viernes, 2 de abril de 2010

VIERNES SANTO


"Hace ya dos mil años...

y seguimos clavando cruces cada día.

Cruces de odio...

cruces de guerra...

cruces de aborto...

cruces violentas...

cruces injustas...

cruces...

Y Tú sigues gritando tu abandono...

Y te dejamos solo, inerte, muerto...

desangrado en tu inocencia.

Más solo, cuanto más te acompañamos

con oro, con vestidos, catedrales...

Tú, desnudo, tan pobre y sin tejado.

Nosotros, diciendo que te amamos...

Como aquel día el cielo se oscurece,

se rasgan velos y se abren tumbas...

tan sólo un centurión,

ateo, irreverente, dirá:

En verdad este es el Hijo de Dios...

jueves, 1 de abril de 2010

HACEDLO TAMBIÉN VOSOTROS...


"Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara)y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y éste le dijo: 'Señor, ¿lavarme tú los pies a mi?' Jesús le replicó: 'Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde'. Pedro le dijo: 'No me lavarás los pies jamás'. Jesús le contestó: 'Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo'. Simón Pedro le dijo: 'Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza'. Jesús le dijo: 'Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. (porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: no todos estáis limpios). Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: '¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis , el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis'."


En el Evangelio de Juan no encontramos la institución de la Eucaristía con el pan y el vino como en los otros evangelios. Muchos autores señalan que el equivalente en Juan es el lavatorio de los pies. De hecho, todo el relato de la Última Cena de Juan, desde el capítulo 13 al 17, es eucarístico. Nos da el verdadero sentido de la Eucaristía. Nos indica, porqué es el punto central del cristianismo. No el rito, sino la vida que hay tras él.
Nosotros hemos gastado toneladas de papel y ríos de tinta; nos hemos quemado las neuronas intentando explicar lo inexplicable: la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Y hemos olvidado lo más importante: las CONSECUENCIAS en nosotros de esta inexplicable presencia. Esto hace, que tras años comulgando, sigamos teniendo las mismas faltas e idénticos defectos. Que tras años de eucaristías nuestra sociedad sigue siendo injusta, anticristiana, insolidaria, violenta, clasista, racista...
Los cristianos nos hemos de reunir en la Eucaristía para hacernos servidores, esclavos los unos de los otros; de todos los hombres (Jesús también lavó los pies a Judas).
Recibir la Eucaristía significa, no sólo unirnos a Jesús, sino a todos los hombres; porque Él es la vid y nosotros los sarmientos, nos dijo aquella noche.
En cada Eucaristía Jesús nos presenta al Padre y nos da el Espíritu.
Tanto en el relato del pan y el vino, como en el lavatorio de los pies, Jesús nos dice lo mismo: "Hacedlo vosotros..." ¿Qué hemos de hacer? ENTREGARNOS totalmente, hasta la muerte, como hizo Él...
La vida nos va dando múltiples momentos para entregarnos a los demás...Si vivimos la Eucaristía...sabremos entregarnos y encontraremos la fuerza que necesitamos para hacerlo. Descubriremos, que no estamos solos...

miércoles, 31 de marzo de 2010

CUIDAR A UNA PERSONA ES COMO CUIDAR A TODO EL MUNDO




"Cuidar a una persona es como cuidar a todo el mundo". Esta frase es de un médico etíope que ejerce la medicina en los Estados Unidos: Abraham Verghese.
Es la entervista de hoy en la contraportada de La Vanguardia. Llevo años cuidando enfermos, muchos de ellos en fase terminal y reconforta encontrarte con personas como este médico. "La medicina es una vocación espiritual y me entristece que se lea como negocio".
Se dedicó a enfermos de Sida. Dice que eso arraigó el lado espiritual de la medicina y aprendió mucho sobre el hombre y el amor.
"Vi a tantos jóvenes morirse..., y, cuando estaban en el final, todos intentaban buscar el significado de la vida y se daban cuenta de que no residía en la apariencia, el triunfo social o el dinero, sino en el éxito de sus relaciones humanas, especialmente con sus padres. Entendí que no hay que aplazar los sueños ni buscar el significado en las cosas, sino en las relaciones humanas." De tal manera que, cuando el enfermo iba a casa a morir, él los seguía visitando...
Abraham se declara cristiano. En esta semana santa, en que el modelo es un Jesús sufriente, creo que la vida de este médico , su ejemplo, vale por cien libros de teología. No, no soy pelagiano. Las obras no son las que nos salvan. Pero las obras son las que muestran si somos cristianos o no. Las obras son las que muestran si entendemos el evangelio y estamos convencidos de que Dios está en el hermano, en el Hombre. Dejadme cambiar la frase de inicio: "Cuidar a una persona es como cuidar a Dios."

martes, 30 de marzo de 2010

ERA DE NOCHE...


El evangelio de hoy siempre me ha llamado la atención. Jesús presiente su muerte y quiere despedirse de sus amigos. Lo hace con una cena, con una celebración. Esta Cena, transformada en el rito de la Misa, será el acto central de los cristianos. Jesús no está celebrando la Pascua. No se encuentra en toda la Última Cena ninguna alusión a un rito pascual. Es más, cuando Judas sale, los otros creen que va a preparar la fiesta...Jesús quiere despedirse y reforzar lo fundamental de su mensaje. Por eso les lava los pies. Por eso comparte el pan y el vino, su Cuerpo y su Sangre, para que sirvan de signo de unión entre todos y les pide que sigan haciendo lo mismo. Por eso les dice que permanezcan unidos.

Pero en el evangelio de hoy nos encontramos con el hombre al desnudo: Judas que ya ha decidido entregarlo. Pedro, el valiente, el que daría su vida por Él, pero que esa misma noche lo negará tres veces...

Sin embargo los dos son diferentes. Judas se va, abandona a Jesús y al grupo. El evangelista nos da la clave de lo que ocurre en Judas: Era de noche.

Pedro se queda con él. Lo negará, pero podrá ver su mirada y, junto al dolor de sintirse infiel, notará la misericordia de esos ojos.

Esa es la lección de hoy. Todos somos pecadores. Todos somos infieles. No hay nadie perfecto. Pero si nos alejamos de Jesús, que es alejarnos del prójimo, del otro, del Hombre...será de noche.

Si permanecemos junto a Jesús, junto al otro, junto al Hermano...veremos la luz de su mirada.

"Tú, me mantienes la lámpara encendida, luz de mis noches..."

lunes, 29 de marzo de 2010

NADÉ EN UNA LÁGRIMA DE DIOS


Nadé en una lágrima de Dios.
Tuve miedo.
Se había rajado mi barca de palabras.
El palo que apuntaba hacia lo alto
- "no existes, porque no te entiendo"-
cayó, carcomido por el sentido del ridículo.
El barco que me protegía
- "Dios lo perdona todo; no hace falta que me esfuerce"-
se hundió; podrido por la impostura.
Y empezó a llover agua salada,
amarga,
mientras se acercaban tiburones
desde oscuridades insondables
y los rayos se transformaban en serpientes al caer al mar,
y crecía el viento del espíritu y la sombra de la cruz,
y las letras se habían liberado de los libros
y flotaban como una marea negra
de imbecilidad y de codícia.
¿Dónde está el mundo? ¿Qué se ha hecho del mundo?
Tuve miedo de tanta tristeza
y dije "prefiero que me deshagan los tiburones,
me estrangulen las serpientes,
me ensordezcan los ruídos de tantas letras muertas,
a decir que tú no existes".
Y no sé que ocurrió.
Seguí nadando,
pero ahora sin rayos ni palabras,
en una lágrima de niño,
en la pureza de una sedienta espera.
(David Jou)

Original en catalán:
Vaig nedar en una llàgrima de Déu
Vaig tenir por.
S'havia esberlat la meva barca de paraules.
El pal que apuntava cap a munt
-"no existeixes, perquè no t'entenc"-
va caure, corcat pel sentit del ridícul.
El buc que em protegia
-"Déu tot ho perdona: no cal que jo m'esforci"-
es va enfonsar, podrit per la impostura.
I va començar aploure aigua salada,
amarga,
mentre taurons se m'atansaven
des de foscúries insondables
i els llamps es tornaven serps en caure al mar,
i creixia el vent de l'esperit i l'ombra de la creu,
i les lletres s'havien alliberat dels llibres
i suraven com una marea negra
d'imbecil.litat i de cobdícia.
On és el món? Què s'ha fet del món?
Vaig tenir por de tanta tristesa
i vaig dir "prefereixo ser desfet per els taurons,
escanyat per les serps,
eixordat pel soroll de tantes lletres mortes,
que dir que no existeixes".
I no sé què va passar.
Vaig seguir nedant,
però ara sense mots ni llamps,
en una llàgrima de nen,
en la puresa d'una espera assedegada.
( David Jou)

domingo, 28 de marzo de 2010

SENTIDO DE LA CRUZ


¿QUÉ HACE DIOS EN UNA CRUZ?


Según el relato evangélico, los que pasaban ante Jesús crucificado sobre la colina del Gólgota se burlaban de él y, riéndose de su impotencia, le decían: «Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz». Jesús no responde a la provocación. Su respuesta es un silencio cargado de misterio. Precisamente porque es Hijo de Dios permanecerá en la cruz hasta su muerte.

Las preguntas son inevitables: ¿Cómo es posible creer en un Dios crucificado por los hombres? ¿Nos damos cuenta de lo que estamos diciendo? ¿Qué hace Dios en una cruz? ¿Cómo puede subsistir una religión fundada en una concepción tan absurda de Dios?

Un "Dios crucificado" constituye una revolución y un escándalo que nos obliga a cuestionar todas las ideas que los humanos nos hacemos de un Dios al que supuestamente conocemos. El Crucificado no tiene el rostro ni los rasgos que las religiones atribuyen al Ser Supremo.

El "Dios crucificado" no es un ser omnipotente y majestuoso, inmutable y feliz, ajeno al sufrimiento de los humanos, sino un Dios impotente y humillado que sufre con nosotros el dolor, la angustia y hasta la misma muerte. Con la Cruz, o termina nuestra fe en Dios, o nos abrimos a una comprensión nueva y sorprendente de un Dios que, encarnado en nuestro sufrimiento, nos ama de manera increíble.

Ante el Crucificado empezamos a intuir que Dios, en su último misterio, es alguien que sufre con nosotros. Nuestra miseria le afecta. Nuestro sufrimiento le salpica. No existe un Dios cuya vida transcurre, por decirlo así, al margen de nuestras penas, lágrimas y desgracias. Él está en todos los Calvarios de nuestro mundo.

Este "Dios crucificado" no permite una fe frívola y egoísta en un Dios omnipotente al servicio de nuestros caprichos y pretensiones. Este Dios nos pone mirando hacia el sufrimiento, el abandono y el desamparo de tantas víctimas de la injusticia y de las desgracias. Con este Dios nos encontramos cuando nos acercamos al sufrimiento de cualquier crucificado.

Los cristianos seguimos dando toda clase de rodeos para no toparnos con el "Dios crucificado". Hemos aprendido, incluso, a levantar nuestra mirada hacia la Cruz del Señor, desviándola de los crucificados que están ante nuestros ojos. Sin embargo, la manera más auténtica de celebrar la Pasión del Señor es reavivar nuestra compasión. Sin esto, se diluye nuestra fe en el "Dios crucificado" y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al Crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes, cerca o lejos de nosotros, viven sufriendo.


José Antonio Pagola