sábado, 19 de mayo de 2018

NUESTRO CAMINO


"Pedro se volvió y vio que detrás de él venía el discípulo a quien Jesús quería mucho, el mismo que en la cena había estado junto a él y le había preguntado: “Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?” Cuando Pedro le vio, preguntó a Jesús:
– Señor, ¿y qué hay de este?
Jesús le contestó:
– Si yo quiero que permanezca hasta mi regreso, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme.
Por esto corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho que no moriría, sino: “Si yo quiero que permanezca hasta mi regreso, ¿qué te importa a ti?”
Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas y lo ha escrito. Y sabemos que dice la verdad.
Jesús hizo otras muchas cosas. Tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse."

Pedro quiere saber qué será del "Discípulo Amado". La respuesta de Jesús es taxativa: a él no le importa. cada uno tiene su camino. Cada uno tiene su cruz. Cada uno tiene una misión determinada. Y la de ese discípulo es amar. Es interesante lo que nos comenta Koinonía:
"Hoy aparece la figura del Discípulo Amado. Es muy interesante caer en la cuenta que es el cuarto evangelio quien introduce a este personaje. Caigamos en cuenta es un personaje sin nombre. Al no tener nombre el Discípulo Amado, pienso que es la invitación del Evangelista a que cada creyente, tú amigo lector, te sientas el discípulo amado, la discípula amada y logres vivir la experiencia cristiana desde el amor intenso con el que este personaje vive la intimidad con Jesús. Que todo este tiempo de Pascua, vivido con la intensidad con la que lo hemos vivido: en el estudio y contemplación de la Palabra, en la vida eucarística constante y la experiencia de comunidad, nos permitan sentir en nuestra vida que somos el Discípulo a quien Jesús más amaba. Y en esta experiencia grande y maravillosa de amor, que logremos entrar con gozo en la nueva experiencia que se nos regala: La llegada del Espíritu Santo. Que tangamos mañana un santo y fructífero Pentecostés." 


viernes, 18 de mayo de 2018

CRECER EN EL AMOR


"Cuando ya habían comido, Jesús preguntó a Simón Pedro:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
Pedro le contestó:
– Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis corderos. 
Volvió a preguntarle:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro le contestó:
– Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis ovejas.
Por tercera vez le preguntó:
– Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Pedro, entristecido porque Jesús le preguntaba por tercera vez si le quería, le contestó:
– Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven te vestías para ir a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá y te llevará a donde no quieras ir.
Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro había de morir, y cómo iba a glorificar a Dios con su muerte. Después le dijo:
– ¡Sígueme!"

Estas preguntas de Jesús a Pedro y su respuesta afirmativa se han interpretado siempre como el encargo de Jesús para que presida su Iglesia. Pero estas tres preguntas también nos la dirige a todos los que queremos ser sus discípulos. Debemos amar a Jesús, un amor que se ha de concretar en el prójimo, las ovejas. Sólo entonces podemos seguirlo.
  "Amar a Jesús tiene implicaciones histórico-existenciales. No es un amor romántico, ni etéreo. El amor que Jesús pide requiere concreción, requiere ser historizado. El Crucificado-Resucitado establece un diálogo con Pedro. Y este dialogo está en hacer que Pedro diga cuál es la dimensión de su amor a la causa de Dios. Y ese amor ha de ser testificado después con la concreción de un amor comunitario. Por eso de inmediato la sentencia de Jesús: apacienta mis ovejas. Es en el servicio a la comunidad donde Pedro definirá el verdadero sentido del amor que Jesús le está pidiendo. Esto mismo es lo que Jesús pide a cada creyente hoy: Vivir el amor a Jesús de manera histórico-comunitario. Decir que amamos a Jesús no es lo fundamental en la vida de la Iglesia. Lo que es fundamental es testificar el amor a Jesús en el amor concreto a los hermanos y a las hermanas con los que hacemos comunidad cristiana. Allí nos jugamos la credibilidad. Allí somos fieles al amor recibido y hacemos creíble el misterio de la comunidad." (Koinonía) 


jueves, 17 de mayo de 2018

LA VERDADERA UNIDAD



















"No te ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí al oir el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí. Padre, tú me los confiaste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y estos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y yo mismo esté en ellos."

Jesús acaba su oración al Padre y pide para nosotros la unidad. Una unidad como la que existe entre Él y el Padre. La verdadera unidad. Una unidad que no significa la uniformidad. Todos los hombres somos únicos. ¿De que unidad nos habla? De la unidad del amor. De un mundo en el que todos somos iguales. En el que no haya diferencias entre hombres y mujeres, entre razas, entre condiciones sociales...Por contra, los primeros en estar divididos somos sus seguidores. Por más que nosotros, por orgullo y ansias de poder, nos empeñemos en separarnos en Iglesia, sólo hay una: la que forman todos los seguidores de Jesús. La comunidad de Jesús. Eso es lo que significa Iglesia: comunidad. 
El día que los hombres seamos realmente "uno" en el amor, desaparecerán todos los problemas de la tierra. Esto quizá es una utopía, pero no por ello hemos de dejar de luchar para alcanzarlo.

miércoles, 16 de mayo de 2018

EN LAS MANOS DEL PADRE


"Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como tú y yo. Cuando estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los protegía con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura. 
Ahora voy a ti; pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo. Yo les he comunicado tu palabra; pero el mundo los odia porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal.  Así como yo no soy del mundo, tampoco ellos son del mundo. Conságralos a ti por medio de la verdad: tu palabra es la verdad. Como me enviaste a mí al mundo, así yo los envío. Y por causa de ellos me consagro a mí mismo, para que también ellos sean consagrados por medio de la verdad."

El evangelio de Juan nos sigue relatando la oración de Jesús en la Última Cena.
Nos pone en manos del Padre. Él nos cuidará. pero debemos formar comunidad. Ser uno como el Padre y Jesús.
Pide para nosotros la alegría. Nos hemos empeñado en presentar una religión triste, dolorosa. Jesús quiere que tengamos su alegría.
Jesús también quiere que tengamos la Verdad. Y nos envía a proclamar esta Verdad a todo el mundo.
Como estamos en manos del Padre, podemos tener la seguridad de que podremos cumplir todas estas cosas. 


martes, 15 de mayo de 2018

LA VIDA ETERNA


"Habiendo dicho estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo:
- Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti. Pues tú has dado a tu Hijo autoridad sobre todos los hombres, para que dé vida eterna a los que le confiaste. Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado lo que me encargaste que hiciera. Ahora pues, Padre, dame en tu presencia la misma gloria que yo tenía contigo desde antes que existiera el mundo. 
A los que del mundo escogiste para confiármelos, les he hecho saber quién eres. Eran tuyos, y tú me los confiaste y han hecho caso a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me confiaste viene de ti, pues les he dado el mensaje que me diste y lo han aceptado. Han comprendido que en verdad he venido de ti, y han creído que tú me enviaste.
Te ruego por ellos. No ruego por los que son del mundo, sino por los que me confiaste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío; y mi gloria se hace visible en ellos.
Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo voy para estar contigo."

Esta oración de Jesús es todo un tratado teológico del evangelio de Juan. Nos indica en consiste la vida eterna:
"Hemos hablado de la vida eterna en términos difíciles de comprender. Poco asequibles y con palabras que terminan cargando a los cristianos en una conciencia de miedo y de pánico frente a esta realidad clave para la vida cristiana. Jesús da una definición sencilla de vida eterna. No es un tratado más, sino una experiencia. Jesús nos transmite la experiencia de la vida que Dios quiere para que el hombre y la mujer lleguen a la plenitud. La vida eterna que Jesús propone es: conocer al Padre como al único Dios verdadero y a su enviado, Jesús el Mesías. Pero en esta simplicidad está la clave. La experiencia de Dios y de Jesús es una realidad existencial, relacional. Jesús lo que nos está dejando es su misma herencia relacional con el Padre. Sus palabras, salidas de lo más íntimo de su ser, son una verdadera oración. No son fórmulas frías. No son rezos organizados para responder a un acto religioso. El Hijo nos regala su propia relacionalidad con el Padre. Es la que quiere que experimentemos a fin de vivir en plenitud." (koinonía)


lunes, 14 de mayo de 2018

EL MANDAMIENTO DE JESÚS


"Yo os amo como el Padre me ama a mí; permaneced, pues, en el amor que os tengo. Si obedecéis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 
Os hablo así para que os alegréis conmigo y vuestra alegría sea completa. Mi mandamiento es este: Que os améis unos a otros como yo os he amado. No hay amor más grande que el que a uno le lleva a dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando.Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho. Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os he escogido a vosotros y os he encargado que vayáis y deis mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre. Esto es, pues, lo que os mando: Que os améis unos a otros."

Hoy celebramos San Matías apóstol. Por eso leemos nuevamente este evangelio. Su tema central es el Amor y en él queda claro cuál es el mandamiento de Jesús: amarnos unos a otros como Él nos ama.
Leamos la reflexión de Koinonía:
 "El amor del Padre que Jesús experimentó, es el que ofrece a sus discípulos. Desde este amor cada bautizado ha de comprender su vocación. No es el creyente quien elige a Jesús. Es Jesús quien elige al discípulo. Es un acto de amor, gratuito y bondadoso, de parte de Jesús. Dios siempre toma la iniciativa. Dios es siempre el que convoca, el que elige, el que llama. Jesús llama a cada uno de los discípulos “amigo”. Esa es la manera como llama a cada bautizado que lo recibe en su vida como Señor y Salvador. La relación con Jesús no es una cuestión protocolaria, fría u oficial. Jesús instaura una nueva manera relacional entre un Maestro y un discípulo: La amistad. El compromiso que cada creyente está llamado a vivir, es en fidelidad a la amistad que el Maestro ha propuesto. La amistad con Jesús se experimenta y se vivencia en una manera concreta de vivir con los hermanos de comunidad. No puede existir una relación con el Crucificado Resucitado, si no se da a través de ella." 


domingo, 13 de mayo de 2018

ID AL MUNDO ENTERO


"Y les dijo:
- Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia. El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; cogerán serpientes con las manos; si beben algún veneno, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y los sanarán.
Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Los discípulos salieron por todas partes a anunciar el mensaje, y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas."

Jesús, antes de partir, nos hace misioneros a todos sus discípulos. Debemos anunciar la Buena Nueva por todo el mundo. Y esto debemos hacerlo, no sólo con palabras, sino, sobre todo, con nuestra vida, con nuestras obras.
Debemos hablar nuevas lenguas, es decir, ser dialogantes con todo el mundo, empáticos, poniéndonos en su lugar.
Hemos de luchar contra el mal. No permitir que el veneno del mal nos destruya.
Debemos sanar a todo el mundo, repartir vida a nuestro alrededor.
Esta es la misión de la Iglesia, la misión de sus discípulos. Debemos devolver la esperanza de un mundo mejor a una sociedad que ha perdido su horizonte, que cada día espera menos de la vida. Si queremos mejor el presente, debemos esperar un futuro mejor.
Somos responsables de la Buena Noticia. Y si hoy la sociedad no cree, es porque nosotros no hemos sabido comunicar esa palabras. Nos hemos perdido en teorías y hemos olvidado la Vida, el Amor, que es lo único que puede cambiar este mundo.