sábado, 10 de septiembre de 2022

ACTOS, NO PALABRAS

 

En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: "No hay árbol sano que dé fruto dañoso, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto: porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal, porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por que me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra, se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose".


"Jesús nos ofrece comparaciones de la vida cotidiana con grandes enseñanzas. La del árbol y sus frutos nos previene de no engañarnos con las apariencias y fijarnos bien en las obras (los frutos), no sólo en las palabras que prometen y no cumplen. El futuro de una casa depende en gran parte de los cimientos. Nosotros, si construimos nuestras vidas y las de nuestras familias sobre valores sólidos y no sobre la moda, el interés, el dinero, podremos resistir ante las situaciones difíciles que la vida nos presenta y no nos dejaremos engañar por “espejismos” de felicidad pasajera y palabras de publicidad engañosa. Las frases de este texto muestran gran sabiduría y son un retrato claro de nuestras vidas. Cuando nuestras palabras son amargas o duras, terminan siendo expresión de lo que llevamos en el corazón; cuando son amables, muestran la nobleza y bondad de nuestro ser. Aprende a realizar diariamente tu examen de conciencia y pregúntate: ¿mis palabras y acciones son fruto de mi comunión con Jesús? " (Koinonía)

viernes, 9 de septiembre de 2022

VER, ANTES DE GUIAR

 



En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano".

Vemos con mucha facilidad los defectos de los demás. No vemos los nuestros o tenemos mil excusas para dejarlos sin corregir. No nos damos cuenta de que, muchas veces, proyectamos nuestros defectos en los demás. Lo que vemos en ellos, son en realidad nuestros defectos. Jesús nos dice muchas veces que no debemos juzgar a los demás; y si debemos corregirlos, es con humildad. Conscientes de que nosotros somos los primeros en necesitar corrección.

"Jesús no pretende condenar la corrección fraterna, pero nos pide ser humildes en el reconocimiento de nuestras debilidades (la viga) antes de intentar corregir los defectos de los otros (la pelusa). Cuando obramos por caridad, no por hipocresía, nuestra corrección no sólo será comprendida sino respetada. Recordemos que antes de fijarnos en los defectos de los demás tenemos que reconocer los nuestros, primero, para no ser hipócritas y segundo, para ser pacientes y comprensivos. Son recomendaciones que surgen espontáneas de la ley del amor y que deberíamos tener presentes en todo momento. Hay personas muy hábiles en los consejos pastorales y comunidades cristianas, que señalan con el “dedo de Dios” las faltas cometidas por sus hermanos y hermanas; esas mismas personas que se creen “perfectas” con mucha facilidad disimulan sus errores. Necesitamos un espejo limpio para vernos en él, como comunidad pecadora necesitada de conversión. Pidamos al Dios justo y misericordioso nos infunda su Espíritu para trabajar por comunidades que maduren en el amor. ? " (Koinonía)

jueves, 8 de septiembre de 2022

NATIVIDAD DE MARÍA

 



El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios con nosotros"."


"Celebrar el nacimiento de María, mujer, discípula, Madre de la Iglesia, nos recuerda que la verdadera devoción a ella conduce siempre a Jesús. La devoción cristiana ha querido por consiguiente venerar a las personas que prepararon el camino a Jesús, en especial a María, mujer de fe que se abrió a la maternidad mesiánica. Recordar hoy los orígenes, familia, entorno de María nos vincula a personas concretas en situaciones particulares. Creer en los preparativos de la encarnación significa creer en la verdadera humanidad de Jesús reconociendo la necesidad de colaboración por parte de mujeres y hombres en la realización del plan de Salvación. La bendición prometida a todos los pueblos llega por mediación de Jesús, el Mesías descendiente de David e hijo de María, según la carne. Celebramos la vida de todas las mujeres que, como María, han colaborado con su entrega generosa en el plan de redención. ¿Qué haces para corresponder al amor de Dios manifestado en tu vida? " (Koinonía)

miércoles, 7 de septiembre de 2022

BIENAVENTURADOS

 


En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: "Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas."

Jesús considera bienaventurados a los que nosotros consideramos desgraciados y llama desgraciados a los que nuestra sociedad venera. No es que elogie la pobreza, ni el hambre, ni el sufrimiento y la persecución. Lo que Él elogia es la sencillez, es la fidelidad a la verdad, aunque esto nos lleve problemas y persecuciones. Elogia la honestidad.

"Las Bienaventuranzas son una propuesta contracultural a todo lo que este mundo presenta como fuente de felicidad humana. El evangelista Lucas refiere las felicitaciones a personas en situaciones de precariedad mientras que Mateo enfatiza las actitudes que ha de asumir quien quiera alcanzar la plenitud. Independientemente de las Bienaventuranzas que leamos descubrimos un mensaje de interés y compromiso social hacia las personas que en este mundo la pasan mal a causa de las injusticias y la maldad: las que padecen hambre, las que lloran, las perseguidas y excluidas. Además, cambia por completo la escala de valores de una sociedad acostumbrada a la riqueza, el hartazgo, los placeres y el poder como felicidad absoluta. La propuesta del Reino ofrece una manera de vivir distinta de la predominante en este mundo frágil y temporal. Las Bienaventuranzas son la respuesta de Dios a quienes el mundo ha negado la felicidad y nos invitan a ver dónde está la verdadera felicidad. ¿A qué te invita el espíritu de las Bienaventuranzas? " (Koinonía)

martes, 6 de septiembre de 2022

ORAR Y ACTUAR

 


Por entonces subió Jesús a la montaña a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso el nombre de Pedro; y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón apodado el Zelotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

La lección de Jesús es clara: debemos orar y actuar. Una oración que no nos lleve al servicio, es un mero mirarse el ombligo. Una acción que no es consecuencia de una oración, de una meditación, es mero activismo. Me contaba el Hno. Adriano, que dedicó su vida al apostolado en el Raval, que educadores de calle muy buenos, a los pocos años lo dejaban, porque decías que se habían "quemado". Y es que el servicio, se nos hace insoportable, sino está sostenido por ratos de oración y meditación.

"Jesús invita a descubrir lo vital de la oración perseverante y prolongada. Lucas insiste en esta dimensión que sostiene a Jesús al momento de tomar sabias decisiones. Él pasaba muchas horas anunciando el Reino y curando a los enfermos. Sin embargo, sabía que para esas actividades debía retirarse para “conectarse” a la fuente de vitalidad: su Padre. Para no quedar vacíos, sin nada que ofrecer, tenemos que saber retirarnos como Jesús y alimentarnos de la fuerza de Dios también presente en el silencio interior. Necesitamos fomentar una espiritualidad que haga de todas nuestras actividades fuente y no desgaste. Una vida orante que nos transforme en verdaderos discípulos y misioneros. En el silencio orante el Espíritu nos instruirá y guiará en la forma en la que debemos asumir nuestra vida. A la elección y misión de los Doce Jesús se prepara con la oración, para no hacerla a su manera sino según Dios. ¿Qué espacio aseguras para el encuentro con Dios? ¡Ora para tomar sabias decisiones! " (Koinonía)

lunes, 5 de septiembre de 2022

CONTRA LA ALIENACIÓN Y EL LEGALISMO


Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: "Levántate y ponte ahí en medio". El se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: "Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado: hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?" Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: "Extiende el brazo".
El lo hizo, y el brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.


Jesús cura en sábado. Los fariseos ven en ello una transgresión fraglante y se ponen furiosos. La lección de Jesús, como otras veces encontramos en el evangelio, es clara: el bien del hombre está por encima de la ley. Una religión que nos aliena, es una mera ideología que no nos acerca a Dios. Porque para Jesús, a Dios lo encontramos en el otro. Amando al otro, amamos a Dios. Entregándonos al otro, nos entregamos a Dios.

"Asistimos a una curación que pone de manifiesto la fragilidad humana de la que Jesús ha venido a hacerse cargo. Movido por la compasión entrañable libera de parálisis humanas, devolviendo el vigor y la salud a quien necesita de él. Jesús hace el bien sin miedo al qué dirán y recuerda que la bondad y la misericordia de Dios no saben de excusas o límites. El amor de Dios es incondicional y por lo tanto no puede ser aprisionado por leyes humanas. Aunque los escribas y fariseos cuestionan secretamente la autoridad de Jesús, no impedirán que el bien llegue a realizarse a favor de la salud y liberación del paralítico. El Señor no está contra la “institución” del sábado, pero critica la comprensión raquítica que de ella hacen los líderes religiosos, preocupados por cumplir normas. Hay un espíritu que siempre debe impregnar la puesta en práctica de leyes, que es el de hacer el bien. No te dejes vencer por el legalismo, más bien sé justo y misericordioso." (Koinonía)

domingo, 4 de septiembre de 2022

ENTREGA TOTAL

 


En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío."


Jesús no nos pide despreciar a nuestros padres, a la esposa y a los hijos...Jesús nos dice que para seguirle hay que entregarse totalmente. Se ha de estar dispuesto a prescindir de todo aquello que nos impide seguirle, de darlo todo. Se trata de estar dispuestos a todo lo que Él nos pida. Seguir el camino del Amor, nos pide nuestra entrega total.

"Para ser considerado cristiano, en realidad, la Iglesia, habitualmente, exige muy poco. Se bautiza a los niños recién nacidos y apenas se exige nada a sus padres; todo lo más, la asistencia a unas charlas preparatorias del acto del bautismo y un vago compromiso de educar en cristiano al niño según la ley de Dios y los mandamientos de la Iglesia. Sin embargo, esto no era así al principio. Para ser discípulo, Jesús ponía unas duras condiciones, que llevaban a quien quería serlo a pensárselo seriamente. Pocos seríamos cristianos, si para ello tuviéramos que cumplir las tres condiciones que, llegado el caso, Jesús exige a sus discípulos. Y decimos "llegado el caso", porque estas tres formulaciones del evangelio de hoy que vamos a comentar son “formulaciones extremas”; representan la meta utópica que no debemos perder de vista, y debemos estar dispuestos a alcanzar en el seguimiento de Jesús.
Por la primera ("si uno quiere venirse conmigo y no me prefiere a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a sí mismo, no puede ser discípulo mío"), el discípulo debe estar dispuesto a subordinarlo todo a la adhesión al maestro. Si en el propósito de instaurar el reinado de Dios, evangelio y familia entran en conflicto, de modo que ésta impida la implantación de aquél, la adhesión a Jesús tiene la preferencia. Jesús y su plan de crear una sociedad alternativa al sistema mundano están por encima de los lazos de familia.
Por la segunda ("quien no carga con su cruz y se viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío"), no se trata de hacer sacrificios o mortificarse, como se decía antes, sino de aceptar y asumir que la adhesión a Jesús conlleva frecuentemente la persecución por parte de la sociedad, persecución que hay que aceptar y sobrellevar conscientemente como consecuencia del seguimiento. Por eso es necesario no precipitarse, no sea que prometamos hacer más de lo que podemos cumplir. El ejemplo de la construcción de la torre que exige hacer una buena planificación para calcular los materiales de que disponemos, o del rey que planea la batalla precipitadamente, sin sentarse a estudiar sus posibilidades frente al enemigo, es suficientemente ilustrativo.
La tercera condición ("todo aquel de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene no puede ser discípulo mío") nos parece excesiva. Por si fuera poco dar la preferencia absoluta al plan de Jesús y estar dispuesto a sufrir persecución por ello, Jesús exige algo que parece esta por encima de nuestras fuerzas: renunciar a todo lo que se tiene. Se trata, sin duda, de una formulación extrema, paradigmática, que hay que entender. El discípulo debe estar dispuesto incluso a renunciar a todo lo que tiene, si esto es obstáculo para poner fin a una sociedad injusta en la que unos acaparan en sus manos los bienes de la tierra que otros necesitan para sobrevivir. El otro tiene siempre la preferencia. Lo propio deja de ser de uno, cuando alguien lo necesita para vivir. Sólo desde el desprendimiento se puede hablar de justicia, sólo desde la pobreza se puede luchar contra ella. Sólo desde ahí se puede construir la nueva sociedad, el Reino de Dios, erradicando la injusticia de la tierra.
Para quienes quitamos con frecuencia aguijón al evangelio y nos gustaría que las palabras y actitudes de Jesús fuesen menos radicales, leer este texto resulta duro, pues el Maestro nazareno es tremendamente exigente." (Koinonía)