquel que no puede avanzar, no puede crecer, que está paralizado por lo material. Somos nosotros. Nuestros defectos, nuestras miserias nos tienen atados. Él nos dice: "Tus pecados están perdonados". Que es lo mismo que decirnos: "levántate y anda". Sólo Él, y nosotros caminando a su lado, podemos hacer desaparecer el mal de este mundo.

Los sabios siguen creyendo que todo lo que no está en sus libros es una blasfemia. El paralítico tomó su camilla y se fue...Ellos, siguen sentados...

domingo, 6 de diciembre de 2009

IR AL DESIERTO...


"En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilatos gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo deconversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los olráculos del Profeta Isaías: 'Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios'."


El desierto tiene tres significados en la Biblia: un lugar de encuentro con Dios, un lugar de penitencia y un lugar de prueba, donde habita Satanás.

Juan habita el primer desierto, por eso allí recibe la llamada del Señor. Y Juan será esa Voz que clama en el desierto de la que habló Isaías.

Todos debemos ir al desierto. No de arena, sino de silencio y soledad. Allí, al encontrarnos con lo más profundo de nosotros mismos, es donde encontraremos a Dios. Un Dios que nos invitará a salir de ese lugar para actuar. Para preparar los caminos de su llegada, que no es otra cosa que ayudar a los hombres a ver a Dios en todas las cosas.

Juan predica un bautismo de conversión "para el perdón de los pecados". La palabra griega que traducimos por perdón es "áphesis", que significa "dejar ir", "liberar". Juan predica la liberación del pecado. Y como él habla todavía con el lenguaje del Antiguo Testamento, para él, liberar del pecado es conseguir el bienestar, curar la enfermedad, alcanzar la paz..., ya que el mal físico y económico era consecuencia directa del pecado.

Preparar los caminos al Señor, elevar llanos y abajar montañas no es otra cosa que despojarnos de nuestros egoismos, de todo lo que divide, separa, destruye...para poder ver a Jesús en cada hombre...

Adviento es un buen momento para retirarnos al desierto y escuchar la voz de Dios.

sábado, 5 de diciembre de 2009

MÚSICA DEL SÁBADO: HOY UNA SONRISA

TODOS SOMOS PASTORES...


"En aquel tiempo, Jesús recorría las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, 'como ovejas sin pastor'. Entonces dijo a sus discípulos: 'La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies'. Llamó a sus discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce les envió con estas instrucciones:'No vayáis a tierra de paganos, no entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas de Israel. Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratos habéis recibido: dad gratos'." (Mt. 9, 35-10, 1.6-8)


El texto empieza por indicarnos el día a día de Jesús: enseñar, anunciar la Buena Nueva y curar. Nos muestra a un Jesús que se emociona, se "le remueven las entrañas", es lo que dice el original griego, ante el abandono que sufre la gente. Ante la falta de pastores, de personas que se dediquen a enseñar, a anunciar la Buena Nueva y a curar de todos los males. ¿Qué sentiría en nuestro tiempo?

Jesús autoriza a sus discípulos a hacer lo mismo. Notad que dice a los discípulos, no a los apóstoles. Anunciar la Buena Nueva y curar a la humanidad de sus dolencias es un trabajo de todo cristiano, de todo seguidor de Jesús...

Nuestra sociedad está más desorientada que nunca. Necesita personas, no que se pasen el día condenando, sino personas que anuncien que el Reino está cerca, que otro mundo es posible. Y a la sociedad no se la orienta con propaganda, sino con testimonio. Si queremos que el mundo vea que el Reino está aquí, hemos de curar a los hundidos, resucitar a los que se creen muertos, devolver la dignidad a los marginados...Repartir gratuitamente esa Vida que nosotros hemos recibido gratuitamente...Todos hemos de ser pastores. no sólo los curas y los obispos...

viernes, 4 de diciembre de 2009

OJOS NUEVOS


"En aquel tiempo, al marcharse Jesús le siguieron dos ciegos gritando:' Ten compasión de nosotros, Hijo de David'. Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: '¿Creéis que puedo hacerlo?' Contestaron: 'Sí, Señor'. Entonces les tocó los ojos diciendo:'Que os suceda conforme a vuestra fe'. Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:'¡Cuidado, con que lo sepa alguien!' Pero ellos al salir, hablaron de él por toda la comarca."


En el evangelio la ceguera se asocia, simboliza, la falta de Fe. Pero curiosamente, los dos ciegos, que nos presenta Mateo hoy en este texto, tenían Fe. Creían en Jesús y por eso esperaban que Jesús los curara. Y Jesús no les dice que los cura con su poder, sino que se haga conforme a su Fe. Y entonces vieron.

La consecuencia que podemos sacar es, que la Fe no es suficiente. Que hemos de acercarnos a Jesús. Seguirlo como esos dos ciegos que le persiguen hasta su casa. Porque la Fe no es algo que se tiene, que se recibe...y ya está. La Fe la hemos de alimentar con la oración, con el seguimiento a Jesús. Y será entonces cuando se nos abrirán unos ojos nuevos y veremos...

Veremos a Dios en todas las cosas. Veremos a Jesús en el pobre, en el niño y la mujer maltratadas, en el enfermo, el presidiario y el marginado...Esos son los nuevos ojos que Jesús nos abrirá.

Y a partir de ese momento hablaremos por toda la región de Él. No con palabras, sino con nuestra vida...

jueves, 3 de diciembre de 2009

CONSTRUIR SOBRE ROCA...


"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron sobre la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientols y rompieron contra la casa, y se huin dió totalmente." (Mt,7,21.24-27)


A veces podemos caer en el error de interpretar este texto diciendo que la acción es más importante que la oración. Que esas personas que rezan mucho, no por eso están más cerca de Jesús. Y así tenemos la excusa perfecta para no rezar. Este fragmento más bien nos está señalando que las palabras solas, se las lleva el viento. Que las teorías, los estudios, los documentos, son papel mojado si no forman parte de nuestra vida, de nuestro actuar.

No dice que la oración no vale...Lo que no vale es la mera palabrería a lo que a veces llamamos oración. Una oración que no cambia nuestro modo de actuar, no es oración. Aquel señor que va a misa cada día y en su trabajo es injusto con los demás, estafa, engaña a su mujer y pega a sus hijos...no ha ido a misa. Ha hecho comedia. Está construyendo sobre arena.

Este texto nos dice, que no todo aquel que se cree y se dice cristiano, lo es realmente. Y que más de uno, que hasta se considera antireligioso, si vive con honestidad, si es justo y solidario, si no tiene una doble moral, se llevará la sorpresa de que Él le estará esperando con los brazos abiertos. Porque ese, ha construído sobre roca.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL ANACORETA, LOS CINCO DEDOS Y LA MANO...



Se acercó una mujer al Anacoreta y le dijo:

- Llevo tiempo intentando rezar y no lo logro. Mi cabeza se llena de pensamientos que me distraen y a duras penas logro repetir oraciones ya escritas. ¿Puedes enseñarme a rezar?

Sonrió pícaramente el Anciano y, mirando con simpatía a la mujer, dijo.

- Leí una vez a un sabio benedictino inglés, el P. David Foster, comparar la oración a cinco dedos y una mano.

Ante la mirada de extrañeza de la mujer, la invitó a sentarse y prosiguió.

- Para él, los dos dedos más pequeños representaban la oración de petición. El meñique petición para nosotros. El anular, algo más grande, petición para los demás. El dedo corazón, el del centro, que es el más largo, representa la oración de acción de gracias. Debería ser la más habitual. El dedo índice sirve para señalar, pero no a los demás sino a nosotros mismos. Es la oración de contricción. Reconocemos nuestra propia culpa. El pulgar, que puede separarse de los otros cuatro y que se mueve en todas direcciones, es la oración de adoración y de alabanza. Cuando reces, dedica un ratito a cada dedo, pero sobre todo al corazón y al pulgar.

La mujer asintió y luego preguntó:

- Y la mano, ¿qué significa la mano?

Sonrió el Anacoreta y respondió:

- Es la oración de la ofrenda. La más perfecta. Es poner tu vida en las palmas de tus manos y entregársela a Dios. Es dejar las manos abiertas para recibir el amor de Dios que Él te envía como respuesta.

Miró al horizonte y acabó diciendo:

- Nacemos con las manos cerradas y necesitamos toda una vida para aprender a abrirlas...