viernes, 20 de diciembre de 2019

EL ANACORETA Y LOS ANIMALES DEL DESIERTO


Aquel amanecer, el Anacoreta, estaba pletórico. El desierto despertaba con su gradación de ocres a medida que el sol esparcía sus rayos sobre él.
El Anacoreta rezaba:
- Gracias Señor, porque me has hecho el hombre más rico del mundo. Tengo una cueva que me protege del frío durante la noche y del calor durante el día. Tengo todo un desierto para mí y el aire y la atmósfera más pura de la tierra...
Aún no había acabado su oración que una extraña y silbante voz dijo:
- ¡Eh! No tan deprisa, que la cueva es mía.
Se giró el Anacoreta y vio a una serpiente en la puerta de la cueva, mirándolo con ojos penetrantes y haciendo temblar su lengua bífida.
- Cuando llegaste yo ya estaba aquí. Te dejé porque eres una persona pacífic y buena y no me molestas.
Al mismo tiempo se oyeron miles de voces atipladas:
- ¡El desierto es nuestro! ¡El desierto siempre ha sido nuestro!
Eran las hormigas, saltamontes, arañas, gusanos...Los mil y un habitantes de aquel desierto.
Sobre su cabeza sonó una voz grave y tranquila. Era el águila que giraba en amplios círculos sobre el desierto.
- Y el aire es mío; pero no me importa compartirlo. Vosotros los hombres llegáis a un lugar y enseguida os hacéis los dueños, levantáis cercas y alambradas. Si supierais compartir...os ahorraríais muchos problemas.
El Anacoreta prosiguió su oración reflexionando sobre cuan lejos estaba todavía de la perfección.

jueves, 19 de diciembre de 2019

EL ANACORETA Y LA ALEGRÍA


Andaba el joven que seguía al Anacoreta algo triste...De forma que en un momento de tranquilidad, el anciano lo tomó aparte y le dijo:

- No es bueno meditar demasiado sobre el dolor...La vida ya nos sirve una buena cantidad de él...Hemos de potenciar la espiritualidad de la felicidad.

El joven miró algo extrañado al Anacoreta. Este prosiguió:

- Es la espiritualidad que consiste en hacer felices a los que nos rodean, a todos aquellos que podamos...Ya decía Santa Teresa, poco sospechosa de frívola, que un santo triste es un triste santo...

Ya antes de que el joven abriera la boca para preguntar nada, el Anacoreta le indicó:

- Y recuerda que la alegría no se predica, ni se alcanza por decreto. La alegría se propaga por contagio. O sea, que se trata de ser alegres si queremos que los demás lo sean...

Y continuaron sus actividades riendo...

miércoles, 18 de diciembre de 2019

EL ANACORETA SE DESNUDA


En el desierto hay poca gente, pero todo se acaba sabiendo. El hecho es que el rumor se hizo cada vez más insistente en la ciudad. Y si alguien detecta rápidamente los rumores es el Obispo, que para eso tiene un equipo de canónigos cazarumores. Nadie daba crédito a lo que oían: ¡El Anacoreta andaba desnudo por el desierto!
El Obispo, que conocía muy bien al Anacoreta, sí daba crédito al rumor y además se preguntaba, qué importancia tenía que las hormigas, abejas, saltamontes, algún conejo y dos aguiluchos, vieran a aquel escuálido anciano en traje de adán. Más le preocupaba que el ejemplo cundiera por la ciudad y a algún grupo de jóvenes se le ocurriera seguir su ejemplo.
Envió, pues, a un grupo de canónigos inquisidores para que intentaran hacer volver al orden a nuestro Anacoreta.
Los canónigos, que dicho sea de paso no están muy acostumbrados a andar por el desierto, llegaron extenuados a la cueva, donde el viejo Anacoreta mostraba sus vergüenzas a todos.
Este, con su calma habitual, respondió así al leer el documento episcopal:
- Vosotros también deberíais desnudaros. ¿Qué son los vestidos? El símbolo de todas las capas, añadidos, máscaras, pieles...con las que intentamos esconder nuestro ser esencial ¿No os habéis fijado que en este mundo, cuanto más se quiere parecer lo que no se es, más ropa nos ponemos encima? Del Papa a un pobre Anacoreta, id descendiendo el escalafón, y veréis que simplemente basta quitar un poco de ropa y tenemos un obispo, un poco más y aparece un canónigo, otras prendas y tenemos un sacerdote...Hijos míos, yo os recomendaría que os desnudarais. Pero, como a mí me falta mucho camino para ser yo mismo, volveré a ponerme mi hábito, y de paso evitaré que el Obispo se enfade con vosotros. Id en paz.
Los canónigos regresaron en silencio, y, hay quien dice, que un reguero de capas, ornamentos y prendas de vestir inútiles, señala, desde entonces, el camino de la cueva del Anacoreta hasta la ciudad.    

martes, 17 de diciembre de 2019

EL ANACORETA Y LA PREGUNTA...


Estaba el Anacoreta reunido con unos jóvenes y les preguntó:

- ¿Quién es Jesús?

Alzaron rápidamente las manos y empezaron a responder cortándose los unos a los otros: "El Hijo de Dios", "Nuestro Salvador", "La segunda persona de la Trinidad"...y muchas otras definiciones.

Sonrió el Anacoreta y dijo:

- No me he sabido explicar o no habéis entendido la pregunta. Quiero que me digáis quién es Jesus para vosotros. Qué representa en vuestra vida.

Nadie levantó la mano para responder.

- Entonces - añadió el Anacoreta - id a meditar y volved cuando tengáis la respuesta.

Y mirando al jóven que le seguía, afirmó:

- Cuando nos preocupamos más por la ortoxia que por la vivencia espiritual, Jesús acaba convirtiéndose en una idea dogmática y la religión en una ideología...

Y se fueron a rezar Sexta...

lunes, 16 de diciembre de 2019

¿CON QUÉ AUTORIDAD?


"Jesús entró en el templo y, mientras estaba en él, enseñando, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos y le preguntaron:
– ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado tal autoridad? 
Jesús les contestó:
– Yo también os voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juanp a bautizar: Dios o los hombres? Si me respondéis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Ellos se pusieron a discutir unos con otros:
- Si respondemos que le envió Dios, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’ Y si decimos que fueron los hombres, tenemos miedo de la gente, porque todos tienen a Juan por profeta.
Así que respondieron a Jesús:
– No lo sabemos.
Entonces él les contestó.
– Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas." 

No hay nadie que pueda arrogarse la autoridad. Los sacerdotes quieren saber con qué autoridad curaba, perdonaba, acogía a todos. Jesús les hace ver que la única autoridad es la del Espíritu y este sopla donde quiere. Nadie puede adjudicarse la autoridad. Todo aquel que hace el bien, lo hace con la autoridad del Espíritu.
"La libertad del Espíritu de Dios es una de las convicciones bíblicas más arraigadas entre los cristianos. Esto es lo que brilla en el relato de Balán, aquel extranjero que debió bendecir a la gente cuando el rey que lo había contratado le exigía maldecirla. Pero esa libertad de Dios ha hecho camino secular también hacia los humanos adquiriendo diversas facetas o modos; pensemos en la libertad de expresión y en la libertad de pensamiento que han venido a constituirse en reconocidos derechos fundamentales de las personas a nivel universal. Los procesos educativos actuales tienen la libertad de pensamiento como ingrediente fundamental en la madurez de las personas. En efecto, de pequeños somos conducidos en las formas y criterios de vida de nuestros mayores, conforme crecemos en discreción y en el uso de la razón, comenzamos a preguntar y razonar sobre la validez de lo que hemos aprendido, hasta ir formulando criterios propios de vida. Balán, profetiza movido por el Espíritu de Dios. ¿Alienta en nosotros el mismo espíritu? ¿Cómo alienta esto entre el pueblo de Dios?" (Koinonía) 

domingo, 15 de diciembre de 2019

RECONOCER A JESÚS


"Juan, en la cárcel, oyó hablar de lo que Cristo estaba haciendo, y envió algunos de sus seguidores a preguntarle si él era quien había de venir o si debían esperar a otro.
Jesús les contestó:
- Id y contadle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no pierde su confianza en mí! 
Cuando se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo:
- ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Y si no, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido? Los que se visten lujosamente están en las casas de los reyes. En fin, ¿a qué salisteis? ¿A ver a un profeta? Sí, verdaderamente, y a uno que es mucho más que profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura:
‘Yo envío mi mensajero delante de ti
para que te prepare el camino.’ 
Os aseguro que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él."


Las señales de Jesús son las de devolver la vista a los ciegos, andar a los cojos, oir a los sordos, curar los leprosos, y anunciar la Buena Noticia a los pobres...Esas también han de ser las señales del cristianos. ¿Lo son?
"El evangelio de Mateo nos presenta la llamada «prueba mesiánica». Juan el Bautista desde la cárcel manda emisarios para preguntarle a Jesús si es él el esperado o si deben esperar a otro. Jesús no responde con algunas pruebas teologicas, ni con citas bíblicas apologéticas, o con algunos dogmas o doctrinas, sino que se remite y remite a los consultantes a los puros hechos, que pueden ser «vistos y oídos»: «los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios... y a los pobres se les anuncia el Evangelio, la Buena Noticia». Estos «hechos», estas buenas noticias, son la prueba de identidad del Mesías. Y serán, tienen que ser, la prueba de identidad de quienes sigan al Mesías, al Xristós, o sea, los «cristianos». Sólo si nuestra vida produce esos mismos hechos, sólo si somos «buena noticia para los pobres», sólo entonces estaremos siendo seguidores de aquel Mesías, del Xristós, o sea, «cristianos»." (Koinonía) 


sábado, 14 de diciembre de 2019

EL ANACORETA Y LA FALTA DE COMPROMISO




Paseaban el Anacoreta y su joven seguidor por la ciudad. Al cabo de un rato el anciano dijo:

- ¿Te has fijado en la cantidad de anuncios que hablan de cosas light, descafeinadas, 0% sin grasas, suaves...?

Asintió el joven mientras el Anacoreta proseguía:

- Lo mismo nos pasa a nivel del compromiso. Nuestra sociedad está llena de buenas voluntades, pero se trata de una buena voluntad difusa, general. La podríamos llamar descafeinada o calificarla de 0% sin compromiso.

Miró a su seguidor y le dijo:

- Nuestra actitud debería ser: "Aquí estoy, Señor. Habla que tu siervo escucha". Deberíamos una vez por todas, tomar una decisión: Dios. Y vivir para Dios. Comprometernos de verdad.

El joven, dubitativo, repuso:

- Pero, ¿no podemos caer así en el fundamentalismo?

Sonrió el Anacoreta y le respondió:

- Hay una diferencia importante. El fundamentalista dice sí a una ideología. Nosotros decimos sí a una persona: Jesús. Supone seguirle e imitarle. Y él fue todo amor y respeto. Todo misericordia y perdón hacia los otros. Así nunca se puede ser fundamentalista. Además no lo seguimos para defender unas ideas, sino porque nos fiamos de Él...Dios no es una obligación. Es el Don del Amor absoluto.

Y continuaron su paseo