Habéis oído que antes se dijo: ‘No cometas adulterio.’ Pero yo os digo que cualquiera que mira con codicia a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Por tanto, si tu ojo derecho te hace caer en pecado, sácalo y échalo lejos de ti; mejor es que pierdas una sola parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace caer en pecado, córtala y échala lejos de ti; mejor es que pierdas una sola parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
También se dijo: ‘Cualquiera que se separe de su esposa deberá darle un certificado de separación.’ Pero yo os digo que todo aquel que se separa de su esposa, a no ser en caso de inmoralidad sexual, la pone en peligro de cometer adulterio. Y el que se casa con una mujer separada también comete adulterio.
(Mt 5,27-32)
Jesús en este duro texto nos muestra hasta donde debe llegar nuestro Amor por los demás. Hasta el extremo. Nos enseña que nuestra lucha contra el mal ha de ser total. Un mal que empieza a anidar en nuestro interior, con nuestros malos deseos. Un mal que afecta a los otros y que les lleva a ellos al mal.
No se trata de ser escrupulosos. Se trata de ser honestos en nuestros deseos e intenciones. Y de confiar siempre en la ayuda y la misericordia de Dios. Jesús está siempre a nuestro lado y nos acompaña, nos da fuerzas, nos da su gracia.
"La verdad es que los primero que nos sale decir ante estas palabras de Jesús es que no tiene razón. No es lo mismo desear que hacer ni tiene los mismos efectos. Eso está claro. Pero si algo tiene Jesús es que nos intenta llevar a ser conscientes de que no basta con cumplir la letra de la ley sino que hay que cumplirla con el corazón.
Si la ley manda algo meramente externo. Supongamos que sale una ley que nos obliga a todos a llevar sombrero bajo pena de multa. Está claro que bastaría con cumplirla materialmente. No sería necesario estar de acuerdo con ella. Ahí no hay discusión.
Pero cuando llevamos las cosas a un lugar más radical, entonces el corazón importa. Cuando Jesús nos dice que la única ley del cristiano es el amor, eso no se puede llevar a un mero cumplimiento externo. Se notaría demasiado. Es más, todos somos conscientes de que ese mero cumplimiento externo no sería más que una pura hipocresía, fariseísmo total, actuación exclusivamente para la galería. Pero si no hay un verdadero amor en el corazón, un auténtico preocuparse por el bien del otro, ¿qué amor es ese? No vale para nada. Y lo que nos pide Jesús es que nos amemos unos a otros. Ni más ni menos.
Esto que decimos en una dirección (hay que amar), vale también en la otra: el pecado se genera en el interior de la persona. El que desea el mal, ya peca en su interior. Cierto que no tendrá las mismas consecuencias que si realizase el mal en la práctica. Pero en su interior anida el mal. Eso no se puede discutir. Y, si somos sinceros, somos conscientes de ello.
Espero que Dios nos tendrá mucha misericordia porque conoce bien nuestras limitaciones. Pero nosotros, los que queremos seguir a Jesús, tenemos que ser conscientes de que estamos llamados a hacer el bien, a amar, con toda la radicalidad que nos sea posible. Y ese amor sólo puede nacer desde lo más hondo de nuestro corazón. Por eso, cuando sintamos que nace el mal ahí, en nuestro centro, tenemos que procurar liberarnos de él cuanto antes porque nos hace daño a nosotros e, inevitablemente, a nuestros hermanos y hermanas."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)
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