lunes, 8 de marzo de 2021

EL ANACORETA Y LA DIVERSIDAD


 
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

El Anacoreta dijo a su discípulo:
- Nuestra sociedad parece abierta. Internet ha reducido las distancias. Sin embargo estamos más encerrados en nosotros mismos que nunca. No aceptamos las diferencias. Nos rodeamos de los que piensan como nosotros. No aceptamos a los que vienen del exterior. Llamamos cultura a la nuestra y rechazamos a las demás. 
Dios es universal, se muestra a todos y no tiene preferencias, a no ser la de los pobres, necesitados, perseguidos...los pequeños. ¿Qué esperamos a aceptar a todo el mundo como hermanos?

"En muchos momentos de su historia, el pueblo de la Biblia padeció un etnocentrismo rancio, similar al de muchos trasnochados nacionalismos actuales. Al colocarse en el centro exclusivo de la beneficencia de Dios, le impedía apreciar la nobleza, bondad y verdad que estaba operando en las culturas de su alrededor, predominantemente paganas e idólatras. El peso de esto es determinante en las actitudes que encontramos en las páginas bíblicas. Lo que san Lucas plantea en el discurso inaugural de Nazaret, es que el Evangelio de Dios está destinado también a los extranjeros, no solo a los judíos. Entendamos que este discurso respondía al hecho de que la fe cristiana había sido rechazada por los judíos.
La palabra de Dios, por su propia naturaleza, es una palabra inmersa en la cultura en la que habla. En cualquier caso, los efectos de esa palabra deberán notarse en el pan y la salud para los hambrientos y los enfermos, bordando con la lectura de hoy. ¿Qué bondades percibimos en las personas que no comparten nuestro credo?" (Koinonía)

domingo, 7 de marzo de 2021

DESHACERNOS DE LO QUE NOS ALEJA DE DIOS...

 


Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre." Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora." Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: "¿Qué signos nos muestras para obrar así?" Jesús contestó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Los judíos replicaron: "Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?" Pero hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

El simbolismo de la revelación mesiánica de Jesús es sumamente resaltado en la confrontación con el templo. El relato necesita hacerlo; al fin y al cabo, se está construyendo y afirmando una nueva identidad. El templo de Jerusalén es el centro de las instituciones y símbolo de la gloria y el poder de la nación judía (tanto la residente en Palestina como la que se encuentra en la Diáspora). El evangelio emplea un símbolo conocido para indicar la presentación mesiánica de Jesús: el “látigo con cuerdas”. Era proverbial la frase “el látigo del Mesías” para significar la violencia que implica la irrupción de la era mesiánica. El uso que Jesús hace del “látigo” no deja la menor duda acerca de su identidad y del proyecto que encarna: con él arroja fuera del templo el ganado que se vendía para los sacrificios, las ovejas y los bueyes. Sacrificios, como ovejas y bueyes, así como sus potenciales compradores (sólo los ricos podían ofrecer este tipo de ganado en el sacrificio) son puestos fuera del horizonte del nuevo proyecto mesiánico-profético.
Al echar todos afuera del templo con sus ovejas y sus bueyes, Jesús declara la invalidez del culto de los potentados, del que los sacrificios constituían el momento cumbre. Jesús no denuncia solamente, como habían hecho los profetas, «el culto que encubre la injusticia», sino que declara infame «el culto que es en sí mismo una injusticia», por ser medio de explotación, pero sobre todo «por ser legitimación religiosa de la injusticia y del crimen». No propone una reforma del culto, sino su abolición.
La expulsión de los bueyes tiene que ver con la misma constitución de la sociedad tributaria-monárquica. El primer rey de Israel se constituyó a partir del “grupo de campesinos propietarios de bueyes”. No es de extrañar que a partir de entonces, latifundistas, bueyes y sacrificios en el templo estén articulados en un solo proyecto, y que se correspondan ideológica y religiosamente. Además, el dios Baal de los agricultores cananeos se representaba con un buey. La agricultura y la ganadería necesitan su propio dios y su propio culto. Los latifundistas fueron aliados importantes de Herodes para la consolidación de su poder, y él, como retribución, mantuvo en forma opulenta al templo. Así podemos entender por qué el templo estaba lleno de bueyes, si la ideología religiosa dominante cuyo centro simbólico estaba allí era la justificación principal del sistema social estratificado y concentrador en Palestina desde la Reforma de Josías.
La expulsión de las ovejas del templo tiene también un rico sentido simbólico. Las ovejas son figura del pueblo, encerrado en el recinto donde está condenado al sacrificio. Los dirigentes explotan y asesinan al pueblo –verdadera víctima del culto–, sacrifican y destruyen al rebaño, a cuya costa viven. Jesús no se propone reformar aquella institución religiosa propósito por cierto inútil, sino rescatar al pueblo de ella.
Todos los grupos judíos esperaban la utopía del Reino, de forma que la agitación del primer siglo hizo a muchos pensar que la hora estaba próxima. Para los zelotas era la hora de tomar las armas contra la ocupación romana para instaurar el reino de Dios en el cual el templo y su personal ya no estuvieran sujetos a ningún imperio. Los saduceos no esperaban activamente el Reino y se contentaban con mantener como mejor podían el culto del templo con la ayuda de las autoridades romanas. Los esenios, como los zelotas, estaban listos para tomar las armas por el Reino, pero se habían retirado al desierto en espera del momento oportuno (kairós), considerando que el templo estaba en manos ilegítimas. Los fariseos también consideraban que para que llegara el Reino había que acabar con el dominio extranjero y restaurar la autonomía del templo. Sin embargo, no entraron a ninguna guerrilla y se dedicaron a la más rigurosa observancia de la ley.
A diferencia de los grupos anteriores, la actitud de Jesús y de su comunidad discipular es de tajante oposición al templo, lo que aparece de una manera mucho más radicalmente –no sólo como rechazo de un culto de los poderosos– en las acciones contra los cambistas, a quienes les desparrama las monedas, y contra los vendedores de palomas, a quienes les ordena quitar de en medio su mercancía.
Los cambistas representaban “el sistema financiero” de la época. Todos los varones judíos mayores de 21 años estaban obligados a pagar un tributo anual al templo, e infinidad de donativos en dinero iban a parar al tesoro del templo. Además, en la antigüedad, los templos, por la inmunidad que les confería su carácter sagrado, eran el lugar elegido por los pudientes para depositar sus tesoros. El templo de Jerusalén llegó a ser uno de los mayores bancos de la antigüedad. Pero pagar el tributo y los donativos no se podía hacer en monedas que llevasen la efigie imperial, considerada idolátrica por los judíos: el templo acuñaba su propia moneda y los que iban a pagar tenían que cambiar sus monedas por las del templo. Los cambistas cobraban, naturalmente, su comisión. Al volcar sus mesas y desparramar sus monedas, Jesús estaba atacando directamente el tributo al templo y, con él, al sistema económico religioso dominante. El templo es para Jesús una empresa que explota económicamente al pueblo. De hecho, el culto proporcionaba enormes riquezas a la ciudad y a los comerciantes, sostenía a la nobleza sacerdotal, al clero y a los empleados. La acción de Jesús toca, por tanto, un punto neurálgico: el sistema económico e ideológico que representaba el templo en Israel.
La acción contra los vendedores de palomas es igualmente de enorme impacto ideológico. Las palomas eran animales sacrificiales de menor importancia, pues con ellas los pobres ofrecían sus cultos a Dios; sin embargo el hecho de que sus vendedores hayan sido los únicos a quienes Jesús se dirige y a los que hace responsables de la corrupción del templo, quiere hacer ver la enorme preocupación de Dios por la suerte de los pobres y su enojo por quienes hacen negocio con su pobreza. En contraste con las dos acciones anteriores, Jesús no ejecuta acción alguna, sino que se dirige a los vendedores mismos acusándolos de explotar a los pobres por medio del culto, del impuesto, y del fraude de lo sagrado.
El templo es “casa del mercado”, y allí el dios es el dinero. Al llamar a Dios mi Padre, Jesús no lo identifica con el sistema religioso del templo. La relación con Dios no es religiosa sino familiar, está en el ámbito de la casa familiar. La relación se desacraliza y se familiariza. En la casa del Padre ya no puede haber comercio ni explotación, siendo casa-familia acoge a quien necesite amor, intimidad, confianza, afecto.
Aún, Jesús da un paso más en su confrontación radical con el templo al proponerse él mismo como santuario de Dios. Frente al poder de Herodes (cuarenta y seis años de construcción del templo) emerge el poder del resucitado (tres días). En el Reino de Dios no se requiere templos sino cuerpos vivos. Éstos son los santuarios de Dios, donde brilla su presencia y su amor, si viven dignamente. Jesús no viene a continuar la línea religiosa tradicional. Vino a proponer una humanidad restaurada a partir del principio de la ultimidad de la vida en cuerpos que viven con dignidad. Sobre esta base es posible soñar y construir otra manera de vivir y otra manera de creer.



sábado, 6 de marzo de 2021

TOCAR FONDO



 
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos." Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

"Perder un hijo, por cualquier motivo, debe ser una tristeza profunda para un Padre o una Madre. La parábola de Lucas ilustra la compasión misericordiosa de Dios por sus hijos extraviados y la alegría que lo inunda cuando se reencuentran con él. La trama del relato de la parábola, entre otros tópicos, también tiene que ver con el discernimiento necesario para la conversión. El discernimiento es la deliberación que la inteligencia lleva a cabo para escoger lo que mejor le conviene al individuo. En este ejercicio de racionalidad se pone en juego la libertad, pero no de una manera abstracta o filosófica, sino en el marco pragmático e histórico humano.
El hijo menor de la parábola decide alejarse de la casa paterna para entregarse a una vida disoluta que desemboca en una vida miserable, sin pan. Tocó fondo. En esa condición miserable se gesta la opción del retorno. Convertirse es recuperar la sensatez más elemental, decidir y ejecutar. ¿En qué circunstancia hemos nosotros tocado fondo? ¿Qué nos mueve a volvernos a Dios?" (Koinonía)

viernes, 5 de marzo de 2021

MATAR AL HEREDERO

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

"Por generaciones enteras se pensó, y en algunos círculos esto perdura, que el liderazgo promovido en las Sagradas Escrituras es una especie de don celeste, que Dios otorga a una persona o grupo, para un quehacer específico. De aquí que el elegido goza de tal autocracia e inmunidad, “derecho divino”, que nadie osa poner en cuestión. Este concepto de liderazgo es lo que Jesús socava con la parábola de hoy, como muchos profetas lo hicieron siglos antes. Este entredicho va a exacerbar, en los líderes del pueblo, sumos sacerdotes, ancianos y fariseos, la intención de quitarlo de en medio.
De la parábola deriva claramente que el liderazgo no es autócrata, sino una función delegada para administrar y producir, necesariamente sujeta a la rendición de cuentas. La tensión que escala cada vez que el dueño busca hacer valer su derecho, revela la inmunidad que creen tener quienes abusan, apropiándose de lo que no les pertenece. El Evangelio exige desenmascarar todo tipo de cacicazgo, civil y religioso, en aras de una distribución equitativa de bienes entre todos los actores sociales." (Koinonía)

jueves, 4 de marzo de 2021

LA VERDADERA RIQUEZA

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."

La verdadera riqueza está en ser fiel a la palabra de Dios. Son nuestros actos los que interesan. El rico quizá "rezaba" mucho, pero sus actos no coincidían con sus oraciones- Ignoraba al pobre Lázaro mientras él tenía de todo.
"Jesús tomó distancia del modo de pensar de las fraternidades fariseas que tenían en su credo la vida de ultratumba, y la resurrección de los muertos, pero no la relacionaban con “el aquí y ahora” de la realidad diaria. Para los fariseos era asunto crucial cumplir escrupulosamente todas las estipulaciones de piedad, o sea, aquéllas que honran al templo y su personal. Era ese cumplimiento estricto lo que fincaba una relación recta con Dios para participar del banquete mesiánico en la era venidera. La parábola de Jesús, por el contrario, vincula la suerte del fiel en la vida de ultratumba con lo que haya hecho o dejado de hacer en la vida actual.
Lázaro, único personaje con nombre propio de las parábolas de Jesús, significa “Dios ayuda”, lo que parece desdecir su condición: pobre, desnudo y hambriento. ¿Dónde está el que ayuda? Está en la Ley y los Profetas, es decir, en la voz revelada que norma todo el quehacer cristiano. El no hacer, la omisión, significa la pérdida definitiva del sentido de la vida."(Koinonía)

miércoles, 3 de marzo de 2021

EL ANACORETA Y EL CAMINO DE LA ENTREGA


En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará."
Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre."
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

Aquel hombre se vanagloriaba de su buena conducta y esperaba un gran premio. Pero el Anacoreta le dijo:
- No has entendido nada del camino de Jesús. Su camino es un camino de servicio y de entrega. La Cruz es su final. Si quieres seguir a Jesús, dedica tu vida a los demás. Entrégala. El resto déjalo en manos del Padre.

"El martirio es una de las marcas más elocuentes en la tradición del cristianismo; la heredó del judaísmo. Ya entrada la época helenística, cuando los modos de vivir y entender el mundo con moldes griegos comenzaron a imponerse, los judíos de Palestina, se levantaron los campeones de la fe a defender los valores patrios y el monoteísmo, y empuñaron las armas. A los mártires del judaísmo siguieron los mártires cristianos, que fueron ejecutados por fidelidad a su conciencia. Cada vez que un gobierno absolutista, del signo y color que sea, ha querido suplantar la conciencia personal y soberana de los fieles al Dios único, el derramamiento de la propia sangre, como la de Cristo en la cruz, se ha convertido en testimonio elocuente de la inviolabilidad de la propia conciencia. Nada ni nadie puede sujetarla sino el propio Dios. Así, una de las tareas más urgentes entre los creyentes es la formación de la propia conciencia. ¿Qué hacemos para actualizar nuestras normas de conducta personal y social? ¿Qué valor o principio personal consideramos inviolable?" (Koinonía)

martes, 2 de marzo de 2021

EL ANACORETA Y LA COHERENCIA

 


En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

Tras recibir una visita el Anacoreta dijo:
- Los cristianos tenemos que ser coherentes. Si después de tantos siglos la sociedad sigue siendo injusta, es porque actuamos diferentemente de lo que predicamos. Nuestras acciones están muy lejos de seguir el Evangelio. Así nunca nos seguirá nadie, ni influiremos en la sociedad.

"Jesús mira a los maestros de las comunidades cristianas, a contraluz de los maestros de las sinagogas. Esto mismo, dice que las palabras de Jesús están siendo actualizadas y adaptadas a circunstancias nuevas: los discípulos de Cristo, no son los detentores de una pirámide de doctrinas a los que hay que reverenciar, sino los ejemplos vivos de cómo se hace realidad el amor; son los actores, no los guionistas; son los obreros, no los arquitectos; hacen lo que comprenden, y de una manera que sirve a todos. Entendámoslo bien, la fe cristiana no es un cúmulo de doctrinas perfectamente articuladas, sino la praxis consecuente de Cristo muerto y resucitado.
La presencia de escuelas con inspiración cristiana en nuestro entorno ha significado una cristianización que no ha reflejado los valores fundamentales del Evangelio. Si así fuera no tendríamos los índices de analfabetismo, desigualdad económica y corrupción política y social que nos laceran. Muchas de las élites gobernantes han pasado por escuelas y universidades de cuño cristiano ¿Son los valores del Maestro de Nazaret los que comunicamos?" (Koinonía)