miércoles, 6 de octubre de 2021

ORAR COMO JESÚS

 


Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos," Él les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.""

"Con frecuencia San Lucas describe a Jesús de Nazaret orando, en intimidad con Dios. De hecho, lo central de la experiencia bíblica es el acontecimiento de un Dios personal, libre y amorosamente comprometido con la aventura humana, que culmina en el «Abbá» de Jesús, como fuente entrañable de confianza filial y aliento de profético. En este sentido, llamar a Dios «Abbá», santificar su nombre y rogar el advenimiento del Reino, expresan la esperanza del pueblo de Dios, vinculando el sentido salvífico con el quehacer político, porque es en lo profundo de lo humano donde acontece su voluntad. En cambio, los siguientes ruegos refieren a las necesidades de rehabilitación de la comunidad, urgida de sostenibilidad, reconciliación, perdón y discernimiento. Perder la profundidad del «Abbá» de la praxis orante, sanante y liberadora de Jesús, “sería no solo una pérdida irreparable para el cristianismo, sino que privaría a las demás religiones, y a la misma humanidad, de su oferta más esencial” como dice Andrés Torres. ¿Somos cristianos que promueven la solidaridad y responsabilidad activa con la humanidad?" (Koinonía) 

martes, 5 de octubre de 2021

SABER PEDIR

Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abre. ¿Acaso alguno de vosotros sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O de darle una culebra cuando le pide un pescado? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡Cuánto más vuestro Padre que está en el cielo las dará a quienes se las pidan!

Tradicionalmente el tiempo de Témporas era para pedir buenas cosechas o agradecer las que habían sido abundantes. Por eso este Evangelio en el que Jesús nos invita a pedir con insistencia. A veces hemos criticado la oración de petición, sin embargo, es el mismo Jesús que nos invita a realizarla. Y es que, pedir, supone que nosotros trabajamos para obtener. El Padre sabe lo que nos conviene y Él nos concederá lo mejor para nosotros. 

lunes, 4 de octubre de 2021

HACERNOS PRÓJIMO




En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Él contestó: "Amarás al Señor, tu, Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo." Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida." Pero el maestro de la Ley queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó en una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?" Él contestó: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Anda, haz tu lo mismo."

"Jesús de Nazaret en la parábola del samaritano misericordioso resignifica, dinamiza y despliega la concepción de vida eterna y de prójimo con relación al Primer Testamento. La cuestión fundamental no es saber quién es mi prójimo para amarlo, sino en amar oblativamente haciéndose prójimo de cualquier ser y condición humana que anhele curación, rehabilitación y liberación; manifestándose, en esa medida, la forma en cómo Dios hace heredera de salvación a la persona: humanizándola y haciéndola capaz de humanizar. En este sentido, la auténtica «projimidad» y «humanización» no brota de la dimensión intelectual sino de la capacidad de moverse a compasión siendo honrados, haciéndose cargo, cargando, encargándose y dejándose cargar por la realidad sufriente, lo cual implica un desacomodo de los propios intereses, de las mentalidades y esquemas «egoístas» sean “religiosos o políticamente correctos”. A nosotros, lectores del Evangelio, se nos hace imperativo existencial responder a una parábola abierta: ¿Somos capaces de hacernos prójimos? o ¿Nos creemos con el “derecho” a huir del dolor del otro?" (Koinonía)





domingo, 3 de octubre de 2021

LO IMPORTANTE ES EL AMOR

 


En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Él les replicó: "¿Qué os ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre." En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio." Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

"En el evangelio, los fariseos ponen a prueba a Jesús preguntándole qué piensa sobre el divorcio y si era lícito repudiar a una mujer. La respuesta de Jesús es significativa cuando caemos en cuenta de que, tanto en el judaísmo como en el mundo greco-romano, el repudio era algo muy corriente y estaba regulado por la ley. Si Jesús respondía que no era lícito, estaba contra la ley de Moisés. Por eso les devuelve la pregunta y les dice que la ley de Moisés es provisional y que ahora se han inaugurado los tiempos de la plenitud en los que la vida se construye desde un orden social nuevo, en el que hombre y mujer forman parte de la armonía y el equilibrio de la creación.
La novedad de esta afirmación de Jesús saltaba a la vista; con su interpretación desautorizaba no sólo las opiniones de los maestros de la ley –que pensaban que a una mujer se le podía repudiar incluso por una cosa tan insignificante como dejar quemar la comida–, sino que relativizaba incluso la misma motivación de la ley de Moisés. Además, tiraba por tierra las pretensiones de superioridad de los fariseos, que despreciaban a la mujer, como despreciaban a los niños, a los pobres, a los enfermos, al pueblo. Nuevamente, al defender a la mujer, Jesús se ponía de parte de los rechazados, los marginados, los ‘sin derechos’.
Pero como los discípulos en esto compartían las mismas ideas de los fariseos, no entendieron y, ya en casa, le preguntaron sobre lo que acababa de pasar. Jesús no les explicó mucho más; simplemente les amplió las consecuencias de aquello: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra la primera; y lo mismo la mujer: si repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
El segundo episodio de nuestro evangelio nos presenta un altercado de Jesús con sus discípulos porque ellos no permiten que los niños se acerquen a Jesús para que él los bendiga. Los discípulos pensaban que un verdadero maestro no se debía entretener con niños porque perdía autoridad y credibilidad. Decididamente algo no era claro en ellos. No acababan de asimilar las actitudes de Jesús ni los criterios del Reino. Y Jesús se enojó con ellos; su paciencia también tenía límites y si algo no toleraba era el desprecio hacia los marginados. Y les dijo con mucha energía: dejen que los niños se me acerquen. ¿Con qué derecho se lo impiden, cuando el Padre ha decidido que su Reinado sea precisamente en favor de ellos? ¿No entienden todavía que en el Reino de Dios las cosas se entienden totalmente al contrario que en esta sociedad nuestra?
Los niños que no pueden reclamar méritos, carecen de privilegios y no tienen poder, son ejemplo para los discípulos: por estar desprovistos de cualquier ambición o pretensión egoísta, pueden acoger el Reino de Dios como un don gratuito. «De los que son como ellos es el Reino de Dios», dice Jesús.
Es necesario que nuestra experiencia cristiana sea verdaderamente una realidad de acogida y de amor para todos aquellos que son excluidos por los sistemas injustos e inhumanos que imperan en la sociedad. Nuestra tarea fundamental es incluir a todos aquellos que la sociedad ha desechado porque no se ajustan al modelo de ser humano que se han propuesto. Si nos reconocemos como verdaderos seguidores de Jesús, es necesario comenzar a trabajar por la humanidad que a los débiles de este mundo se les ha arrebatado." (Koinonía)

sábado, 2 de octubre de 2021

SER ÁNGELES PARA LOS DEMÁS

 


En aquella misma ocasión se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron:
– ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo:
– Os aseguro que si no cambiáis y os volvéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. El más importante en el reino de los cielos es aquel que se humilla y se vuelve como este niño. Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.
No despreciéis a ninguno de estos pequeños. Pues os digo que sus ángeles en el cielo contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.

Hacerse como niños es hacerse importante en el Reino. En nuestra sociedad, el más fuerte, el más poderoso, el que tiene más dinero, es el más importante. El camino de Jesús es todo lo contrario. Es el camino de la sencillez, de la humildad. Recibir al niño en nombre de Jesús, es recibir al pobre, al abandonado, al emigrante, al desahuciado...Es ser, en cierta manera, sus ángeles custodios. Amar al otro gratuitamente, es ser su ángel de la guarda.  Eso nos hará que veamos siempre el rostro del Padre, que lo veamos en todo y en todos.

viernes, 1 de octubre de 2021

NUESTROS ACTOS HAN DE SER LA PALABRA DE JESÚS

 


En aquel tiempo, dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado."

"Creo que dos son los peligros serios que amenazan al cristianismo hoy; el primero, vivir en una “Casa Común” irreal, sobre todo, sin participar en su sufrimiento ni en los anhelos de los pobres y las víctimas; el segundo, pensar que el querer salvífico de Dios poco o nada tiene que ver con la historia y con las esperanzas de la humanidad. Ambos peligros suponen un desafío: «la honradez con lo real», contenido esencial del lamento profético de Jesús de Nazaret, contra los incapaces de reconocer a los empobrecidos y a los débiles, cuyos derechos pisotean. En este sentido, lo distintivo del cristianismo es encarnar en la vida a Jesús y su proyecto de humanización, comprometidos en la transformación de la realidad. Dejémonos inspirar por las palabras de Monseñor Romero; “…muchos cristianos están dispuestos a dar su vida para que haya vida para los pobres. Insertos como Jesús en el mundo real, amenazados y acusados como él, dando la vida como él, están testimoniando la Palabra de la Vida”." (Koinonía) 


jueves, 30 de septiembre de 2021

EL CAMINO SINODAL

 



En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios". Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

"El Evangelio es una invitación a releer la memoria que da razón de ser a la Iglesia: el estilo y la praxis misionera de Jesús de Nazaret, que retan a abrir fronteras de todo tipo, a buscar caminos; a conocer las periferias humanas; a seguir inspirando procesos y transformaciones que rehabiliten el espíritu de la humanidad. Un doble desafío se desprende de la memoria misionera que hace comunidad de discípulos y discípulas hoy. El primero, impulsar procesos de diálogo y conversión pastoral como una forma de buscar nuevos modos de participación y celebración eclesial donde todos y todas se sientan responsables de la vida y misión de la iglesia. El segundo, propiciar por todos los medios posibles, la generación de espacios de discernimiento colectivo en el que se renueve, a la luz de Espíritu, la opción por la vida, reconciliación y paz como pueblo de Dios, Iglesia de los Pobres. El horizonte de sentido es claro: “el camino sinodal es el camino que Dios se espera de la iglesia del tercer milenio” (Papa Francisco)." (Koinonía)