miércoles, 8 de diciembre de 2010
SANTA MARÍA DE NUESTRA LIBERACIÓN
En esta festividad prefiero dejar mi pobre palabra a monseñor Pedro Casaldáliga, con este bello poema-oración:
¡Santa María de nuestra liberación!
María de Nazaret,
esposa prematura de José el carpintero,
aldeana de una colonia siempre sospechosa,
campesina anónima de un valle del Pirineo,
rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida,
indiecita masacrada de El Quiché,
favelada de Río de Janeiro,
negra segregada en el Apartheid,
harijan de la India,
gitanilla del mundo;
obrera sin cualificación, madre soltera,
monjita de clausura;
niña, novia, madre, viuda, mujer.
Cantadora de la Gracia que se ofrece a los pequeños,
porque sólo los pequeños saben acogerla;
profetisa de la Liberación que solamente los pobres conquistan,
porque sólo los pobres pueden ser libres:
queremos crecer como tú,
queremos orar contigo,
queremos cantar tu mismo Magníficat.
Enséñanos a leer la Biblia -leyendo a Dios-
como tu corazón la sabía leer,
más allá de la rutina de las sinagogas
y a pesar de la hipocresía de los fariseos.
Enséñanos a leer la Historia
-leyendo a Dios, leyendo al hombre-
como la intuía tu fe,
bajo el bochorno de Israel oprimido,
frente a los alardes del Imperio Romano.
Enséñanos a leer la Vida
-leyendo a Dios, leyéndonos-
como la iban descubriendo tus ojos,
tus manos, tus dolores, tu esperanza.
Enséñanos aquel Jesús verdadero,
carne de tu vientre, raza de tu pueblo,
Verbo de tu Dios;
más nuestro que tuyo,
más del pueblo que de casa,
más del mundo que de Israel,
más del Reino que de la Iglesia.
Aquel Jesús que, por el Reino del Padre,
se arrancó de tus brazos de madre
y se entregó a la muchedumbre,
solo y compasivo, poderoso y servidor,
amado y traicionado,
fiel ante los sueños del Pueblo,
fiel contra los intereses del Templo,
fiel bajo las lanzas del Pretorio,
fiel hasta la soledad de la muerte
Enséñanos a llevar ese Jesús verdadero
por los callados caminos del día a día,
en la montaña exultante de las celebraciones,
junto a la prima Isabel,
y a la faz de nuestros pueblos abatidos que,
a pesar de todo, Lo esperan.
María nuestra del Magníficat,
queremos cantar contigo,
¡María de nuestra Liberación!
Contigo proclamamos la grandeza del Señor,
que es el único grande,
y en ti nos alegramos contigo,
porque, a pesar de todo,
Él nos salva.
Contigo cantamos, María, exultantes de gratuidad,
porque Él se fija en los insignificantes;
porque su poder se derrama sobre nosotros
en forma de amor;
porque Él es siempre fiel,
igual en nuestras diversidades,
único para nuestra comunión,
de siglo en siglo, de cultura en cultura,
de persona en persona;
porque su brazo interviene históricamente
-por intermedio de nuestros brazos,
inseguros pero libres-
y porque un día intervendrá, definitivamente Él;
porque es Él quien desbarata los proyectos de las transnacionales
y sostiene la fe de los pequeños
que se organizan para sobrevivir humanamente;
porque vacía de lucros los cofres de los capitalistas
y abre espacios comunitarios
para el plantío, la educación y la fiesta
en favor de los desheredados;
porque derriba de su trono a todos los dictadores
y sostiene la marcha de los oprimidos
que rompen estructuras en busca de la Liberación;
porque sabe personar a su sierva, la Iglesia,
siempre infiel creyéndose señora,
siempre amada escogida, sin embargo,
por causa de la Alianza que El hizo un día
con la sangre de Jesús.
María de Nazaret, cantadora del Magníficat,
servidora de Isabel:
¡quédate también con nosotros,
que está por llegar el Reino!;
quédate con nosotros, María,
con la humildad de tu fe, capaz de acoger la Gracia;
quédate con nosotros,
con el Verbo que iba creciendo en ti,
humano y Salvador, judío y Mesías,
Hijo de Dios e hijo tuyo,
nuestro Hermano,Jesús.
martes, 7 de diciembre de 2010
CUANDO UNO VALE POR TODOS...
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará en el monte las noventa y nueve e irá a buscar la descarriada? Y si logra encontrarla, os aseguro que se alegrará por ella más que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Del mismo modo vuestro Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños."
Siempre que leo este texto, recuerdo lo que me sucedió cuando tenía 22 años. Llevaba un año y medio dando clase. Estaba de profesor en el Aspirantado de Cambrils (lo que corresponde al Seminario Menor de los sacerdotes). Nadie tenía carnet de conducir, por lo que cada vez que necesitábamos el coche teníamos que pedir ayuda a alguien para que nos hiciera de chofer. Decidieron que me sacara el permiso. Cada día bajaba al pueblo en mobilette a la autoescuela. Por el camino encontraba un pastor con un buen rebaño de ovejas. Un día me hizo parar y me dijo:
- Se me ha extraviado una oveja. ¿Podría quedarse un momento con el rebaño mientras voy a buscarla? No debe de estar muy lejos.
No me dio tiempo a responder y se fue con el perro en busca de la perdida. ¡Pobre "urbanita" de mi, ante un rebaño que no me conocía...! Ocurrió lo lógico. Al poco rato junto a mi quedaban siete u ocho ovejas. Las demás se habían desperdigado sin perro ni pastor. Imaginaos el enfado del pastor a su regreso.
Yo saqué una conclusión. Eso de abandonar las noventa y nueva para ir a buscar una, es un gran disparate. Posiblemente las perdamos todas...
Pero la lógica de Dios no es nuestra lógica. Lo que para nosotros parece una locura para Él es sabiduría. Porque para Dios uno vale tanto como todos. A cada uno de nosotros nos considera únicos y tenemos todo el valor del mundo. Nosotros clasificamos a las personas. Como pastores nos preguntaríamos si vale la pena arriesgar por una oveja, quizá enferma, raquítica y, en cambio, a lo mejor nos lanzaríamos a la búsqueda de la oveja gorda que pensábamos vender aquel mismo día.
Para Dios, uno vale por todos. Y como todos somos más o menos ovejas descarriadas, Él lo deja todo por cada uno de nosotros y tiene una alegría inmensa, divina, cada vez que nos encuentra...
¿Por qué nosotros nos emperramos en condenar, excomulgar, anatematizar a todo bicho viviente?
lunes, 6 de diciembre de 2010
PERDONAR Y LEVANTAR...
"Un día, mientras Jesús enseñaba, estaban allí sentados algunos fariseos y maestros de la ley, que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. Y el poder del Señor le impulsaba a realizar curaciones. En esto, aparecieron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y querían introducirlo para ponerlo delante de Jesús; pero como no veían la manera de hacerlo a causa del gentío, lo subieron a la terraza, lo bajaron por el techo en la camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo la fe que tenían, Jesús dijo:
- Hombre, tus pecados te son perdonados.
Los maestros de la ley y los fariseos empezaron a pensar:
- ¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?
Pero Jesús, dándose cuenta de lo que pensaban, les dijo:
- ¿Qué es lo que estáis pensando? ¿Qué es más fácil, decir. Tus pecados quedan perdonados; o decir: Levántate y anda? Pues vais a ver que el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder para perdonar los pecados.
Entonces se volvió hacia el paralítico y le dijo:
- Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Él se levantó en el acto delante de todos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, alabvando a Dios. Todos quedaron atónitos y alababan a Dios, llenos de temor, diciendo:
- Hoy hemos visto cosas extraordinarias."
Para reflexionar este evangelio nos podemos poner en la piel de tres personajes distintos. Empezaremos por colocarnos en lugar del paralítico.
Todos estamos paralizados por nuestro egoísmo y todo lo malo que hacemos. Querríamos hacer muchas cosas, pero todo acaba en palabras y teorías. La realidad es que seguimos en el mismo lugar sin movernos. Difícilmente podremos acercarnos solos a Dios. Necesitamos de las personas que nos aman para que nos acerque a Él.
Pongámonos ahora en el lugar de aquellas personas que transportan al paralítico en la camilla. Representan al verdadero apóstol, al que sabe amar y ayuda al pobre paralítico incapaz de dar un paso. Y lo hacen venciendo todas las dificultades. No pueden entrar por la puerta, pues lo hacen por el techo. Son creativos en su apostolado. No se atienen a lo corriente, a lo prescrito. Arriesgan. Jesús hará el milagro gracias a su Fe, no a la del paralítico.
Nos quedan los fariseos y maestros de la Ley. Actuamos así, cuando no nos importa el paralítico, los problemas de los demás. Cuando sólo estamos atentos a la ortoxia de las cosas. Posiblemente, incluso nos ha molestado que bajen a aquel hombre por el techo...
Nosotros somos los tres personajes. Somos paralíticos, cuando nos dejamos atenazar por el mal. Somos los amigos, cuando nos las ingeniamos para llevar a los otros a Jesús, para ayudarlos en sus males. Somos los fariseos y maestros de la ley, cuando hacemos pasar la ley, la ortodoxia, la doctrina, por encima del bien al otro.
Pero el mejor ejemplo nos lo da Jesús y quizá nos pasa por alto: Empieza por perdonar; por quitar la causa que impide a aquel hombre andar. Le perdona su egoísmo, lo libera de él. Volverá cargando él la litera, llevando con alegría sus problemas a la espalda.
Hemos de saber perdonar. Pero, ¿cuando queremos, que se resuelvan nuestros problemas, empezamos por pedir perdón? Alcanzar el perdón de Dios, el perdón de los demás y perdonarnos a nosotros mismos. Ese es el camino que nos permitirá volver a casa llenos de alegría...
domingo, 5 de diciembre de 2010
LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO
- Arrepentíos, porque está llegando el Reino de los Cielos.
A él se refería el profeta Isaías cuando dijo:
- Voz del que grita en el desierto: preparad el camino al Señor, allanad sus senderos.
Llevaba Juan un vestido de pelo de camello y una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Acudían a él de Jerusalén, de todo Judea y de toda la región del Jordán; ellos reconocían sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán.
Viendo que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
- ¡Raza de víboras! ¿Quién os ha enseñado a escapar del juicio inminiente? Dad frutos que prueben vuestra conversión y no creáis que basta con decir: "Somos descendientes de Abrahán." Ya está puesta el hacha en la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto va a ser cortado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis, pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de quitarle las sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Tiene en su mano el bieldo y va a aventar su parva; recogerá su trigo en el granero, y la paja la quemará con un fuego que no se apaga."
Juan Bautista es uno de los personajes del Adviento. Es él, quien viene a preparar los caminos al Señor. Este personaje austero, hace de puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Nos habla desde el desierto y su mensaje es claro: Si queremos recibir a Jesús nos hemos de convertir. Y ese mensaje es para todos los tiempos. A nosotros nos puede ocurrir como a los fariseos y los saduceos; creernos que los títulos, que nuestro carnet de identidad es un salvoconducto.
- Es que yo pertenezco a una familia católica de toda la vida.
- Yo pertenezco a una congregación religiosa llena de santos.
- Yo soy cardenal, presidente de un dicasterio importante...
Si no nos convertimos, nada de eso vale.
Juan Bautista es consciente de que él no es nada al lado de Jesús. Nos dice que su bautismo es distinto. Él bautiza con agua y Jesús bautizará con el Espíritu y fuego. Esta expresión suena algo terrible ya que Juan es profeta del A.T. Sin embargo ese fuego no es fuego de destrucción ni de condena. El Espíritu y su fuego no son si no el Amor. Esta lectura debe completarse con la primera lectura de hoy; este precioso texto de Isaías:
"Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, un vástago brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de inteligencia y sabiduría, espíritu de consejo y valor; espíritu de conocimiento y temor del Señor. No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justícia a los débiles, sentenciará a los sencillos con rectitud."
Seguir a Jesús, es convertirse en servidor de la paz y del amor. Es hacer triunfar la sencillez sobre el orgullo y la violencia. Seguir a Jesús, es luchar por ese mundo mejor, por la llegada del Reino, que nos anuncia Isaías:
"Habitará el lobo junto al cordero, la pantera se tumbará junto al cabrito, el ternero y el leoncillo pastarán juntos; un muchacho pequeño cuidará de ellos. La vaca vivirá con el oso, sus crías se acostarán juntas; el león comerá paja como el buey,el niño de pecho jugará junto al escondrijo de la serpiente, el recién destetado meterá la mano en la hura del áspid. Nadie causará ningún daño en todo mi monte santo, porque el país está lleno de lña ciencia del Señor como las aguas colman el mar..."
Ciertamente este Reino no es de este mundo, pero hemos de luchar para que empiece en él. "El Reino ya está aquí".
Esta figura de Juan Bautista, aparentemente bronca, lo que hace, es despertar nuestras conciencias adormecidas y recordarnos, que a Jesús se le sigue con toda la vida, no con palabras ni "pedigrees". Juan nos dice que Jesús nos llama a todos; que no hay privilegiados. Y si alguien tiene privilegios es el pobre, el humilde, el sencillo.
Si queremos recibir a Jesús en nuestras vidas, hemos de tomar la escoba de la conversión y barrer del camino las piedras del orgullo, de la violencia, del egoismo...
Juan Bautista es uno de los personajes del Adviento. Es él, quien viene a preparar los caminos al Señor. Este personaje austero, hace de puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Nos habla desde el desierto y su mensaje es claro: Si queremos recibir a Jesús nos hemos de convertir. Y ese mensaje es para todos los tiempos. A nosotros nos puede ocurrir como a los fariseos y los saduceos; creernos que los títulos, que nuestro carnet de identidad es un salvoconducto.
- Es que yo pertenezco a una familia católica de toda la vida.
- Yo pertenezco a una congregación religiosa llena de santos.
- Yo soy cardenal, presidente de un dicasterio importante...
Si no nos convertimos, nada de eso vale.
Juan Bautista es consciente de que él no es nada al lado de Jesús. Nos dice que su bautismo es distinto. Él bautiza con agua y Jesús bautizará con el Espíritu y fuego. Esta expresión suena algo terrible ya que Juan es profeta del A.T. Sin embargo ese fuego no es fuego de destrucción ni de condena. El Espíritu y su fuego no son si no el Amor. Esta lectura debe completarse con la primera lectura de hoy; este precioso texto de Isaías:
"Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, un vástago brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de inteligencia y sabiduría, espíritu de consejo y valor; espíritu de conocimiento y temor del Señor. No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justícia a los débiles, sentenciará a los sencillos con rectitud."
Seguir a Jesús, es convertirse en servidor de la paz y del amor. Es hacer triunfar la sencillez sobre el orgullo y la violencia. Seguir a Jesús, es luchar por ese mundo mejor, por la llegada del Reino, que nos anuncia Isaías:
"Habitará el lobo junto al cordero, la pantera se tumbará junto al cabrito, el ternero y el leoncillo pastarán juntos; un muchacho pequeño cuidará de ellos. La vaca vivirá con el oso, sus crías se acostarán juntas; el león comerá paja como el buey,el niño de pecho jugará junto al escondrijo de la serpiente, el recién destetado meterá la mano en la hura del áspid. Nadie causará ningún daño en todo mi monte santo, porque el país está lleno de lña ciencia del Señor como las aguas colman el mar..."
Ciertamente este Reino no es de este mundo, pero hemos de luchar para que empiece en él. "El Reino ya está aquí".
Esta figura de Juan Bautista, aparentemente bronca, lo que hace, es despertar nuestras conciencias adormecidas y recordarnos, que a Jesús se le sigue con toda la vida, no con palabras ni "pedigrees". Juan nos dice que Jesús nos llama a todos; que no hay privilegiados. Y si alguien tiene privilegios es el pobre, el humilde, el sencillo.
Si queremos recibir a Jesús en nuestras vidas, hemos de tomar la escoba de la conversión y barrer del camino las piedras del orgullo, de la violencia, del egoismo...
sábado, 4 de diciembre de 2010
EL ANACORETA Y EL CAMINO DE LOS DISCÍPULOS...
"Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando la buena noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
- La mies es abundante, pero los obreros son pocos. Rogad por tanto al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar espíritus inmundos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Los nombres de los doce apóstoles son: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago el hijo de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el hijo de Alfeo, y Tadeo: Simón el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con las siguyientes instrucciones:
- No vayáis a regiones paganas ni engréis en los pueblos de Samaría. Id más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel."
El Anacoreta y su joven seguidor se habían levantado, como de costumbre, muy pronto. Habían acabado su meditación. Todavía era de noche. Sólo, en el horizonte, aparecía una claridad rojiza anunciando la aurora...Desde donde se encontraban se divisaba toda la ciudad. Poco a poco se iban iluminando algunas ventanas. Otras, quizá lo estuvieron toda la noche. Entonces el Anacoreta dijo:
- Detrás de cada una de esas ventanas se esconde una historia. Algunas alegres, pero también algunas tristes. Un padre que se levanta preocupado porque amenece otro día sin trabajo. Una madre velando su hijo enfermo. Allá un matrimonio que se pelea, mientras unos niños lloran de miedo en su habitación. Aquella luz que se apaga quizá es de una prostituta inmigrante, que marchó de su tierra ilusionada para caer en las garras de las mafias...Vidas humanas...
Suspiró antes de proseguir:
- Lo cierto es, que la ciudad está repleta de gente desorientada. De buena gente a la que poco a poco se le van derrumbando las ilusiones y no saben en qué creer.
Se volvió hacia el joven y añadió:
- Jesús, hoy, también sentiría compasión ante esta gente. Y haría lo mismo que hizo entonces. Él recorría todos los pueblos, anunciando el Evangelio, curando a todo el mundo. Luego mandó a sus discípulos. Y los mandó a sanar espíritus y sanar cuerpos.
Guardó silencio unos instantes. Luego, dijo:
- Esa es nuestro camino, si somos sus discípulos. No nos mandó crear grandes estructuras, dicasterios, construir iglesias y palacios episcopales...Ni siquiera velar por la pureza de la doctrina y el cumplimiento de la Ley. Nos mandó a expulsar espíritus inmundos y a sanar todo tipo de dolencias. A curar cuerpos y espíritus...A amar a TODOS los hombres...
El rojo del horizonte se había transformado ya en el color dorado de la aurora...El anciano y su joven seguidor, se encaminaron a la iglesia para vivir su misa diaria. Aquel día, más que los otros, la vivieron como una comunión, como una participación en los dolores del mundo. En compasión...padeciendo con todo ser sufriente...
++++++++++++
Como es sábado, os dejo este vídeo musical que espero os guste:
viernes, 3 de diciembre de 2010
TODOS SOMOS CIEGOS...
"Al salir de allí, lo siguieron dos ciegos gritando:
- Ten piedad de nosotros, Hijo de David.
Cuando entró en la casa. se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
- ¿Creéis que puedo hacerlo?
Ellos dijeron:
- Sí, Señor.
Entonces tocó sus ojos diciendo:
- Que os suceda según vuestra fe.
Y se abrieron sus ojos.
Jesús les ordenóterminantemente:
- Tened cuidado de que nadie lo sepa.
Pero ellos, nada más salir, lo publicaron por toda aquella comarca."
Mateo nos presenta un relato conciso, casi esquemático. No nos quiere distraer de la profundidad simbólica que tiene.
La ceguera, en el Evangelio, es algo más que un defecto físico. Ciego es aquel que no ve la Verdad; que sólo ve su verdad, sus cosas, sus intereses, sus ideas...
Andan gritando detrás de Jesús, pero Él no les hace caso hasta que entran en la casa. Hoy leía, que la mayoría de las veces que rezamos, pedimos a Dios que dos más dos no sean cuatro...Pedimos lo imposible, lo que nos interesa aunque no sea lógico...Y luego nos enfadamos porque Dios "no nos escucha". La primera condición de la oración es entrar en la casa. En otro texto Jesús nos pide que entremos en nuestra habitación. No se refiere tanto a buscar la soledad, como a entrar con Él en la casa, en nuestro interior, para ver su voluntad. Entrar en el Evangelio. Es allí donde se despertará nuestra verdadera Fe y dirimos sí al Señor. Es allí donde las cosas sucederan según nuestra Fe.
Los ciegos, a pesar de la prohibición, anunciaron por toda la comarca lo ocurrido. La mejor forma de evangelizar, es con nuestro ejemplo. Mostrando las grandezas que Dios hace en nosotros.
En este Adviento todos debemos considerarnos ciegos...porque lo somos. ¿Acaso no vemos solamente nuestros intereses?¿Acaso no estamos ciegos ante el dolor y las injustícias que sufren los otros?¿Acaso nuestra vista no se haya enturbiada por el dinero, el poder, el placer y el egoísmo?
Jesús es la luz. Si lo creemos y nos reconocemos ciegos, Él nos llenará de esa Luz que tanto necesitamos. Y seremos, a la vez, Luz para los demás...
jueves, 2 de diciembre de 2010
¿TENGO BUENOS FUNDAMENTOS?
"Jesús dijo a sus discípulos:
No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande."
Estos días dudo entre copiaros el evangelio o la primera lectura, ya que las dos van muy unidas y los textos de isaías son menos conocidos; pero como la idea principal parte del evangelio, es este texto el que os ofrezco y citaremos, si conviene, alguna frase de la primera lectura.
"Obras son amores y no buenas razones" podría ser uno de los titulares de hoy. Jesús nos indica hoy, claramente, la diferencia entre religión y espiritualidad. O si lo preferís, la diferencia entre teoría y vida. Y, naturalmente, Él se decanta por la vida. Las palabras, las teorías, son arena que se la lleva el viento. Es la base que cede ante unas pequeñas lluvias y hace que se derrumbe todo el edificio.
Adviento se presta a bonitas palabras y a hacer mucha poesía barata, cuando hablamos de él. Pero la principal palabra de este tiempo litúrgico, es CONVERTÍOS. Cambiar. Poner fundamentos de roca a nuestra vida. Isaías canta:
"Tenemos una ciudad fuerte: le ha puesto para salvarla murallas y baluartes."
Esa es la consecuencia de nuestra conversión: hacer de nosotros una ciudad fuerte. Pero, cuidado. Podemos confundir hacernos fuertes con aislarnos, encerrarnos en nuestra pretendida perfección. Por eso Isaías dice inmediatamente:
"Abrid las puertas, para que entre un pueblo justo que guarda los compromisos"
Converetirse es fortificarse, construir fundamentos sólidos, pero también, abrir las puertas a todas las personas de buena voluntad.
Construir fundamentos sólidos no es llenarnos de teorías y palabras. Es actuar según la Palabra. Es cumplir la Voluntad de Dios. No importa la página por la que abramos Evangelio; siempre encontraremos la misma Voluntad de Dios anunciada por Jesús: vivir con esperanza, saber perdonar, ser sensible a las necesidades del otro, luchar contra la injustícia, amar a todo el mundo...
Ese es el camino a seguir en Adviento. Ese es el camino a seguir en toda nuestra vida...porque toda ella es una espera de la venida definitiva del Señor...
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