Pero ahora me voy para estar con el que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta a dónde voy; al contrario, os habéis puesto muy tristes porque os he dicho estas cosas. Pero os digo la verdad: es mejor para vosotros que me vaya. Porque si no me voy, el defensor no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Cuando él venga, mostrará claramente a la gente del mundo dónde está la culpa, dónde la inocencia y dónde el juicio. La culpa la mostrará en ellos, porque no creen en mí; la inocencia, en mí, porque voy al Padre y ya no me veréis; y el juicio, en el que manda en este mundo, porque ya ha sido condenado. |
Jesús se va para que pueda venir el Espíritu. Es el Espíritu de la Verdad. Nos enseña a entender la Palabra. A mirar el mundo con otros ojos y ver dónde está el bien y dónde está el mal. Nos hace ver a Dios en el pequeño, en el que sufre, en el enfermo, en el perseguido...
"Esa misma locura de Dios es la que parece asomarse en el pasaje del Evangelio de hoy: conviene que yo me vaya. Cuando Jesús dice que conviene que se vaya, es para el mayor bien de los discípulos. Aunque les parezca duro, ahora es el momento en que recibirán el gran bien del Espíritu. Decir con Jesús “conviene que yo me vaya” es apartarse, soltar cosas, dar la oportunidad a que el Espíritu inunde el espacio que había ocupado yo injustificadamente. Ceder, desaparecer, permitir que un bien mucho mayor entre en la vida de otros. Significa a veces no aferrarse a puestos o cargos por muy insignificantes que sean; significa permitir que otros hagan lo que yo pensaba que hacía mejor que nadie. Ceda el paso."
(Carmen Aguinaco, Ciudad Redonda)
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