martes, 10 de junio de 2025

DAR SABOR E ILUMINAR

 

Vosotros sois la sal de este mundo. Pero si la sal deja de ser salada, ¿cómo seguirá salando? Ya no sirve para nada, así que se la arroja a la calle y la gente la pisotea.
Vosotros sois la luz de este mundo. Una ciudad situada en lo alto de un monte no puede ocultarse; y una lámpara no se enciende para taparla con alguna vasija, sino que se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo.

Nos quejamos de que las iglesias están vacías, de que el odio, el racismo, las guerras aumentan y cada día son más inhumanas...Pero debemos preguntarnos ¿somos sal y luz para el mundo o nuestra vida es insípida y oscura? ¿Ayudamos a los emigrantes, a los perseguidos, a los abandonados?¿Nuestra vida ayuda a que los demás vean los valores cristianos, descubran que lo esencial es Amar? Quizá llevamos una vida gris, insípida, triste, que no ayuda a que el mundo vea lo que es verdaderamente ser cristiano y dónde se encuentra la verdadera felicidad, dónde realmente debemos buscar a Dios.

"Es curioso que Jesús nos diga que somos/tenemos que ser la sal el mundo. Lo digo porque ahora los médicos están empeñados en quitarnos a todos la sal de los alimentos. Dicen que es mala para el corazón. Pero la verdad es que comer todos los alimentos sosos, es algo bastante aburrido. Es como si todo supiera a lo mismo. La sal realza el saber de cada alimentos y marca las diferencias.
Conclusión: igual tenemos que obedecer a los médicos y por el bien de nuestro corazón y de nuestras arterias conviene que dejemos de poner sal en los alimentos. Pero eso no significa que nuestra vida se tenga que volver sosa e insípida, aburrida en definitiva. Lo que Jesús nos pide es que pongamos en la vida propia, en las relaciones, la sal del Reino. Es una sal que nos hace comprender la realidad que nos rodea desde un punto de vista diferente. Podríamos decir que desde el punto de vista de Dios.
Con la sal del Evangelio comprenderemos perfectamente que más allá de las diferencias que traen consigo las fronteras, las ideologías, el sexo, la religión y tantas otras maneras que tenemos de separarnos y excluirnos unos a otros, hay algo que nos une: el ser hijos e hijas de Dios, hermanos unos de otros. Con la sal del Reino entenderemos muy bien que vale la pena luchar por la justicia y la fraternidad porque nos ayudará a ver mejor la injusticia y la intolerancia que imposibilitan vivir como hermanos e hijos de Dios.
El problema es si la sal se vuelve sosa. Es decir, si somos cristianos pero eso nos sirve sólo como una especie de garantía para asegurarnos la salvación y la tranquilidad de espíritu. Puede pasar que de tanto ir a misa y orar en la intimidad se nos olvide que seguir a Jesús tiene consecuencias para nuestra vida en los otros momentos en que no estamos rezando o no estamos en la Iglesia. El Evangelio, el Reino, tiene consecuencias para nuestra vida familiar, para la relación con los amigos, para nuestras opciones políticas, para nuestro servicio a los más pobres y necesitados, siempre en búsqueda de la fraternidad y la justicia. Esa es la sal que tenemos que poner en nuestro mundo."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)


No hay comentarios:

Publicar un comentario