"Y siguió diciendo:
– Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia
tierra. Verdaderamente había
muchas viudas en Israel en tiempos del profeta Elías, cuando no llovió durante
tres años y medio y hubo mucha hambre en todo el país. Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de las viudas
israelitas, sino a una de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón. También había en Israel muchos
enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue
sanado, sino Naamán, que era de Siria.
Al oír esto, todos los que estaban en la
sinagoga se llenaron de ira. Se
levantaron y echaron del pueblo a Jesús. Lo llevaron a lo alto del monte sobre
el que se alzaba el pueblo, para arrojarle abajo. Pero
Jesús pasó por en medio de ellos y se fue."
Jesús dice en su pueblo, que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra. Lo que voy a afirmar a continuación puede parecer una exageración: Dónde Jesús es rechazado es entre los cristianos.
No quiero ofender a nadie ni echar piedras sobre mi propio tejado. Pero la realidad es que, aunque los cristianos conocemos el Evangelio, lo leemos y lo meditamos, luego, en nuestra vida, lo ignoramos o lo edulcoramos de tal manera, que en realidad no le hacemos caso alguno. Me diréis que sí hay cristianos que demuestran con sus obras que hacen todo lo posible para seguir a Jesús y hacen vida el Evangelio. Pero también hemos de reconocer, que a esos cristianos intentamos despeñarlos, como a Jesús, por un barranco. ¿Cuándo la Iglesia reconocerá como mártir a Oscar Romero?¿Por qué los sacerdotes y religiosos que queman su vida junto a los inmigrantes, delincuentes, marginados, nos resultan incómodos y a la mínima los condenamos? Pues, porque no nos gustan los que nos interpelan. Porque no aceptamos que nos remuevan de nuestras seguridades. Porque preferimos un cristianismo que nos dé seguridades, que no nos dé dolores de cabeza, que nos permita seguir sin cambios y sin esfuerzos. Pero eso no es cristianismo. Es mera religión con minúsculas.
En el fondo nos da miedo seguir a Jesús, porque eso nos hará ser incomprendidos. Es mejor edulcorar las cosas, decir que con cuatro oraciones y cinco ceremonias, todo está bien. Pero Jesús a Juan y Santiago les dijo: "¿Estáis dispuestos a beber mi cáliz?". Y nos lo dice a cada uno de los cristianos: ¿Estáis dispuestos a dar vuestra vida por vuestros hermanos, por el Reino?"
Si no lo estamos, simplemente estamos rechazando a Jesús.
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