miércoles, 6 de abril de 2011

EL ANACORETA Y EL AMOR DEL PADRE


El Anacoreta y su joven seguidor estaban sentados en un banco del parque. A su alrededor hablaban las madres, algunos jubilados tomaban el sol y los niños correteaban alegremente. Surgió una pequeña pelea entre dos pequeños y una de las madres dijo:
- ¡Carlitos! Si no te portas bien al volver a casa se lo diré a papá y no te querrá...
Movió la cabeza el Anacoreta y le dijo al joven:
- Eso no es verdad. Su padre lo querrá igual, precisamente porque es su padre...
Luego, mirando a los pececillos dorados y rojos del estanque, prosiguió:
- En la espiritualidad esta idea nos ha hecho mucho daño. Nos han dicho que tenemos que hacer cosas buenas para que Dios nos ame. ¡No! Dios nos ama tal como somos. Buenos y malos. Con luces y sombras...Cambiar para que Dios nos ame es ser interesados. Precisamente lo que ocurre es lo contrario. El día que descubrimos el Amor de Dios, aquel día empezamos a cambiar, a mejorar, a crecer...Cambiamos "porque" Dios nos ama, no "para" que Dios nos ame.
Luego, mirando a los ojos del joven concluyó:
- El problema es que andamos tan dispersos por la vida; nuestros intereses son tan egoístas...que no acabamos de descubrir el Amor de Dios...
Y siguieron contemplando el alegre juego de los niños... 

martes, 5 de abril de 2011

EL ANACORETA Y EL DALTÓNICO


Como era tiempo de rebajas, el Anacoreta y su joven seguidor paseaban por unos grandes almacenes. Cuando miraban unas camisas, se les acercó un hombre y les dijo:
- ¿Harían el favor de buscarme una camisa verde pálido y otra marrón claro? Es que soy daltónico y no distingo los colores.
Le ayudaron en su compra y, ya en casa, el Anacoreta dijo:
- Creo que ya te he dicho más de una vez, que estamos en una sociedad daltónica. Creemos que todo ha de ser del mismo color.
Abrió la ventana, pues hacía calor en la habitación y continuó:
- Desde la Iglesia que querría que todos pensaran igual, que todos sigamos la misma espiritualidad, hasta la política con la idea de que la razón la tiene la mayoría y de que solamente una cosa es políticamente correcta, nos estamos volviendo todos daltónicos.
El joven preguntó:
- Pero, ¿todos los colores tienen la misma importancia?¿Todas las ideas tienen el mismo valor?
Sonrió el anciano y respondió:
- No. No todo tiene el mismo valor. Pero lo que nos ocurre es, que en vez de buscar la verdad, damos por sentado que nuestro color, nuestra idea es la verdadera. Y si yo lo veo azul, quiero que todos lo vean azul...y no acepto que otros lo vean rojo o verde. No nos damos cuenta, que precisamente la variedad de colores, hace resaltar el propio. Y que nada es de un único color. La realidad está formada por mil matices. El no aceptarlos, el volvernos monocolores, nos aleja de la verdad, nos hace superficiales y no nos ayuda a profundizar...
Levantándose, se levantó y se acercó a la ventana que daba al parque:
- Mira que variedad y belleza de colores. ¿Te imaginas un parque de un único color?... 

lunes, 4 de abril de 2011

EL ANACORETA, LA FUENTE Y LA JARRA...


Sucedió cuando el Anacoreta vivía en su cueva del desierto.
Llevaba el Anacoreta un buen rato observando la fuente y la jarra. Los discípulos no pudieron resistir la curiosidad y le preguntaron:
- ¿Qués estás mirando?
Tardó un ratito en reaccionar y luego respondió:
- Estaba meditando sobre la fuente y la jarra. ¿Qué símbolo os parece mejor para nosotros, la fuente o la jarra?
Pensaron un momento y el más joven respondió:
- La fuente. Hemos de dar constantemente aquello que recibimos.
El más antiguo disentió:
- No, la jarra. Hemos de almacenar Amor.
La cara del Anacoreta se iluminó con su sonrisa amplia y dijo:
- Tú, como eres más joven, eres más generoso. Sí, tienes razón. Hemos de dar lo que recibimos. Pero, desgraciadamente hay muchas personas, que un día, tras haberlo dado todo durante años, se encuentran vacías y entonces lo abandonan todo. ¡Cuánta gente apostólica he conocido que han acabado quemados por su mismo apostolado!
Y mirando al más antiguo prosiguió:
- Sí, tienes razón. Hay que almacenar Amor, pero también hay que dar. Una jarra que sólo almacena, acaba convirtiéndose en una jarra de aguas pútridas. ¡Cuánta gente de gran espiritualidad he visto transformarse en seres egoístas, alejados de la humanidad!
Y tomándolos cariñosamente por el brazo, les dijo:
- Hemos de ser fuente y jarra que desborda. Hemos de dar el Amor que recibimos sin quedarnos vacíos nosotros...
Y se fueron a rezar Tercia los tres juntos...

domingo, 3 de abril de 2011

VER LA LUZ


En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:
- Maestro, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?
Jesús contestó:
- Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
- Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
Él fue, se lavó, y volvió con vista.
Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
- ¿No es ése el que se sentaba a pedir?
Unos decían:
- El mismo.
Otros decían:
- No es él, pero se le parece.
Él respondía:
- Soy yo.
Y le preguntaban:
- ¿Y cómo se te han abierto los ojos?
Él contestó:
- Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.
Le preguntaron:
- ¿Dónde está él?
Contestó:
- No sé.
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó:
- Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.
Algunos de los fariseos comentaban:
Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros replicaban:
- ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
- Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
Él contestó:
- Que es un profeta.
Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
- ¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron:
Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
Sus padres respondieron así porque tenían miedo los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron:
- Ya es mayor, preguntádselo a él.
Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
Contestó él:
- Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.
Le preguntan de nuevo:
- ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?
Les contestó:
- Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
- Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
- Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Le replicaron:
- Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
- ¿Crees tú en el Hijo del hombre?
Él contestó:
- ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?
Jesús les dijo:
- Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.
Él dijo:
- Creo, señor.
Y se postró ante él.
Jesús añadió:
- Para un juicio he venido ya a este mundo; para que los que no ve vean, y los que ven queden ciegos. Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:
- ¿También nosotros estamos ciegos?
Jesús les contestó:
- Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.

Otro evangelio muy largo, pero que no tiene desperdicio. La anécdota es preciosa y llena de detalles. Sin embargo, no debemos olvidar que Juan es el evangelista más teológico y todo lo que nos cuenta tiene un trasfondo muy profundo. Lo mejor que podéis hacer, es leerlo y meditarlo en silencio. Aquí os dejo sólo una pista.
Juan es el evangelista que nos presenta a Jesús como la Luz del mundo. Ciego es todo aquel que no sabe verle a Él. La conclusión del ciego curado es : "Creo Señor". Los fariseos siguen ciegos a su luz y para ellos es un pecador. No saben de dónde viene. No puede ser buena persona porque no respeta el sábado.
¿Somos ciegos nosotros? Basta que nos examinemos y veamos si sabemos verle a Él. Si sabemos verlo en el prójimo. Si para nosotros son más importantes las normas, los ritos, las prescripciones, que el amor o la lucha por la justicia, estamos totalmente ciegos. Ver, es verlo todo a través de de su Luz
Pidámosle, pues, que nos ayude a ver...

sábado, 2 de abril de 2011

LA MÚSICA DEL SÁBADO: CRUZANDO EL PARAÍSO



Es tan fácil dar,

sin pensar en uno mismo,
vayas a dónde vayas,
encontrarás espejismos.


Somos tan iguales
y a la vista tan distintos,
yo bajando a los infiernos y
tú cruzando el paraíso.


Para ti la vida que te lleva,
para mi la vida que me quema,
tenías tanto qué aprender y
yo tanto por demostrar, por un instante,
la Eternidad.


Nada permanece,
todo se desvanece,
sé que no puedo quejarme,
trataré de no engañarme.


Simple cuestión de tiempo,
llegar al precipicio,
yo bajando a los infiernos y
tú cruzando el paraíso.


Para ti la vida qué te lleva,
para mi la vida qué me quema,
tenías tanto que aprender y
yo tanto por demostrar, por un instante,
la Eternidad.


Me sobraba vida para darte,
fotogramas que olvidé al revelarte,
ahora ya es demasiado tarde,
qué difícil es, qué difícil es...


Para ti la vida que te lleva,
para mi la vida que me quema,
tenías tanto que aprender y
yo tanto por demostrar, por un instante,
la Eternidad.


Para ti la vida que te lleva,
para mi la vida que me quema,
tenías tanto que aprender y
yo tanto por demostrar, por un instante,
la Eternidad.

viernes, 1 de abril de 2011

"EL MOMENTO"



La vida está formada por una sucesión de momentos. Como en una película, formada por fotogramas, que no somos capaces de distinguir y creemos que es algo contínuo, lo mismo nos ocurre con la vida. Sin embargo necesitamos urgentemente pararnos, encontrar un momento diferente.
Esto es lo que nos dice Thomas Merton en su libro "Los hombres no son islas":

"Tiene que haber un momento del día, en que el hombre que hace planes, olvide sus planes y actúe como si no tuviera plan alguno.
Tiene que haber un momento del día, en que el hombre que tiene que hablar guarde silencio, deje de dar forma a teorías en su mente y se pregunte a sí mismo: ¿Acaso tiene algún sentido?
Tiene que haber un momento en que el hombre de oración acuda a orar como si fuera la primera vez en su vida que lo hace; en que el hombre que toma decisiones deje de lado éstas, como si todas ellas hubieran perdido su validez, y aprenda una sabiduría diferente:
distinguir el sol de la luna,
las estrellas de la oscuridad,
el mar del árido desierto,
y el cielo nocturno del perfil de la montaña."
(Thomas Merton) 

jueves, 31 de marzo de 2011

EL ANACORETA Y LOS PRODUCTOS DE LIMPIEZA


El joven seguidor se reía mucho cada vez que el Anacoreta se dedicaba a limpiar la casa. El pobre anciano se armaba un lío con los productos de limpieza.
- Antes con un cubo, una bayeta y un chorro de lejía en el agua, lo limpiabas todo. Ahora necesitas el desengrasante, el desincrustante, el abrillantador, el limpiacristales, el vitroclean, el suavizante...Y no sé si todo queda más limpio.
Paró un momento mientras se decidía entre el que limpia más blanco, el que da chorros de luz o el que nunca engaña...
- Con la vida espiritual nos pasa lo mismo. Métodos de oración, mantras, respiraciones, música relajante, posturas especiales, textos profundos, oraciones actuantes, ángeles...Y nos olvidamos de lo fundamental, el cubo la bayeta y el chorro de lejía. Es decir, ponernos en presencia de Dios, escuchar la Palabra, el Evangelio y...sobre todo, intentar vivirlo.
Y perplejo ante el lavabo, preguntó:
- Y ahora que diablos de producto he de usar, ¿la botella rosa, la azul o la verde?...