sábado, 14 de abril de 2018

DIOS EN LA NOCHE


"Al llegar la noche, los discípulos de Jesús bajaron al lago, subieron a una barca y comenzaron a cruzarlo en dirección a Cafarnaún. Era completamente de noche, y Jesús todavía no había regresado. En esto se levantó un fuerte viento que alborotó el lago. Ellos, cuando ya habían recorrido unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús que se acercaba a la barca andando sobre el agua y se llenaron de miedo. Él les dijo:
– ¡Soy yo, no tengáis miedo!
Entonces quisieron recibirle en la barca, y en un momento llegaron a la orilla adonde iban." 

Ayer, en la multiplicación de los panes, los discípulos quedaron admirados ante Jesús y la gente quería hacerlo rey. Es fácil ver a Dios cuando todo nos va bien. Pero hoy no saben verlo en medio de la noche y de la tormenta. Cuando todo va mal. Jesús ha de decirles: Soy yo, no tengáis miedo.
Si realmente creemos en Él, no tendremos miedo en la noche y en las dificultades, porque lo veremos caminando sobre ellas. Nosotros solos no podemos nada; pero Él nos libera de todos los miedos. Quien tiene la experiencia de Dios, ya no teme nunca más. 


viernes, 13 de abril de 2018

SABER COMPARTIR


"Después de esto, Jesús se fue a la otra orilla del lago de Galilea (también llamado de Tiberíades). Mucha gente le seguía porque habían visto las señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a un monte y se sentó con sus discípulos. Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar la vista y ver la mucha gente que le seguía, Jesús dijo a Felipe:
– ¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta gente?
Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. Felipe le respondió:
– Ni siquiera doscientos denarios de pan bastarían para que cada uno recibiese un poco.
Entonces otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
 – Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es esto para tanta gente?
Jesús respondió:
– Haced que todos se sienten.
Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó en sus manos los panes, y después de dar gracias a Dios los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los peces, dándoles todo lo que querían. Cuando estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
– Recoged los trozos sobrantes, para que no se desperdicie nada.
Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los trozos que habían sobrado de los cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía:
– Verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo. 
Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerle rey, se retiró otra vez a lo alto del monte, para estar solo." 


La diferencia entre la multiplicación explicado por Juan y la de los otros evangelistas es, que aquí se realiza a partir de cinco panes y dos peces que presenta un niño.
Juan nunca habla de milagros. Él los llama "signos". Con ellos, Jesús nos quiere enseñar algo. Aquí, ante el hambre de la multitud, la solución se encuentra en el saber compartir de un niño. Es a partir de la sencillez que se solucionan los grandes problemas. Ante las necesidades e injusticias del mundo, tenemos la tentación de decir que nosotros no podemos hacer nada. Que con nuestra pequeña aportación no arreglaremos nada. Y con esta excusa nos inhibimos de todo. Jesús, a partir de aquellos cinco panes y dos peces, alimenta a toda la multitud.
No hemos de esperar a que los demás solucionen los males del mundo. Si sabemos compartir, aunque lo que tengamos sea poco, podremos hacer mucho.

jueves, 12 de abril de 2018

TESTIMONIOS DEL PADRE


El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la tierra es terrenal y habla de las cosas de la tierra. En cambio, el que viene del cielo está sobre todos  y habla de lo que ha visto y oído. Sin embargo, nadie cree lo que él dice. Pero el que lo cree, confirma con ello que Dios dice la verdad;  pues el que ha sido enviado por Dios habla las palabras de Dios, porque Dios da abundantemente su Espíritu. El Padre ama al Hijo y le ha dado poder sobre todas las cosas. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no quiere creer en el Hijo no tendrá esa vida, sino que recibirá el terrible castigo de Dios."

Jesús da testimonio del Padre. Para ello se ha abajado, viene del cielo. Sin embargo nadie cree su Palabra. 
Jesús nos está indicando también a nosotros, el camino para dar testimonio del Padre: hacernos nada, abajarnos. Y aunque parezca que nadie nos escucha, como Jesús, tenemos el Espíritu con nosotros. Es Él el que lo realiza todo. Es Él quien da la Fe. Nosotros sólo debemos abrir nuestro corazón a ese Espíritu y creer su Palabra.

miércoles, 11 de abril de 2018

¿OSCURIDAD O LUZ?


"Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de acuerdo con la voluntad de Dios."

Jesús sigue su diálogo con Nicodemo. Nos dice que debemos escoger entre la luz y las tinieblas. En seguir al Espíritu y la voluntad de Dios.
Koinonia hace este interesante comentario:
 "El juicio que Dios plantea al mundo nada tiene que ver con las ideas extrañas, violentas y de película de Hollywood que hemos fijado en el imaginario personal y comunitario. Dios establece el juicio de manera clara y sencilla. El Evangelio de hoy lo deja claro: “El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz”. Entonces el juicio se resuelve en sabernos ubicar en la historia: si vivimos según el instinto o si lo hacemos según el Espíritu. Esto nos hace definirnos en la historia de manera clara. Estar de parte de Dios y de su obra exige ubicarnos del lado del Espíritu, caminar en la lógica del Espíritu y ser fiel al Espíritu que es el mismo Cristo crucificado-resucitado. La experiencia de conversión se va verificando en la vida del creyente a medida que entra en una lógica comunitaria y de solidaridad. La invitación es a dejarnos tocar por Dios, para que comencemos a vivir como Jesús." 


martes, 10 de abril de 2018

DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU


"Jesús le contestó:
– Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 
No te extrañes si te digo: ‘Tenéis que nacer de nuevo.’ El viento sopla donde quiere y, aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son todos los que nacen del Espíritu. 
Nicodemo volvió a preguntarle:
– ¿Cómo puede ser eso?
Jesús le contestó:
– ¿Tú, que eres el maestro de Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y somos testigos de lo que hemos visto; pero no creéis lo que os decimos. Si no me creéis cuando os hablo de las cosas de este mundo, ¿cómo vais a creerme si os hablo de las cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna."

Jesús le dice a Nicodemo, que tenemos que nacer de nuevo. Tenemos que hacernos "hombres nuevos". Cambiar radicalmente. Y eso lo haremos con el agua y el Espíritu. El agua que nos purifica y el Espíritu que nos impulsa a recorrer nuevos caminos. Es así como podremos "nacer de nuevo"
Es siguiendo a Jesús. El Hijo del hombre, el que bajó del cielo, al que debemos creer y seguir. El nos dejó a su Espíritu. Por desgracia, demasiadas cosas nos distraen de su inspiración y no lo seguimos. 

lunes, 9 de abril de 2018

HÁGASE TU VOLUNTAD


"A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo:
– ¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo.
Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
– María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin. 
María preguntó al ángel:
– ¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre? 
El ángel le contestó:
– El Espíritu Santo se posará sobre ti y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible. 
Entonces María dijo:
– Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!
Con esto, el ángel se fue."

Hoy celebramos la festividad de la Anunciación. Con el SÍ de María, podemos decir que empezó todo.
Dios, también está esperando nuestro sí, que nos pleguemos a su voluntad. Es lo que nos comunica este poema - oración, de Florentino Ulibarri:
"Cuando no entiendo,
cuando la vida se me escapa,
cuando la historia se repite,
cuando todo parece ir mal,
cuando el dolor me acompaña,
cuando la cruz me dobla,
cuando el desierto me sorprende...,
hágase tu voluntad.

Si el camino se hace monótono,
si el horizonte se oscurece,
si las esperanzas se marchitan,
si las entrañas están yermas,
si el cansancio es fuerte,
si las flores y frutos desaparecen,
si las fuerzas flaquean...,
hágase tu voluntad.

Aunque me cueste aceptar tus planes,
aunque me parezcan duros y a contracorriente,
aunque me saquen de mis comodidades,
aunque me desarraiguen y dejen a la intemperie,
aunque contradigan mis proyectos e ilusiones,
aunque proteste y pida explicaciones,
aunque me hagan nómada permanente...,
hágase tu voluntad.

Cuando la luz se hace presente,
cuando la brisa trae y acuna esperanzas,
cuando los oasis ofrecen sombra y descanso,
cuando las voces son de júbilo y fiesta,
cuando la vida palpita caliente,
cuando el amor me envuelve gratis,
cuando todo es novedad y ternura...,
hágase tu voluntad.

Ahora, Señor,
aunque me desconcierte y rompa,
hágase tu voluntad."
(Florentino Ulibarri) 


domingo, 8 de abril de 2018

CREER EN ÉL


"Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:
– ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros. 
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
– Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar. 
Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después le dijeron los otros discípulos:
– Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
– Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Luego dijo a Tomás:
– Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
Tomás exclamó entonces:
– ¡Mi Señor y mi Dios! 
Jesús le dijo:
– ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!
Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él."

El evangelio de Juan es el más teológico y profundo de los cuatro. Por eso debemos fijarnos en todos los detalle y meditarlo con calma.
Noes encontramos con los discípulos encerrados en el cenáculo. Jesús los invita a salir. Los envía. Y es que una Iglesia cerrada no puede transmitir la Verdad. El Papa Juan, con el concilio, nos invitó a abrir puertas y ventanas. El Papa Francisco, nos invita a salir a las periferias. No hacen si no repetir lo que Jesús dijo a sus discípulos.
Esto debemos hacerlo con paz y alegría. Con la misma paz que Jesús dio a sus discípulos y con la misma alegría que ellos lo recibieron. Una Iglesia inquieta y triste no es la Iglesia de Jesús.
El Evangelio de hoy nos invita a creer plenamente en Jesús. Tomás pone palabras a todas nuestras dudas: "Si no veo no creo". Todo queremos demostrarlo lógica, científicamente. Sin embargo, las cosas más importantes de nuestra vida no se demuestran con la ciencia: el amor de una madre, porqué amamos a una persona más que a otra...Jesús nos dice que debemos fiarnos de Él. Creer sin ver. Y Tomás nos ofrece la declaración más fuerte de la divinidad de Jesús, de todo el evangelio: "Señor mío y Dios mío".
Esta Fe es la que nos da vida. La que hace de nosotros, también, unos resucitados. Alguien que vive una nueva Vida. Como Tomás, nosotros podemos reconocer a Jesús en sus llagas. Y las llagas de Jesús son los olvidados de este mundo, los que sufren, los perseguidos...Amando, socorriendo, dando nuestra vida, es como de verdad creemos en Él.