sábado, 8 de enero de 2022

DAR DE COMER




 En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.»
Él les replicó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.»
Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces.»
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Jesús se compadece de los hombres y nos dice: "Dadles vosotros de comer". Jesús quiere que demos el pan de su Palabra y el pan físico. Quiere que alimentemos a los hombres espiritual y materialmente.
La humanidad está hambrienta. Una gran parte no tiene o casi no tiene nada para comer. Pero también otra gran parte de la humanidad busca sin saber el qué. Tiene necesidad de algo más para ser, para crecer, para ser feliz y no sabe dónde encontrarlo. Es la Palabra la que puede orientarlos.
Si queremos ser seguidores de Jesús debemos darles de comer. La Palabra y cubrir sus necesidades.  

viernes, 7 de enero de 2022

CONVERSIÓN

 


En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos."
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. 
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.

Jesús empieza su vida pública en Cafarnaúm. Un territorio considerado fuertemente pagano. Sumido en la oscuridad. Jesús es esa gran luz que destierra las sombras de la muerte.
Jesús nos invita a la conversión. A cambiar nuestra vida, dedicándonos como Él a los pobres, a los enfermos, a los abandonados y despreciados por todos. Esa es la auténtica conversión. El día que sepamos ver al otro como a nuestro hermano, será la señal de que el Reino está cerca; porque el Reino de Jesús no es otro que el Reino del Amor.

jueves, 6 de enero de 2022

SEGUIR LA ESTRELLA

 


Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

"No sabemos si sería fría o no; lo que es seguro es que tuvo que ser una noche oscura y sin nubes. Si no, no hubieran podido volver a ver aquella estrella -quizás un cometa- que les volvió a guiar hasta Belén. Al menos así lo imagina uno al leer este relato que el Evangelio de hoy nos ofrece. Lo de menos es lo que tenga de histórico. La intención de Mateo es claramente catequética: mostrar con el relato de la llegada de los Magos de Oriente a adorar al niño la universalidad de la manifestación de Dios en su Hijo Encarnado. En aquel niño nacido de María en Belén, Dios ha venido para revelar su verdadero rostro, su Verdad, a toda la humanidad -a todas las naciones, culturas, razas, lenguas, religiones,…-. Para aquellas comunidades cristianas del siglo primero oír hablar de extraños Magos de Oriente adorando al Niño Jesús era la mejor manera de que comprendieran que el Hijo de Dios se había hecho hombre para manifestar (“Epifanía”) absolutamente a todo ser humano, sin distinciones ni excepciones de ningún tipo, el inmenso amor salvador de Dios.
En el relato todo es simbólico, todo tiene su significado. También la noche, oscura y limpia, también la estrella. Todos, cristianos o no cristianos, estamos invitados a buscar, encontrar, acoger, agradecer y adorar este inusitado gesto del Amor de Dios: hacerse uno de nosotros para revelar su Verdad y poder regalarnos la Salvación. Pero hace falta ponerse en camino, en mitad de la noche oscura, y buscar estrellas que nos guíen. La noche está ahí: nos rodea a todos, y cada vez más oscura, temible y amenazante. El camino se hace caminando: dejando atrás comodidades, convicciones, ataduras,… Y en cuanto a las estrellas que guían…: las hay también, pero hay que buscarlas y luego seguirlas.
Todos tenemos en nuestras vidas estrellas que se nos aparecen luminosas y nos muestran el camino a seguir. Pueden ser personas concretas, pueden ser acontecimientos que nos marcan, pueden ser vivencias que encienden algo especial en el corazón. Eso sí, hay que pararse a contemplarlas, detenerse a mirar qué dirección señalan, discernir con sinceridad si son auténticas y nos llevan por caminos de más amor y más humanidad, o luces falsas que nos llevan a la inautenticidad o al egoísmo. Y luego, por supuesto, seguirlas. Haciéndolo así cualquier persona, como aquellos extraños Magos de tierras lejanas, acabará encontrándose con el Dios de la Vida que se hace presente y cercano para mostrarnos su Amor." (Ciudad Redonda)

miércoles, 5 de enero de 2022

LLAMADOS A ANUNCIAR

 



En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme.» Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro.
Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Felipe, después de haber visto, se convierte en anunciador. Comunica a Natanael lo que ha visto. Este, no creerá, hasta, a su vez, haber visto y escuchado a Jesús. 
Este es un deber de todo cristiano: anunciar a Jesús a los demás. Sabiendo que, es el encuentro con Jesús lo que les convertirá en seguidores. Pero nosotros debemos anunciarles dónde encontrarlo. 

"La dinámica entre Felipe y Natanael proporciona un correctivo a la dinámica entre Caín y Abel. Caín odiaba a Abel por su bondad y lo llevó a la muerte. Pero Felipe encuentra a Natanael, comparte la buena noticia y lo lleva a la fuente de toda vida; y con toda probabilidad, se deleita en la alabanza sin reservas de Cristo hacia Natanael. 
La dinámica Felipe-Natanael también puede ofrecernos un correctivo sobre cómo debemos tratar los pecados de nuestros líderes, pasados y presentes, en la Iglesia: reconocer sus fallos (y los nuestros también), acabar con los chivos expiatorios, aprender de los errores, compartir la buena noticia y deleitarnos con la bondad oculta y revelada del otro. Lo mismo se aplica a todos los que nos rodean, dentro o fuera de la Iglesia. Sólo cuando podemos abrazar a nuestros hermanos y hermanas con sus dones y heridas, los amamos verdaderamente a ellos y a Dios." (Ciudad Redonda)

martes, 4 de enero de 2022

VENID Y VERÉIS

 


En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿Dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

En Europa vivimos una clara crisis de vocaciones. Cierto que nuestra sociedad no ayuda a los jóvenes a la entrega, a dejarlo todo...Pero, ¿podemos decirles nosotros, como Jesús, venid y veréis? ¿Realmente verían lo que es la vida religiosa?¿Verían una vida de entrega y de amor hacia los mas pobres en todos los sentidos?

"¿Fue causa de dolor para Juan el Bautista perder a sus discípulos a favor de Jesús? En realidad, no lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es esto: que Juan sabía perfectamente que él era sólo un precursor, y que Cristo era el protagonista; que su papel era preparar el camino para el Señor, dirigir a la gente hacia Cristo, y retirarse él mismo a los márgenes. Desempeñó su papel a la perfección; y por la falta de pruebas que demuestren lo contrario, parece que también lo disfrutó.
Una vez me encontré con un joven maravilloso en el que percibí semillas de vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. Le pedí a su madre, una católica practicante, que animara al joven a considerar esas vocaciones. Pero ella dijo: "Oh, no, Padre. Quiero tener nietos". Si eres padre o madre, ¿estás dispuesto a entregar tus hijos a Cristo? Si eres sacerdote o religioso, ¿en qué medida te resulta agradable o doloroso trabajar al margen dejando que Cristo ocupe el centro del escenario? Si eres un joven, ¿hasta qué punto estás dispuesto a dejar que Cristo reclame tu vida?" (Ciudad Redonda)

lunes, 3 de enero de 2022

EL NOMBRE DE JESÚS

 


Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: “¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! A él me refería yo cuando dije: ‘Después de mí viene uno que es más importante que yo, porque existía antes que yo.’ Yo mismo no sabía quién era él, pero he venido bautizando con agua precisamente para que el pueblo de Israel le conozca.”
Juan también declaró: “He visto al Espíritu Santo bajar del cielo como una paloma, y reposar sobre él. Yo aún no sabía quién era él, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que el Espíritu baja y reposa, es el que bautiza con Espíritu Santo.’ Yo ya le he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios.”

"El nombre es importante. En las tradiciones bíblicas, encontramos a los padres eligiendo cuidadosamente los nombres para sus hijos. María recibió instrucciones de llamar Jesús a su hijo. Zacarías llamó a su hijo Juan, siguiendo instrucciones. Jesús rebautizó a Simón. Cada nombre conlleva un significado y una importancia. Tal vez podamos crecer en el significado completo de nuestros nombres.
Hoy celebramos el 'Santo Nombre de Jesús'. Su nombre proviene del nombre hebreo Yeshua, que significa 'liberar', 'rescatar'. Eso es lo que era: El Evangelio de hoy nos dice que declaró abierto el Reino de Dios y que iba por ahí liberando a la gente de sus enfermedades físicas y espirituales. Juan nos dice que Dios quiere "que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo". Entonces, ¿Qué hay en un nombre? ¡Más de lo que podemos imaginar! ¡Bienaventurados son aquellos cuyos nombres han sido elegidos con sentido y oración! Y ¡bienaventurado el que cree en el nombre del Hijo!" (Ciudad Redonda)

domingo, 2 de enero de 2022

PALABRA, LUZ Y VIDA.

 


En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.”
De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

En algunos países hoy se celebra la Epifanía. Aquí lo hacemos el día 6. Aquí leemos hoy el inicio del Evangelio de Navidad. Una explicación teológica de la Navidad. El nacimiento de un Jesús que es Palabra, vida y luz.
Nosotros también debemos serlo. Iluminar a nuestro alrededor, comunicar la palabra y ser vida para todos,

"Me venían a la mente al leer el Evangelio de hoy: Juan venía para dar testimonio de la luz, no era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. De eso se trata. La luz podrá ser muy pequeña (como las que he recogido antes), pero cuando hay mucha oscuridad... se ve más y mejor. Por tanto, SEAMOS LUZ a lo largo de este nuevo año.
El Papa Francisco, en su bendición del día de Navidad, comentaba: 
El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza. Hermanos, ¿Qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades? En este tiempo de pandemia se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar." (Ciudad Redonda)