miércoles, 17 de octubre de 2018

¡AY DE NOSOTROS!


"¡Ay de vosotros, fariseos!, que separáis para Dios la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero no hacéis caso de la justicia y el amor a Dios. Esto es lo que se debe hacer, sin dejar de hacer lo otro.
¡Ay de vosotros, fariseos!, que deseáis los asientos de honor en las sinagogas y ser saludados con todo respeto en la calle.
¡Ay de vosotros, que sois como esas tumbas ocultas a la vista, que la gente pisotea sin darse cuenta! 
Uno de los maestros de la ley le contestó entonces:
– Maestro, al decir esto nos ofendes también a nosotros.
Pero Jesús dijo:
– ¡Ay también de vosotros, maestros de la ley!, que cargáis a los demás con cargas insoportables y vosotros ni siquiera con un dedo queréis tocarlas."

Jesús sigue mostrando nuestra hipocresía. Nuestra sociedad es "farisea". Valoramos las apariencias por encima de todo. Exigimos a los demás lo que nosotros no cumplimos. Olvidamos lo más importante: la justicia y el amor de Dios. ¡Ay de nosotros!  

"La ley puede generar relaciones de equidad que permitan un buen vivir entre los seres humanos. La dificultad de la ley radica cuando esta puesta al servicio de unos pocos, pierde su espíritu de transformación y es utilizada para garantizar un orden deshumano, inhumano. Eso es justamente lo que Jesús a través de los ayees explicita, ya que la ley se ha convertido en un yugo de opresión. Los fariseos habían olvidado el valor y el respeto por el ser humano, la práctica de la justicia y el deseo de construir una comunidad que hiciera la voluntad de Dios. Por ello, Jesús lanza duras críticas a su sistema legitimador del sufrimiento y de las cargas para los más empobrecidos. Los líderes de Israel estaban lejos del proyecto que Dios quería instaurar. La ley debe promover la vida, la libertad, la autonomía y debe estar al servicio del crecimiento y desarrollo humano y social. Jesús desea terminar con todo aquello que no permite al hombre y a la mujer avanzar en la propuesta de Dios. ¿Cumplo con la ley de Dios?" (Koinonía) 


martes, 16 de octubre de 2018

LA VERDAD INTERIOR


"Cuando Jesús dejó de hablar, un fariseo le invitó a comer en su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. Y como el fariseo se extrañase al ver que no había cumplido con el rito de lavarse las manos antes de comer, el Señor le dijo:
– Vosotros los fariseos limpiáis por fuera el vaso y el plato, pero por dentro estáis llenos de lo que habéis obtenido mediante el robo y la maldad. ¡Necios!, ¿no sabéis que el que hizo lo de fuera hizo también lo de dentro? Dad vuestras limosnas de lo que está dentro y así todo quedará limpio."

Nosotros damos mucha importancia a lo exterior, pero lo importante está en el interior. Somos una sociedad de "fachada", pero guardamos injusticia y egoísmo en nuestro interior.
 "El evangelio de Lucas nos sitúa en la casa del fariseo. Los fariseos, guías de la Comunidad Judía, deseosos de elaborar un marco preciso que permitiera la exacta observancia de la Torah, llegaron a elaborar 613 reglas (248 preceptos y 365 prohibiciones), desde esta perspectiva entendemos mejor la extraña reacción del fariseo frente a Jesús que no se deja limitar por la observancia o legalismo imperante, sino que actúa libre de cualquier tipo de atadura que lo desviará del proyecto de Dios. La reacción de Jesús frente a las normas que matan el espíritu y la autonomía es inmediata, los ritos de limpieza y de purificación no pueden estar por encima del ser humano, ni de las relaciones de fraternidad y cercanía. Cada persona está llamada a ser responsable siendo parte de la comunidad y estando al servicio de la misma y los liderazgos están dados para contribuir al bienestar social, al crecimiento y a la madurez humana, al desarrollo y bienestar comunitario. ¿Mis habilidades y dones están puestos al servicio de la comunidad?" (Koinonía) 


lunes, 15 de octubre de 2018

NUESTRO DESCANSO


"Por aquel tiempo, Jesús dijo:
- Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido. 
Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce realmente al Hijo, sino el Padre; nadie conoce realmente al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso. Porque el yugo y la carga que yo os impongo son ligeros."

La vida no es fácil y nosotros nos la complicamos más. Son los sencillos, los que saben vivir con simplicidad, los que pueden vivir felices.
La vida está llena de obligaciones que nos fatigan. Jesús nos ofrece su corazón para que reposemos en él. Nosotros, ocupados con mil cosas, olvidamos recordar que Él está siempre junto a nosotros. Y no sabemos buscar momentos de paz, para vivir más unidos a Él. No acabamos de entender, que sólo en Él encontraremos descanso.


domingo, 14 de octubre de 2018

PARA SEGUIR A JESÚS


"Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó:
– Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? 
Jesús le contestó:
– ¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: ‘No mates, no cometas adulterio, no robes, no mientas en perjuicio de nadie ni engañes, y honra a tu padre y a tu madre.’ 
El hombre le dijo:
– Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven.
Jesús le miró con afecto y le contestó:
– Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego, ven y sígueme.
El hombre se afligió al oir esto; se fue triste, porque era muy rico.
Jesús entonces miró alrededor y dijo a sus discípulos:
– ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! 
Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús volvió a decirles:
– Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
Al oirlo, se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros:
– ¿Y quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contestó:
– Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él no hay nada imposible. 
Pedro comenzó a decirle:
– Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido.
Jesús respondió:
– Os aseguro que todo el que por mi causa y por causa del evangelio deje casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras, recibirá ya en este mundo cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones; y en el mundo venidero recibirá la vida eterna."


Para seguir a Jesús, debemos tener nuestro corazón libre. Para seguir a Jesús debemos entregarlo todo a los demás. Sólo se puede seguir a Jesús ligero de equipaje.
"La imagen del camino es central en el evangelio de Marcos (cf Mc 10, 17). Estamos ante el tema del seguimiento de Jesús. En ese sentido va la pregunta de aquel que únicamente Mateo llama "el joven rico" (19, 22); para Marcos (y Lucas) parece tratarse más bien de una persona mayor que pregunta: ¿cómo heredar la vida? (cf Mc 10,17).
Jesús comienza por remitir a Dios; su bondad está al inicio de todo. Esto equivale a resumir la primera tabla de los mandamientos. En seguida enuncia explícitamente los correspondientes a la segunda tabla, con un añadido importante (que sólo se encuentra en Marcos): "no seas injusto" (v. 19). La frase es algo así como un sumario del listado que se recuerda. Se trata de la condición mínima que se plantea al creyente. Con sencillez el rico dice que todo eso lo ha observado (cf v. 20), no hay nada de arrogante en esta afirmación. Ésa era la convicción de los sabios de la época: la ley puede ser cumplida plenamente.
Pero seguir a Jesús espera algo más. Con afecto lo invita Jesús a ser uno de los suyos. No sólo debe abandonar la riqueza, hay que entregarla a los pobres, a los necesitados. Esto lo pondrá en condiciones de seguirlo (cf v. 21). No basta respetar la justicia en nuestras actitudes personales, hay que ir a la raíz del mal, al fundamento de la injusticia: el ansia de acumular riqueza. Pero, dejar sus posesiones, le resultó una exigencia muy dura al
preguntante; como muchos de nosotros prefirió una vida creyente resignada a una cómoda mediocridad (cf v. 22). «Creer sí, pero no tanto». Profesar la fe en Dios, aunque negándonos a poner en práctica su voluntad. Jesús aprovecha la ocasión para poner las cosas en claro con sus discípulos: el apego al dinero y al poder es una dificultad mayor para entrar en el Reino (cf v. 23). La comparación que sigue es severa; algunos han querido suavizarla, pretendiendo -por ejemplo- que había en la ciudad unas puertas pequeñas llamadas "agujas"... y que bastaba entonces al camello agacharse para poder entrar por ese ojo de aguja...
Los discípulos, en cambio, entendieron bien el mensaje. El asunto se les presenta poco menos que imposible. Pasar por el ojo de una aguja significa poner su confianza en Dios y no en las riquezas. No es fácil ni personalmente ni como Iglesia aceptar este planteamiento, siguiendo a los discípulos nos preguntamos -con pretendido realismo-: “entonces, ¿quién se podrá salvar?" (cf v. 26). El dinero da seguridad, nos permite ser eficaces, decimos. El Señor recuerda que nuestra capacidad de creer solamente en Dios es una gracia (cf v. 27).
Como comunidad de discípulos, como Iglesia, debemos renunciar a la seguridad que da el dinero y el poder. Eso es tener el "espíritu de sabiduría" (Sab 7,7), aceptar que ella sea nuestra luz (cf v. 10). A la sabiduría nos lleva la palabra de Dios, cuyo filo corta nuestras ataduras a todo prestigio mundano. Ante ella nada queda oculto, todas nuestras complicidades aparecen con claridad (cf Hb 4,12-13). Como creyentes, como Iglesia, ¿seremos capaces de pasar por el ojo de una aguja?" (Koinonía) 




sábado, 13 de octubre de 2018

DICHOSOS LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA


"Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer gritó de en medio de la gente:
– ¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te crió!
Él contestó:
- ¡Dichosos más bien los que escuchan el mensaje de Dios y le obedecen!"
El evangelio de hoy coincide con el de ayer, Festividad del Pilar. Os dejo el comentario de Koinonía:

"El pueblo siente admiración por el actuar de Jesús. Está entusiasmado de los signos milagrosos que realiza, de su trato a la gente excluida, de la forma que habla de Dios. Para una madre, no hay mejor alabanza que decirle: ¡Bendita tu madre, bendita la que te llevó en su seno y te enseño a hablar, a caminar, a rezar! Es el honor de la familia. Una mujer, una mamá, toma la iniciativa y en nombre de la muchedumbre le lanza este precioso piropo a Jesús, quién no lo desprecia. Es como si dijera: está bien, mi mamá es feliz por haberme llevado en su seno, pero es mucho más feliz por haber creído a la palabra, por eso voy a introducirla junto con los discípulos en otro modelo de alabanzas, en otro código de felicidad. La familia sanguínea es algo precioso, pero estamos introduciendo en el mundo, gracias a la fuerza de la palabra, otro modelo de familia más extensiva, donde caben los excluidos a las mesas de la abundancia, y los extraviados por los caminos."(Koinonía) 

viernes, 12 de octubre de 2018

LA PRIMERA DISCÍPULA


"Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer gritó de en medio de la gente:
– ¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te crió!
Él contestó:
– ¡Dichosos más bien los que escuchan el mensaje de Dios y le obedecen!"

María llevó a Jesús en su seno; pero sobre todo, María fue la mujer que escuchó su Palabra y que guardaba todo lo que escuchaba y veía, en su corazón. Esa es la verdadera dicha de María. La de haber sido la primera seguidora de Jesús, la primera discípula. Ella es nuestro modelo, porque nos precedió en el seguimiento de Jesús. 


jueves, 11 de octubre de 2018

BUSCAR, PEDIR, LLAMAR...


"También les dijo Jesús:
– Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: 'Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle.' Sin duda, aquel le contestará desde dentro: '¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada.' Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!"


Jesús nos ama y se nos entrega totalmente. Pero nosotros hemos de buscar, debemos pedir, tenemos que llamar a su puerta. Él nos dará siempre cosas buenas. Nos dará el Espíritu. Sólo debemos insistir.
"Pedir, buscar, llamar a la puerta: son tres tareas de los buscadores del Reino. Todos somos peregrinos. Nuestra identidad es la de buscadores del sentido de la vida, hay que buscar, caminar, salir de nosotros mismos para viajar a lo más íntimo de nosotros mismos y encontrar allí el agua de la vida. Somos seres pobres, necesitamos ayuda. Nos sentimos seres perdidos, necesitamos buscar el camino, el tesoro escondido del reino. Somos seres sin hogar, necesitamos llamar a las puertas para encontrar una casa que nos acoja. Somos como huérfanos sin un hogar estable. Este Dios del reino que revela Jesús, este Padre amoroso no se esconde, escucha la llamada, pero no abre si no llamamos. Está esperando nuestra iniciativa. Entonces abre la puerta y acoge al peregrino. No es como el amigo de la parábola que le cuesta abrir la puerta y solo la abre para que le dejemos en paz porque quiere dormir. Dios no duerme, está deseando que llamemos a su puerta. Si llamamos Él abre y nos invita a una cena donde delicadamente nos enamora." (Koinonía)