miércoles, 7 de mayo de 2025

LA VOLUNTAD DEL PADRE

 


Y Jesús les dijo:
– Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed. Pero, como ya os dije, vosotros no creéis aunque me habéis visto. Todos los que el Padre me da vienen a mí, y a los que vienen a mí no los echaré fuera. Porque no he venido del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado. Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite el día último. Porque la voluntad de mi Padre es que todo aquel que ve al Hijo de Dios y cree en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el día último.
(Jn 6,35-40)

Ayer veíamos que Jesús es el pan de vida. Hoy nos lo vuelve a repetir. Jesús viene a entregarse para darnos la Vida a todos. Esta es la voluntad del Padre. Quiere que todos nos salvemos. Que Jesús no pierda a ninguno de nosotros. Pero hemos de creer en Él.

"Jesús ha bajado del cielo para hacer no su voluntad sino la voluntad del Padre. Y ¿cuál es esa voluntad? Sencillo: el Padre quiere que no se pierda ni uno de sus hijos, quiere que todos se salven, que todos reconozcan que en Jesús encuentran la vida, la Vida, la verdadera Vida, la vida eterna, la vida para siempre. Y que vivan como tienen que vivir los que creen de esa manera.
A veces, nos encontramos uno con personas que hablan de la voluntad de Dios, de que quieren cumplir la voluntad de Dios en sus vidas. Lo desean sinceramente. Y se queda uno con la impresión de que es como si Dios tuviese un plan detallado de lo que cada uno de nosotros debe hacer en su vida. No se trataría solo de que Dios tiene ya pensada nuestra vocación concreta: ser religioso o religiosa, sacerdote y laico, obispo o diácono, educador o misionero, padre o madre de familia o médico o ingeniero o… Da la impresión de que el plan de Dios va incluso más allá, que detalla lo que tenemos que hacer minuto a minuto en nuestra vida, lo que tendríamos que hacer hoy y mañana y pasado para ser fieles a su voluntad. Lo nuestro no sería más que ir cumpliendo con ese plan detallado. Para eso hay que discernir y preguntarse continuamente qué es lo que Dios quiere que haga. Acertar es todo un desafío.
No es así. No puede ser así. Porque si así fuese, ¿dónde quedaría nuestra libertad? La verdad es que Dios nos ha hecho libres, el mayor donde que hemos recibido, para que vayamos tomando nuestras decisiones, para que asumamos también el riesgo de equivocarnos. Entonces, ¿en qué consiste hacer la voluntad de Dios? También sencillo: vamos a creer en su voluntad de salvarnos, en su deseo de que vivamos en fraternidad en el Reino, como hijos e hijas suyos. Concretar eso en nuestras vidas y en nuestra situación concreta es ya nuestra responsabilidad. Y en ese camino, con nosotros, acompañándonos, está Jesús, el pan de vida."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)

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