martes, 2 de octubre de 2012

EL ANACORETA Y LA COMPRENSIÓN ( O SABER MIRAR)


- Si todo el mundo busca el amor, si todos están convencidos de que lo único que puede salvar este mundo es el amor, ¿por qué hay tan poco amor?
Esta fue la pregunta que hizo el joven seguidor tras visionar el telediario de la noche.
El Anacoreta guardó unos momentos de silencio antes de responder:
- Porque no comprendemos y no nos comprendemos...
Esperó en silencio el joven, que el anciano aclarara su respuesta. Cosa que hizo con una sonrisa en los labios:
- Si no conocemos profundamente al otro no podemos amarlo. Entonces no amamos al otro, sino a la idea que tenemos de él. Cuando esa idea se desvanece, también desaparece el amor. Y si no nos conocemos a nosotros, nuestro amor queda empañado por nuestros sentimientos, por nuestros intereses, por nuestro egoísmo, nuestra falta de honradez, nuestra tendencia a manipular...
Suspiró al añadir:
- Por eso te he repetido ya otras veces que hemos de aprender a mirar. Mirar a los otros y mirarnos a nosotros mismos. Mirar a las personas y mirar a las cosas. Haz el ejercicio de mirar a una persona que te caiga mal. Si empiezas a analizar lo que ves, pronto empezarán a hacerse evidentes tus prejuicios. Empezarás a ver sus cosas buenas y a reconocer que tenías una idea equivocada de él. Mírate luego a ti, y verás que tus intenciones no son siempre sinceras, rectas. Que tras tus bellas palabras y deseos se esconden tus intereses, tu egoísmo. Mirar es un ejercicio difícil, pero imprescindible para amar de verdad, para que nuestro amor sea sincero y creativo.
Y se fueron a rezar Completas...

lunes, 1 de octubre de 2012

EL ANACORETA Y LOS ÁNGELES


El conferenciante habló durante largo rato sobre los ángeles. Al salir, el joven seguidor preguntó al Anacoreta:
- ¿Qué te ha parecido la conferencia?
Sonrió el anciano y respondió:
- Ha dicho cosas muy bellas e interesantes pero...
Se detuvo un instante y prosiguió:
- ...pero, ha olvidado algo importante. Ha hablado de los ángeles y nos ha presentado sus imágenes de seres "alados". No ha dicho que los ángeles son sobre todo seres "de al lado". 
Rió para sí y dijo:
- Las alas con las que los representan son solamente un símbolo para señalar que son los enviados de Dios. Pero es mucho más importante saber que están a nuestro lado. Constantemente hay gente junto a nosotros que nos ayuda, que nos ama, que nos hace crecer...Esos son los verdaderos ángeles. Y nosotros también hemos de ser ángeles para los demás. Estar al lado, a su lado...Todos somos enviados de Dios para los demás.
Y siguieron su camino en silencio... 

domingo, 30 de septiembre de 2012

¿QUIÉNES SON LOS NUESTROS?


"Juan le dijo:
– Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre; pero se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros.
Jesús contestó:
– No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. El que os dé aunque solo sea un vaso de agua por ser vosotros de Cristo, os aseguro que tendrá su recompensa.
 Pero aquél que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo arrojaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. Si tu mano te hace caer en pecado, córtala; es mejor para ti entrar manco en la vida. que con las dos manos ir a parar al infierno, donde el fuego no se puede apagar. Y si tu pie te hace caer en pecado, córtalo; es mejor para ti entrar cojo en la vida, que con los dos pies ser arrojado al infierno. Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácalo; es mejor para ti entrar con un solo ojo en el reino de Dios, que con los dos ojos ser arrojado al infierno, donde los gusanos no mueren y el fuego no se apaga."

Nos encontramos ante un texto contra la intolerancia. A Juan, a pesar de ser el discípulo predilecto, le faltaba todavía mucho camino para conocer de verdad a Jesús.
Juan, como nosotros, ve una sociedad dual. Los nuestros y los que no son de los nuestros. Eso lo traducimos inmediatamente como los buenos, que somos nosotros, y los malos, que son los otros. Nos aferramos a nuestra verdad y creemos que sólo nosotros podemos hacer el bien, que sólo nosotros somos sus discípulos.
La mentalidad de Jesús es mucho más amplia. Discípulo  suyo es todo aquel que hace el bien, no únicamente los que le siguen "oficialmente". Aquel que cura, aquel que da un vaso de agua, aquel que ama a los demás, ese es su discípulo, más allá de filiaciones, carnets o títulos. Sacerdotes y religiosos podemos caer en la trampa de considerarnos más discípulos que los demás y con más derechos que el común de los mortales. Jesús, como Moisés en la primera lectura, nos dice: "Ojalá todo el pueblo fuera profeta y tuvieran con ellos el Espíritu". Y es que el Espíritu está en el corazón de todas las personas de buena voluntad. Los que tenemos o hemos tenido la suerte de trabajar en el tercer y en el cuarto mundo, somos testigos de la cantidad de gente, que sin considerarse discípulos de Jesús, lo son plenamente por su dedicación a los más disminuidos.
Pero Jesús no acaba aquí. Con unas imágenes muy fuertes, propias de la literatura oriental, nos hecha en cara a los que nos consideramos sus discípulos, que vigilemos, porque quizá, escudados en nuestra condición de "cristianos", estamos escandalizando a los hombres y alejándolos de Dios. Creemos que porque somos sacerdotes, religiosos, asistimos a nuestra parroquia ya es suficiente. Como Juan miramos de soslayo a los que no se declaran creyentes y por todo eso ya nos creemos sus discípulos. El texto de la epístola de Santiago de la segunda lectura de hoy es muy ilustrativo. Aquí os lo copio completo:
"¡Oíd esto, vosotros los ricos! ¡Llorad y gritad por las desgracias que vais a sufrir! Vuestras riquezas están podridas; vuestras ropas, comidas por la polilla. Vuestro oro y vuestra plata se han enmohecido, y ese moho será una prueba contra vosotros y os destruirá como fuego. Habéis amontonado riquezas en estos días, que son los últimos. El jornal que no pagasteis a los que trabajaron en vuestra cosecha está clamando contra vosotros; y el Señor todopoderoso ha oído la reclamación de esos trabajadores. Aquí en la tierra habéis llevado una vida de lujo y placeres, engordando como ganado, ¡y ya llega el día de la matanza! Habéis condenado y matado a los inocentes sin que ellos opusieran resistencia."
Los cristianos debemos reflexionar profundamente entre la diferencia que existe entre nuestras palabras y nuestras obras. Jesús nos invita hoy a dejar de lado cualquier tipo de partidismo y a dialogar honestamente con los otros. La Iglesia de Jesús no es un grupo cerrado, un gueto de selectos. Es la comunidad de los que buscan el bien, la justicia en la humanidad. Aquellos que tienen como máximo valor  el Amor. Esos, lo conozcan o no, son los verdaderos seguidores de Jesús. Esa es la Iglesia de Jesús.    

jueves, 27 de septiembre de 2012

REFLEXIÓN AL IR A DORMIR


Es de noche. La lluvia de esta tarde ha hecho bajar la temperatura. La casa duerme ya. He tenido un día movido. Decido escribir esta entrada que leéis ya por la mañana. Ha caído en mis manos este fragmento de "Los hombres no son islas" de Thomas Merton. Simplemente lo copio y dejo que lo meditéis.

"Nos calienta el fuego, no el humo.
Nos transporta por mar un barco,
no la estela que deja el barco.
Del mismo modo, lo que somos hay que buscarlo
en las profundidades invisibles de nuestro ser,
no en el reflejo exterior de nuestros actos."
(Thomas Merton)

miércoles, 26 de septiembre de 2012

LA AUTÉNTICA FELICIDAD


¿Hablar de felicidad en tiempos de crisis puede parecernos totalmente fuera de lugar. Pero, ¿qué idea tenemos de felicidad? Basta con mirar los anuncios de la TV. Basan la felicidad en tener cosas. Las revistas de moda la basan en el éxito. De manera que debemos ser felices según unos cánones preestablecidos, unos criterios dictados por la publicidad y cierto tipo de prensa, radio y televisión. Existe una felicidad "políticamente correcta".
Sin embargo, recuerdo aquellos africanos, que quizá comían una sola vez al día, que hacían kilómetros a pie para ir y volver de la escuela con las chancletas en la mano para no gastarlas, no tenían agua corriente, electricidad, les faltaban cosas que nosotros consideramos básicas...Sin embargo su rostro era de felicidad. Y te decían que eran felices. Una felicidad que nosotros no podemos entender. Una felicidad inexplicable. ¿Por qué nosotros no podemos ser felices en la sencillez? Una felicidad gratuita, que no valga nada, que no dependa de lo que podamos comprar o no, de lo que poseemos. Una felicidad que dependa del sol, la lluvia, la belleza de una flor, la amistad...Quizá me preguntaréis. Una felicidad que nace de estar en paz con uno mismo ¿Esa felicidad es auténtica? ¡ Pues sí, y además posiblemente es la única auténtica!
En nuestro interior puede nacer una duda. ¿Cómo puedo ser feliz viendo a otros que no lo son? Pues compartiendo con los demás nuestra felicidad. Luchando para que los demás sean felices. Y tendremos la agradable sorpresa de que esto nos hace todavía más felices.