lunes, 12 de marzo de 2018

JESÚS NOS DA LA VIDA


"Dos días más tarde salió Jesús de Samaria y continuó su viaje a Galilea. Porque, como él mismo afirmaba, a ningún profeta lo honran en su propia tierra. Al llegar a Galilea fue bien recibido por los galileos, porque también ellos habían estado en Jerusalén en la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que él hizo entonces. 
Jesús regresó a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Se encontraba allí un alto oficial del rey, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando este oficial supo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle y le rogó que bajase a su casa a sanar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le contestó:
– No creeréis, si no veis señales y milagros. 
Pero el oficial insistió:
– Señor, ven pronto, antes que mi hijo muera.
Jesús le dijo entonces:
– Vuelve a casa. Tu hijo vive.
El hombre creyó lo que Jesús le había dicho, y se fue. Mientras regresaba a casa, sus criados salieron a su encuentro y le dijeron:
– ¡Tu hijo vive!
Les preguntó a qué hora había comenzado a sentirse mejor su hijo, y le contestaron:
– Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre.
El padre se dio cuenta entonces de que a esa misma hora le había dicho Jesús: “Tu hijo vive”. Y él y toda su familia creyeron en Jesús.
Esta fue la segunda señal milagrosa hecha por Jesús al volver de Judea a Galilea."

Jesús vuelve a Galilea y lo primero que hace es devolver la salud al hijo de un funcionario del rey Herodes. Juan llama a los milagros de Jesús "señales" o "signos". No es un mago. Es alguien que quiere decirnos algo con sus actos. Jesús nos muestra al Padre.
Aquí vemos cómo Jesús es Vida. Él da la Vida. Aquel niños que estaba a punto de morir, se cura. Jesús da la Vida a quien se lo pide con sencillez, humildad, con Fe. No se fija en quién se lo pide. Un funcionario de Herodes. Alguien con poder, odiado por muchos. Jesús sólo se fija en su actitud. En cómo, a pesar del reproche de Jesús, sigue pidiendo con humildad.
A veces nos quejamos de que Dios parece ignorar nuestras peticiones. ¿Pedimos con humildad?¿De verdad tenemos Fe y creemos que nos concederá lo que pedimos?


domingo, 11 de marzo de 2018

MIRAR A JESÚS


"Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. 
Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de acuerdo con la voluntad de Dios."

En el desierto, quienes miraban la serpiente de bronce levantaba por Moisés, se curaban de las mordeduras de las serpientes de verdad. Es un símbolo de la cruz. Jesús será levantado en alto y quien lo mire será salvado.
El evangelista Juan nos presenta siempre a Jesús como la luz salvadora. La luz es el bien y la oscuridad el mal. Nosotros debemos dirigirnos a la luz, ser hijos de l luz, para ser salvos. La oscuridad, lo escondido nos lleva al mal. La verdad, la transparencia ha de ser nuestra preocupación.
Mirar a Jesús, seguir su ejemplo, ese es nuestro camino.



sábado, 10 de marzo de 2018

DOS ACTITUDES


"Jesús contó esta otra parábola para algunos que se consideraban a sí mismos justos y despreciaban a los demás:
- Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, malvados y adúlteros. Ni tampoco soy como ese cobrador de impuestos. Ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.’ A cierta distancia, el cobrador de impuestos ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador!’ Os digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado por Dios; pero no el fariseo. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido."

En esta parábola Jesús contrapone dos tipos de personas: el fariseo, que cumplía escrupulosamente los 613 mandamientos y un recaudador de impuestos, que además de abusar de los demás corruptamente, era un aliado del invasor.
Jesús no nos está diciendo que es mejor ser un pecador que un observante escrupuloso de la ley. Jesús se fija en las actitudes. El fariseo reza desde una posición de orgullo: YO no soy como los demás. El publicano reza desde la humildad del que se siente pecador, pide perdón y quiere cambiar, quiere convertirse.
El fariseo era un gran cumplidor, pero le faltaba el Amor. Lo meditábamos ayer: una religión sin amor no es auténtica, no nos lleva a Dios. Nos encierra en nuestro ego.
El cobrador de impuestos se dirige con amor a Dios. Confiaba en Él y esperaba su perdón.
Uno fue justificado y el otro no. ¿Cuál de los dos se parece más a nosotros?  

viernes, 9 de marzo de 2018

EL SELLO DEL AMOR


"Al ver lo bien que Jesús había contestado a los saduceos, uno de los maestros de la ley, que les había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:
– ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? 
Jesús le contestó:
– El primer mandamiento de todos es: ‘Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ Y el segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ Ningún mandamiento es más importante que estos.
El maestro de la ley dijo:
– Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: Dios es uno solo y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y que todos los sacrificios que se queman en el altar. 
Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo:
– No estás lejos del reino de Dios.
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas."

La respuesta de Jesús es tan importante, que, como el fariseo, decimos que es cierto, pero ¿lo cumplimos?
Jesús nos está diciendo, que toda nuestra vida debe estar marcada por el sello del Amor. Se pueden cumplir todas las normas y mandatos; se pueden realizar todos los ritos y ceremonias...pero si no hay amor, nuestra religión no vale nada.
Amar no es fácil. Hoy hablamos del amor con mucha facilidad y llamamos amor a cosas que están muy lejos de serlo. A amar, se aprende poco a poco, a lo largo de la vida. Es viviendo nuestra vida como entrega, que vamos profundizando en el amor.
Jesús nos presenta el amor a Dios y el amor al prójimo, como la misma cosa. Como algo que debe estar íntimamente unido. 


jueves, 8 de marzo de 2018

NOS DA LA PALABRA


"Jesús estaba expulsando un demonio que había dejado mudo a un hombre. Cuando el demonio salió, el mudo comenzó a hablar. La gente se quedó asombrada, aunque algunos dijeron:
– Beelzebú, el jefe de los demonios, es quien ha dado a este hombre poder para expulsarlos. 
Otros, para tenderle una trampa, le pidieron una señal milagrosa del cielo. Pero él, que sabía lo que estaban pensando, les dijo:
– Todo país dividido en bandos enemigos se destruye a sí mismo, y sus casas se derrumban una tras otra. Así también, si Satanás se divide contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su poder? Digo esto porque afirmáis que yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú. Pues si yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú, ¿quién da a vuestros seguidores el poder para expulsarlos? Por eso, ellos mismos demuestran que estáis equivocados. Pero si yo expulso a los demonios por el poder de Dios, es que el reino de Dios ya ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado cuida de su casa, lo que guarda en ella está seguro. Pero si otro más fuerte que él llega y le vence, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes como botín. El que no está conmigo está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama."

Nuestra sociedad quiere a la gente muda. Sólo se puede decir aquello que es políticamente correcto. Los medios nos marcan las modas, las tendencias, y nos dan pautas de conducta. Hay gente en la Iglesia que también querría a los cristianos mudos, sin criterio. Personas que se limitan a repetir siempre lo que les dictan sin reflexionar. Cuando alguien "habla", dicen que lo hace en virtud del diablo y lo mandan callar.
Jesús devuelve el habla. Jesús quiere que seamos libres. Estar con Jesús es tener la libertad de los Hijos de Dios. Con Él recogemos. Es Él quien nos da la palabra. 


miércoles, 7 de marzo de 2018

UNA NUEVA VISIÓN


"No penséis que yo he venido a poner fin a la ley de Moisés y a las enseñanzas de los profetas. No he venido a ponerles fin, sino a darles su verdadero sentido. Porque os aseguro que mientras existan el cielo y la tierra no se le quitará a la ley ni un punto ni una coma, hasta que suceda lo que tenga que suceder. Por eso, el que quebrante uno de los mandamientos de la ley, aunque sea el más pequeño, y no enseñe a la gente a obedecerlos, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedezca y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos."

Jesús no nos invita en este texto al fundamentalismo y a los escrúpulos. Con Él se ha iniciado la Nueva Alianza, que no destruye la anterior, sino que la reinterpreta. Los fariseos habían reducido la religión a mil y un preceptos que lo regían todo. Jesús lo reduce todo al Amor: amor a Dios y amor al prójimo. Eso nos exige a mirar los mandamientos a través del prisma del amor. Y por ejemplo, no se trata de no matar, sino de respetar y amar al otro, no "matando" nada en él, sino dándole siempre la Vida. Alimentarlo, vestirlo acogerlo. Y así podríamos ir revisando cada uno de los mandamientos.
Jesús nos lleva al cumplimiento de la Ley y los Profetas, amando. Esto es cumplir cada mandamiento hasta el último detalle. Esta es la nueva visión que nos ofrece Jesús.

martes, 6 de marzo de 2018

DIOS ES PERDÓN


"Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús:
– Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, si me ofende? ¿Hasta siete?
Jesús le contestó:
– No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 
Por eso, el reino de los cielos se puede comparar a un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. Había comenzado a hacerlas, cuando le llevaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, a fin de saldar la deuda. El funcionario cayó de rodillas delante del rey, rogándole: ‘Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad.
Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba, diciendo: ‘¡Págame lo que me debes!’ El compañero se echó a sus pies, rogándole: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ Pero el otro no quiso, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Esto disgustó mucho a los demás compañeros, que fueron a contar al rey todo lo sucedido. El rey entonces le mandó llamar y le dijo: ‘¡Malvado!, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues también tú debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.’ Tanto se indignó el rey, que ordenó castigarle hasta que pagara toda la deuda. 
Jesús añadió:
– Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano."

Al leer esta parábola, nos sentimos indignados con aquel funcionario al que se le ha perdonado mucho y, en cambio, él es incapaz de perdonar una pequeña deuda.
No nos damos cuenta de que este funcionario somos nosotros. Dios nos perdona a nosotros muchísimo. Dios a entregado a la muerte a su propio Hijo, para salvarnos. Sin embargo, nosotros, somos incapaces de perdonar las pequeñas ofensas que se nos hacen.
Se nos ha hecho mucho daño de pequeños presentándonos a un Dios castigador, vengativo, justiciero...Cuando Dios es Amor. Dios es Perdón. Nos es difícil perdonar, pero debemos hacerlo. No olvidemos que Jesús murió en la cruz perdonando.