domingo, 11 de mayo de 2025

SEGUIR AL BUEN PASTOR

  


Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán ni nadie me las quitará. Lo que el Padre me ha dado es más grande que todo, y nadie se lo puede quitar. El Padre y yo somos uno solo.
(Jn 10,27-30)


La imagen del buen Pastor es preciosa. Pero corremos el riesgo de que se quede en una imagen. Debemos hacerla real en nuestra vida. Primero, debemos escucharlo. El nos enseñará la Verdad. Su voz resonará en nuestro interior. Segundo, debemos seguirlo. Él nos conducirá al Reino. Con Él no nos perderemos. Y si tomamos el camino equivocado, no parará hasta encontrarnos. Es así como seremos uno con Él.

" (...) El Evangelio, por un lado, quiere que conozcamos mejor quien es Jesús, el buen Pastor; por otro lado, la intención aparece en el último versículo del capítulo, cuando el evangelista dice que “muchos creyeron en Jesús en aquel lugar”. Y es que todos los encuentros con Jesús de las personas que aparecen en el evangelio de Juan acaban en una confesión de fe en Jesús: los que fueron a las bodas de Caná, Nicodemo, la Samaritana, el ciego de nacimiento…, y finalmente Tomás, el discípulo incrédulo que acaba reconociendo a Jesús como su Señor y su Dios. Todos ellos terminaron creyendo en Jesús, a pesar de las dudas; así que siempre es posible, si nos lo tomamos en serio, que nuestra fe salga fortalecida, como la de aquellos contemporáneos de Cristo.
En esta relación, en este diálogo, Él siempre toma la iniciativa. Habla con nosotros, nos busca, y por eso podemos reconocer su voz, cuando la escuchamos. Dios Trino, que es relación, se quiere comunicar con nosotros. Dios nos habla a través de su Palabra, en los acontecimientos de la vida (los buenos y los malos), en las personas que están cerca de nosotros… Dios nos habla y quiere establecer una relación personal con cada uno de nosotros, porque nos conoce a cada uno en particular. Porque es Dios y porque nos ama, nos conoce personalmente, conoce dónde estamos – mejor que cualquier GPS – y sabe lo que nos pasa, mejor que nosotros mismos.
Y nosotros, las ovejas, confiamos en Él. Podemos seguirle sin miedo, porque en su voz oímos el eco de la felicidad, la felicidad de verdad. No la efímera alegría que dan las cosas del mundo, sino la Felicidad que solo Dios puede dar. Nosotros le seguimos, y Él nos da la vida eterna. Seguramente por eso muchas de las personas con las que se encontraba el Señor creían en Él. Ninguno quedo defraudado. A todos les llegó su recompensa. Con persecuciones y sufrimiento, pero llegó.
Nosotros hemos escuchado la voz del Pastor, una voz que nos suena conocida, y que nos conoce. A lo largo de nuestra vida, hemos sentido su presencia, hemos podido apoyarnos en Él en los momentos difíciles, es nuestro tesoro, por el que merece la pena venderlo todo para poder comprarlo. Él nos regala la vida que no tiene fin, en la que no habrá ni lágrimas, ni pena, ni dolor, ni muerte.
Ese Buen Pastor se quedó con nosotros, nos dejó su cuerpo y su sangre en la Eucaristía. Aquí nos sale al encuentro, refuerza y vigoriza nuestra fe y acrecienta nuestra esperanza. Alimentados en este banquete celestial, nos envía a ser sus discípulos, como a los primeros Apóstoles, para dar testimonio de que somos sus amigos y de que le seguimos incondicionalmente, porque sabemos de Quién nos hemos fiado. (...)"
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)


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