
"Cuando se iba a cumplir el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no le recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
- Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?
Él se volvió y los regañó. Y se marcharon a otra aldea.
Mientras iban de camino le dijo uno:
- Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
- Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
- Sígueme.
Él respondió:
- Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
- Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo:
- Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
- El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios."
El problema que dividía a judíos y samaritanos era teológico. El lugar del culto, puntos de la Ley...En este pasaje parece como si Santiago y Juan quisieran fundar la Inquisición: fuego a los herejes. Lo único que consiguen es una reprimenda de Jesús. Los cristianos, después, no aprendimos la lección: Inquisición, Santo Oficio.... Ahora no mandamos a nadie a la hoguera ni lo torturamos físicamente, pero sí los mandamos callar, los torturamos psicológicamente, les prohibimos enseñar...Jesús nos sigue reprendiendo, pero, al parecer, no lo oímos. Porque no sabemos reconocer la voz de Jesús en la voz de los hombres...
No es casualidad, que junto a este texto se encuentren tres demostraciones de la exigencia de seguir a Jesús. No se trata de vivir en la calle, de no enterrar muertos, ni de olvidarse de la familia (sería ir en contra de un mandamiento). Se trata de que seguir a Jesús significa hacerlo totalmente, con toda nuestra persona y nuestro ser. Es entregarse olvidándose de privilegios, del poder, de las posesiones...Entregarse totalmente a los demás, que eso es entregarse a Jesús. Y ahí no hay tolerancia. Sigue habiendo la misericordia de Dios, que sabe de nuestra debilidad y espera que nos levantemos cada vez que hemos caído.
Este es el mensaje de hoy. Tolerancia con las ideas y creencias de los demás. Exigencia en nuestro seguimiento y entrega a Jesús.