miércoles, 31 de marzo de 2021

EL QUE COME CONMIGO

 


En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos".
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es.

"Hoy el evangelio nos vuelca sobre la entrega que Jesús padeció a manos de Judas. En el relato de Mateo la traición pone el telón de fondo para la celebración pascual de Jesús con los suyos. Se entrevé una paradoja: mientras en la Pascua se celebra la liberación nacional de la esclavitud, Jesús será apresado para someterlo a la muerte. Es como si él fuera el traidor, un enemigo nacional. Por otra parte, celebrando Jesús con sus allegados, se deja oír esa nota discordante que trae dolor. La celebración deviene en tristeza e inseguridad para los comensales, cuando el Señor revela la traición al grupo. Entonces, su voz no recoge lo anunciado, sino que lo certifica con tono duro por lo inevitable. El traidor es comensal a su mesa y allí también come el Hijo del Hombre; la entrega está por consumarse.
Las palabras de Jesús cimbran la fe del creyente ante la traición inminente: ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! Pero Jesús ha entregado su vida para rescatar esa vida también, junto con la tuya y la mía." (koinonía)

martes, 30 de marzo de 2021

JESÚS TRAICIONADO

 


En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces el, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?
Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

Judas traiciona a Jesús. Lo entrega por treinta monedas. Pero Pedro, el que debería ser cabeza de la Comunidad (Iglesia), también lo abandonará y renegará de Él. Judas y Pedro somos nosotros. Cada vez que abandonamos a alguien, estamos abandonando  a Jesús. La diferencia entre ser Judas o Pedro está en creer en el Amor de Jesús, en el perdón. Judas cree, tras reconocer lo que ha hecho, que no tiene perdón y se suicida. Pedro, al oír cantar el gallo y ver la mirada de Jesús, reconoce su falta, pero confía en el perdón. Se trata de que creamos en el infinito Amor del Padre, en el infinito Amor de Jesús. Ahí está la diferencia entre ser Judas o ser Pedro.

"El evangelio de este día nos entrega lo que se conversa durante aquella célebre cena de amor de Jesús con los suyos, antes de su pasión. En el horizonte del evangelio, la gloria del Mesías tiene por puerta la traición de uno de sus amigos cercanos; o quizá sea mejor decir, de dos de sus amigos: Judas y Pedro. San Juan se vale de una especie de acertijo para encubrir la identidad de los traidores; a uno lo emboza bajo una obra de misericordia a cumplir sin demora, proveer a los pobres, y a otro lo camufla con la seguridad del reencuentro. Dos dardos crueles que traspasan la vida del Cristo.
La semana de la pasión lleva al creyente a mirarse en el espejo de los amados del Señor, el de los discípulos. Tal vez las negaciones nuestras no hayan sido tan sonadas, pero no por eso menos graves. Tal vez las traiciones perpetradas ni siquiera reportaron rédito alguno. Contemplemos el dolor del Traicionado y aferremos su promesa del reencuentro, para poderlo seguir." (Koinonía)

 

lunes, 29 de marzo de 2021

DÓNDE ENCONTRAR A JESÚS HOY

 


Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? (Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando)
Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis.
Una muchedumbre de Judíos se entero de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

¿Desprecia Jesús a los pobres en este texto? Todo lo contrario. Lo que Jesús nos dice es, que ahora que no tenemos su presencia física entre nosotros, es en los pobres donde lo encontraremos. María agradece a Jesús la resurrección de su hermano Lázaro, ungiéndole los pies con un perfume caro. Nosotros debemos agradecer a Jesús su muerte por nuestra salvación, curando, ayudando, dando de comer, acogiendo a los más débiles. A aquellos que consideramos "pobres". En cambio, los dejamos viviendo en la calle, en campamentos de miseria; los desahuciamos, no les atendemos en nuestros hospitales...¿Y nosotros nos llamamos cristianos?
"Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? (Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando)
Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis.
Una muchedumbre de Judíos se entero de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús." (Koinonía)

domingo, 28 de marzo de 2021

HOY EMPIEZA EL CAMINO

 


Hoy, Domingo de Ramos, leemos dos evangelios. La entrada de Jesús en Jerusalén aclamado por la gente y la Pasión según San Marcos. (El relato lo encontraréis en el vídeo de la Hermana Regina del Monasterio de Sant Benet de Montserrat). Dos escenarios diferentes que nos muestran nuestra inconsecuencia. Somos capaces de aclamar y de destruir aquello que hemos aclamado. 
Jesús entra en Jerusalén, pero los sacerdotes ya han decidido su muerte. Y muchos de aquellos que hoy lo aclaman, el viernes gritarán que lo crucifiquen. Hoy podemos aclamar a nuestro hermano y mañana abandonarlo, crucificarlo. Los judíos esperaban un mesías triunfante y no alguien al que crucifican. Nosotros esperamos los beneficios de nuestros hermanos y no aceptamos sus fallos y errores.
Jesús nos muestra su camino. De la cruz a la luz. Hoy comienza este camino definitivo. Un camino que recorrerá solo. Todos le abandonan. Un camino que también nosotros debemos recorrer.

 
  

sábado, 27 de marzo de 2021

EL VERDADERO REINO




 En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: "¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación." Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera." Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: "¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?" Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Los judíos tenían una idea equivocada del Mesías. Para ellos sería el líder político que expulsaría el dominio romano y haría de Israel un gran reino. Esta es una de las causas por las que decidieron matar a Jesús. Como no creían en Él, temían la reacción violenta de los romanos. El Reino de Jesús no era político. Era el Reino del Amor, por eso los sacerdotes y fariseos no supieron captarlo. ¿Lo hemos entendido nosotros?
"Las invasiones sucesivas de las potencias militares de la tierra Palestina, asirios y babilonios, habían causado que la población se dispersara por las naciones del Mediterráneo. Había israelitas y judaítas en muchas otras ciudades además de las del exilio babilónico. Cuando pudieron volver a su patria, muchos no lo hicieron y la disgregación se prolongó hasta hoy. En el imaginario religioso, sin embargo, creció la idea de la reunificación del pueblo de Dios bajo un solo líder, el mesías. Este es el trasfondo del episodio evangélico. Es Cristo enaltecido el punto de atracción para todos los hijos de Dios.
La unidad es un bien deseable en toda comunidad humana. La unidad de personas y pueblos se construye en base a valores y objetivos comunes. En los decenios recientes, han sido los valores humanos los que han concitado más voluntades y proyectos. El Evangelio representa el crisol por el que se discierne si los impulsos culturales promocionan o socavan la dignidad humana. ¿Qué instrumentos promueven la unidad de la comunidad de fe?" (Koinonía)

viernes, 26 de marzo de 2021

EL BIEN MOLESTA

 


En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad." Y muchos creyeron en él allí.

No le creyeron. La bondad molesta a los que no la tienen. Es más fácil aferrarse a unas ideas, a unas leyes, a unos ritos, que tratar de buscar la voluntad de Dios en el día a día. Antes de atacar a alguien, miremos sus obras. Ellas nos hablarán de su bondad. Es el amor el que nos indica la bondad de una persona, no sus ideas ni sus conocimientos.
"Jesús padeció persecución religiosa a manos de los líderes y conciudadanos de su propio pueblo. Su muerte cruenta se inscribe en la página de aquellos que con su sangre sellaron la radicalidad de sus convicciones de vida, lo que en el evangelio se revela como su fidelidad a Dios. Muchos estados, a lo largo de la historia, han ahogado en sangre la verdad que denuncia sus abusos y pretensiones absolutistas. Pero el estado no ha sido el único perseguidor de fieles religiosos.
El creyente, que en la Biblia aparece bajo el nombre de justo, mantiene una coherencia de vida tal que molesta a los malvados. El odio es la reacción ante una conducta inobjetable y que se nutre de valores comunes. Solo que en lugar de acentuar lo que hay en común, se afila lo disidente hasta llevarlo a lo intolerable. Tal vez sin llegar al derramamiento de sangre, pero en muchos de nuestros medios se da una persecución por motivos religiosos, que llega a convertirse en acoso y violencia auténtica. ¿Qué síntomas de intolerancia religiosa percibimos en nuestro derredor?" (Koinonía)

jueves, 25 de marzo de 2021

UN SÍ QUE NOS SALVA

 


A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.

María no comprendió totalmente lo que le dijo el ángel; pero se fio de Dios, aceptó su voluntad. Ese sí de María nos salvó. María fue la primera discípula de Jesús y guardaba en su corazón todo lo que acontecía y todo lo que le decía Jesús. Esa aceptación de la voluntad de Dios y ese meditar en su corazón los hechos y palabras de Jesús, nos la convierten en nuestro modelo. Dentro de pocos días la veremos al pie de la Cruz y más tarde rodeada de los apóstoles en Pentecostés. Nosotros también debemos responder siempre sí a la voluntad de Dios.
 "El anuncio de un nacimiento siempre ha de ser motivo de inmensa alegría. En algunos libros de la Biblia, esos anuncios ocurren en momentos de crisis, cuando el pueblo se ve sojuzgado y se vuelve necesaria una intervención especial de Dios. Será un niño el que traiga la liberación; es la semilla de la esperanza, porque sin ella, el pueblo terminará por fenecer. El entorno de los relatos de anunciación de un nacimiento es de un espíritu nacionalista que añora una transformación radical. Lo mismo trasuda el relato de Nazaret.
Los nacionalismos se encuentran en un momento efervescente, por ilusorio que parezca. Cuando los movimientos de globalización de bienes y personas parecen marcar el futuro de las sociedades, hay un impulso que busca la prevalencia de lo particular y local. En esta tensión conviene no perder los valores locales en aras de lo universal. Es responsabilidad nuestra fomentar lengua, música, creencias, costumbres, vestido, medicina, pintura y otras expresiones de las culturas autóctonas. ¿Cómo impacta la fe cristiana en las formas y expresiones locales?" (Koinonía)

 

miércoles, 24 de marzo de 2021

LA VERDADERA LIBERTAT




 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Le replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?" Jesús les contestó: "Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre."
Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán." Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre." Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios." Jesús les contestó: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió."

La verdadera libertad nos la da Jesús. Todo lo que nos aparta de Él nos esclaviza. Todo lo que nos aparta del amor a los otros, es esclavitud.
"La libertad es uno de los derechos humanos más preciados, tanto si se trata de la de un pueblo o una persona. Pueblos que han padecido la sujeción de su soberanía a una voluntad extranjera, valoran más su independencia y capacidad de autodeterminarse. Los pueblos celebran las proclamas libertarias nacionales de su historia, a pesar de arrastrar cadenas más sutiles y pesadas que las de sus antepasados. El pueblo de la Biblia celebra en la pascua anual su salida de Egipto, aunque fueron muy escasos los períodos de su historia en los que fueron autónomos.
La libertad personal es un bien que se encauza en el conjunto social, en el marco de la ley y del derecho ajeno. Lo contrario a ella es la esclavitud y esta se maquilla de formas y relaciones que van de lo más burdo a lo más sofisticado. Deudas, adicciones, relaciones tóxicas, tráfico de personas, violencia doméstica, trabajo infantil, etc. gravan seriamente la soberanía de la persona. Estas cadenas deben ser erradicadas del medio social. ¿Qué esclavitud detectamos en nuestra comunidad?" (Koinonía)

martes, 23 de marzo de 2021

QUIEN ES ÉL

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros." Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados."
Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Su muerte ignominiosa, clavado en una cruz, es sin embargo lo que le eleva, le ensalza. Su entrega total nos salva, nos hace llegar al Padre. Nosotros, como Jesús, debemos entregar toda nuestra vida para llegar al Padre. Entregar nuestra vida es servir a los demás, es amar.
"En la historia de cada persona hay momentos de “ajá”, en los que algo se acomoda en su lugar, y algo hace sentido de una manera diferente. Ese momento del “clic” respecto a quién es Jesús será el de su “levantamiento”, en el evangelio de Juan. Se trata de una manera de referir a su muerte en cruz y a su resurrección de entre los muertos. Ese momento le dará consistencia a todo lo hecho y dicho por Jesús de manera nueva. Para el lector ese clic representa la inteligencia del origen verdadero del enviado celeste: él es de arriba.
Tener conciencia de la propia identidad es un proceso gradual que no siempre procede de una sola línea, sino que resulta del cruce e interacción de varios elementos. El medio y ambiente familiar de la infancia, determinadas experiencias puntuales de la adolescencia, el cambiante círculo de relaciones juveniles, los vaivenes laborales y familiares de la adultez, son los que forjan el modo en el que decimos “Yo soy…”. Ese “Yo soy” siempre es relacional." (Koinonía)

lunes, 22 de marzo de 2021

NO JUZGAR

 


En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

Jesús nos da hoy varias lecciones. La primera, que Dios no quiere que el pecador muera, sino que se convierta. La segunda, que si miramos en nuestro interior, veremos que no somos tan perfectos como creemos. La tercera, que no somos nadie para jugar a los demás. Sólo Dios conoce las razones, las circunstancias verdaderas de nuestros actos. 
"La fiesta de las Tiendas era la fiesta de la luz, porque rememoraba la marcha del pueblo por el desierto, cuando Dios protegía al pueblo del sol inclemente y, de noche, les daba luz. Durante la semana de las celebraciones, los fieles habitaban en las chozas que construían para la ocasión, como una oportunidad penitencial, porque las conectaban con el exilio que había sido el castigo por sus infidelidades. En el marco de esta fiesta se escuchan las palabras de Jesús.
La luz de la que Jesús habla es la que aporta su revelación, él mismo, por sus palabras y obras. El templo, la Ley y el pueblo mismo se entendían como luz para el mundo, que rompe la iniquidad y corrupción del pecado. La luz es la bondad de Dios. El cristiano participa de esa luz desde su bautismo, que ha de mantener viva e irradiar con sus buenas obras. El bien es difusivo. Nos corresponde reconocer, alentar y realizar el bien en toda nuestra existencia. ¿Qué obra de luz realizaremos hoy?" (Koinonía)

domingo, 21 de marzo de 2021

UNA MUERTE QUE ES VIDA

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera.Y  cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

"En el evangelio de Juan vemos a judíos -o convertidos al judaísmo- que vienen a Jerusalén con motivo de la fiesta pascual. En medio de la caravana aparecen algunos griegos que aprovechan para pedir a Felipe: «quisiéramos ver a Jesús». La pregunta no es «¿dónde está?», a lo que probablemente cualquiera les hubiera respondido con una información adecuada, sino una petición que va unida al deseo de la mediación de los discípulos para conocer personalmente a Jesús. Los discípulos son reconocidos por su cercanía al maestro y se convierten en mediadores, testigos y compañeros de camino para quienes quieren ver a Jesús. El hecho de que sean griegos quienes buscan a Jesús tal vez quiera ser un símbolo de universalidad del evangelio, pues «incluso los paganos buscan a Jesús». La ocasión es aprovechada para anunciar que el tiempo de las palabras y los signos está llegando a su fin, pues se acerca la «hora» del «signo» mayor: su pasión y muerte en la cruz.
Jesús acude a una breve parábola. Sólo el grano de trigo que muere da mucho fruto. Esta brevísima parábola presenta una vez más, de otro modo, la lección fundamental del Evangelio entero, el punto máximo del mensaje de Jesús: el amor oblativo, el amor que se da a sí mismo, y que por ese perderse a sí mismo, por ese morir a sí mismo, genera vida.
Estamos ante una de las típicas «paradojas» del evangelio: «perder» la vida por amor es la forma de «ganarla» para la vida eterna (o sea, de cara a los valores definitivos); morir a sí mismo es la verdadera manera de vivir, entregar la vida es la mejor forma de retenerla, darla es la mejor forma de recibirla… «Paradoja» es una figura literaria que consiste en una «contradicción aparente»: perder-ganar, morir-vivir, entregar-retener, dar-recibir… Parecen dimensiones o realidades contradictorias, pero no lo son en realidad. Llegar a darse cuenta de que no hay tal contradicción, captar la verdad de la paradoja, es descubrir el Evangelio.
Y estamos ante un punto alto de la revelación cristiana. En Jesús, se expresa una vez más el acceso de la Humanidad a la captación esta paradoja. En la «naturaleza», en el mundo animal sobre todo, el principal instinto es el de la auto-conservación. Es cierto que hay mecanismos diríamos «altruistas» controlados hormonalmente para acompañar los momentos de la reproducción y la cría de la descendencia o para la defensa de la colectividad, pero no se trata verdaderamente de «amor», sino de instinto, un instinto puntual excepcional sobre el gran instinto de la auto-conservación, que centra al individuo sobre sí mismo. La naturaleza animal está centrada sobre sí misma. Lo que pueda ser contrario a esta regla no es más que una excepción que la confirma.
El ser humano, por el contrario, se caracteriza por ser capaz de amar, por ser capaz de salir de sí mismo y entregar su vida o entregarse a sí mismo por amor. La humanización u hominización sería ese «descentramiento» de sí mismo, que es centramiento en los demás y en el amor. La parábola que estamos reflexionando expresa un punto alto de esa maduración de la Humanidad; tanto, que puede ser considerada como una expresión sintética de la cima del amor. En el fondo, esta parábola equivale al mandamiento nuevo: «Éste es mi mandamiento, que se amen los unos a los otros ‘como yo’ les he amado; no hay mayor amor que ‘dar la vida’» (Jn 15,12-13). Las palabras de Jesús tienen ahí también pretensión de síntesis: ahí se encierra todo el mensaje del Evangelio. Y en realidad se encierra ahí todo el mensaje religioso: también las otras religiones han llegado a descubrir el amor, la solidaridad… el «descentramiento» de sí mismo como la esencia de la religión. Jesús es una de esas expresiones máximas de la búsqueda de la Humanidad, y del avance de la presencia de Dios en su seno…
Si las semillas somos nosotros, ¿a qué debemos morir? Esta hora neoliberal que vive el mundo, aunque se haya dado un notable avance en aspectos como la tecnología, la intercomunicación mundial, y hasta un notable desarrollo económico (tremendamente desequilibrado), no podemos dejar de descubrir un cierto «retroceso» en humanización: frente al pensamiento utópico, a las «ideologías» (en el sentido positivo de la palabra) que buscaban la «socialización» humana, la realización máxima posible de la solidaridad entre los humanos y la colectividad, la realización de una sociedad fraterna y reconciliada, tras el fracaso simplemente económico, militar o tecnológico de alguno de los sectores en conflicto, ha acabado por imponerse la vuelta a una economía supuestamente «natural», descontrolada, sin intervención, dejada al azar de los intereses de los grupos, llegándose a proclamar que «la persecución del propio interés sería la mejor manera de contribuir para el bien común» [fisiocracia, Tableau de Quesnay…]. El neoliberalismo, con su programa de «adelgazamiento del Estado», su disminución de los programas sociales y la proclamación de un mercado supuestamente «libre», ha vuelto a hacer de la sociedad humana una «ley de la selva», donde cada uno busca su propio interés, incluso creyendo, paradójicamente, que con ese interés propio es como mejor colabora al bien común.... Es una ideología enteramente contraria al Evangelio, y contraria al mensaje de todas las religiones. Es por eso que podemos considerarla como la proclamación de una nueva religión, la del egoísmo insolidario. Afortunadamente hay cada vez más señales de que este eclipse de la solidaridad y este retroceso de la hominización trasparenta cada vez más su verdadera naturaleza, y la inconformidad surge por doquier. «Otro mundo es posible», a pesar del esfuerzo de la propaganda neoliberal por convencernos de que «no hay alternativa» y de que estamos en el «final (insuperable) de la historia»... Si, con el evangelio, creemos que «no hay mayor amor que dar la vida», que la ley suprema es «morir como el grano de trigo: para dar vida» (evangelio de este domingo), deberíamos comprometernos en hacer que la sociedad se concientice sobre la necesidad de superar políticas económicas tan «naturales» y tan poco «sobrenaturales» como la actual política neoliberal." (Koinonía)



sábado, 20 de marzo de 2021

JESÚS DE LOS SENCILLOS

 


En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: "Éste es de verdad el profeta." Otros decían: "Éste es el Mesías." Pero otros decían: "¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?" Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: "¿Por qué no lo habéis traído?" Los guardias respondieron: "Jamás ha hablado nadie como ese hombre." Los fariseos les replicaron: "¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos." Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: "¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?" Ellos le replicaron: "¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas." Y se volvieron cada uno a su casa.

La gente sencilla entiende a Jesús. Los sacerdotes y fariseos, no. A Jesús debemos acercarnos con el corazón y no escudarnos en nuestros conocimientos y estudios. Tampoco en la ley. Es el amor el que nos lleva a Jesús.
"El evangelio evidencia la distancia entre los líderes judíos y el pueblo piadoso. Las autoridades tienen la responsabilidad de velar por el bien del pueblo, que está normado, es decir, la forma de procurarlo es ajustándose a lo estipulado en la Ley, a la que Jesús de Nazaret debe apegarse. El conocimiento de la ley, en los términos de los fariseos, es lo que impide caer engañado por los falsos profetas. Solo que no están dispuestos a escuchar al indiciado, y así socavan el orden legal; se autoengañan.
Lo que da fuerza a la autoridad es el ejercicio de la ley. El conocimiento de ella lleva al reconocimiento de su espíritu, que siempre alentará el bien común. Ante una novedad no prevista en la legislación, una autoridad debe recurrir al reconocimiento del espíritu de la ley y no solo a su letra, en busca de promover la justicia. El discípulo de Cristo está llamado a abandonar los estereotipos para abrazar la novedad que representa el Evangelio. ¿Qué novedad del Evangelio no queremos escuchar?" (Koinonía)

viernes, 19 de marzo de 2021

SAN JOSÉ

 


Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados." Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

La figura de José es un modelo en la Iglesia. Confía y se deja guiar por Dios. Siempre sigue su voluntad. Su presencia es discreta en el Evangelio. No guardamos ninguna palabra suya, pero influyó, en el Jesús hombre, en su educación. Por eso es patrón de los padres y en La Salle lo tenemos como patrón de nuestra Congregación de educadores.
"Uno de los núcleos difíciles de la historia de Jesús de Nazaret es el de sus orígenes irregulares, por decirlo de esta manera. Para legitimar la presencia de Jesús en la sociedad judía, la figura de José fue fundamental. Él debió ser también determinante en la forja de la personalidad de su hijo, incluido lo religioso, que forma parte de lo público.
En la familia tradicional, la figura paterna proporciona los medios necesarios para que la madre fortalezca el vínculo afectivo con el hijo durante los primeros años de su existencia, con todos los cuidados que le brinda. Por otra parte, el vínculo con el padre también es vital. Del padre el niño aprenderá los modos de relacionarse que le permitan formar parte de la comunidad o grupo social, gracias al cumplimiento de normas y deberes. Jesús aprendió a relacionarse con Dios como le enseñó José.
El crecimiento de familias monoparentales en nuestros medios, necesariamente se refleja ya en la configuración social. ¿Qué habilidades relacionales fomenta en nosotros la fe cristiana?" (Koinonía)

jueves, 18 de marzo de 2021

VIVIR DE CARA A DIOS

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?"

"La sociedad del tiempo de Jesús había desarrollado todo un sistema de valores sociales sostenidos por el honor. Los códigos de honor tienen más que ver con el cómo alguien quiere ser tratado por los demás que con la honestidad consigo mismo, en conciencia, ante Dios. Jesús argumenta que él vive de cara a Dios y no buscando los honores humanos. Muchas veces, el medio social sofoca la libertad de conciencia personal en aras del control social del “qué dirán”. Así acumulamos frustraciones y resentimientos que dañan las ideas que tenemos de nosotros mismos. Una sana autoestima resulta de una personalidad equilibrada y madura. La confianza en sí mismo se construye a base de la afirmación externa pero también de la convicción personal. Así es como crecemos para afrontar con éxito los desafíos que nos saldrán al paso. Démonos el derecho de afirmar nuestras necesidades, de disfrutar lo conseguido con nuestro trabajo, de vernos felices, como Dios quiere vernos. ¿Vivimos de cara a Dios, oyendo su voz y mirando su rostro, o de cara a los demás?" (Koinonía)

miércoles, 17 de marzo de 2021

JESÚS NOS DA LA VIDA


 
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo." Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: "Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

"Las obras de Jesús muestran que es un enviado auténtico de Dios para darle vida a su pueblo. Jesús refiere a dos obras que sobrepasan con mucho, las curaciones que él ha venido haciendo en el relato evangélico de Juan: resucitar a los muertos y juzgar a los incrédulos. Ambas obras le competen solamente a Dios, de donde se trasluce la verdad de la que sus adversarios lo acusan, pero con una salvedad: él no se arroga ser igual a Dios, porque no hace ni dice nada que no le venga del Padre.
En su caminar, el cristiano mira continuamente a Jesús para regular sus propias actitudes y actos, a nadie más. Ser discípulo de Cristo es vivir buscando la voluntad de Dios para vivir orientados hacia él, como Jesús. Consideremos si lo que hacemos produce vida o no, no solo a nosotros sino a las personas que queremos y nos quieren. La vida verdadera muchas veces se consigue al costo de la cruz. ¿Nuestras obras dicen que vivimos haciendo la voluntad de Dios?"(Koinonía)

martes, 16 de marzo de 2021

ÉL NOS HACE CAMINAR...

 


En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: "¿Quieres quedar sano?" El enfermo le contestó: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado." Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar." Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: "Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla." El les contestó: "El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar." Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?" Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: "Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor." Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

"En la piscina de Betesda nos sale al encuentro otra curación de Jesús; ahora de un hombre que, simbólicamente, tiene los años que tardó el cambio generacional del pueblo sacado de Egipto; los años pasados en el desierto fueron para que la gente nueva de un pueblo renovado cruzara el Jordán y entrara en la tierra de la promesa. Ese hombre había pasado toda su vida atado a una camilla, mientras veía apagarse la esperanza de verse sano.
La salud es un bien integral, e implica, por lo mismo, el cumplimiento de otros derechos fundamentales de la persona. Cabe pensar, por ejemplo, en el derecho a la seguridad en el ambiente de trabajo, o el derecho a una alimentación saludable o el derecho a tener agua potable y aire limpio o a una vivienda digna. Estos derechos inciden directamente en el bienestar de cada miembro de la sociedad y deben ser garantizados por el Estado. La fe cristiana no tiene otro objetivo que la salud o salvación integral de la persona; a esto se orienta el Evangelio mismo." (Koinonía)

lunes, 15 de marzo de 2021

JESÚS NOS SALVA A TODOS

 


En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Jesús es fuente de vida. Nos salva a todos. Aquel niño era el hijo de un funcionario real. Para Jesús es alguien que necesita salvación. Él nos salva a todos sin hacer diferencias. ¿Hacemos nosotros diferencias?
"Por la salud de un hijo, sus padres están dispuestos a mover cielo y tierra. En tiempos de Jesús, había un índice muy elevado de mortalidad infantil, sobre todo, en los primeros dos años de vida; más que los accidentes, las precarias condiciones alimentarias y sanitarias propiciaban que las enfermedades hicieran estragos entre la población. Se calcula que, en el Imperio Romano, por cada seis niños que pariera una mujer, al menos tres no rebasarían los tres años. El promedio de vida rondaba los 24 años, aunque había gente longeva; uno de mil podría vivir más de ochenta años, dependiendo de las condiciones de vida.
El derecho a la salud ha ido tomando carta de ciudadanía en nuestras sociedades industrializadas. Esto significa que no solo debe haber acceso a los bienes sanitarios, sino propiciar las condiciones de vida que favorezcan vivir con la mejor salud posible. Que Jesús sane al hijo de un funcionario real habla de que la salud es un bien que está por encima de las condiciones sociales de los individuos." (Koinonía)

domingo, 14 de marzo de 2021

ÉL ES LA LUZ...



En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios."

Jn 3,14-21 corresponde a la respuesta que Jesús da a Nicodemo cuando pregunta «¿cómo puede ser eso?», refiriéndose al nuevo nacimiento en el Espíritu. Es también la segunda y última parte del diálogo de Jesús con este “jefe” de los fariseos de Jerusalén.
Nicodemo, cuyo nombre significa “el que vence al pueblo”, aparece varias veces en el evangelio de Juan (3,1-21; 7,50-52; 19,39). No es un cualquiera. Por su filiación religiosa es un fariseo, es decir, un rígido observante de la Ley, considerada como la expresión suprema e indiscutible de la voluntad de Dios para el ser humano. Es el primer rasgo que señala Juan antes del nombre mismo. Nicodemo se define como hombre de la Ley antes que por su misma persona. Juan añade otra precisión sobre el personaje: en la sociedad judía es un “jefe” título que se le aplica particularmente a los miembros del Gran Consejo o Sanedrín, órgano de gobierno de la nación (11,47). En éste, el grupo de los letrados fariseos era el más influyente y dominaba por el miedo a los demás miembros del Consejo (12,42).
Nicodemo habla en plural (3,2: sabemos). Es, pues, una figura representativa. La escena va a describir un diálogo de Jesús con representantes del poder y de la Ley. Nicodemo llama a Jesús “Rabbí” (3,2), término usado comúnmente para los letrados o doctores de la Ley que mostraban al pueblo el camino de Dios. Así es como este fariseo adicto ferviente de la Ley, ve a Jesús. Es extraño, porque hasta el momento, Jesús no ha dado pie para semejante interpretación de su persona. En realidad, Nicodemo está proyectando sobre Jesús la idea farisea de Mesías-maestro, avalado por Dios para interpretar la Ley e instaurar el reinado de Dios enseñando al pueblo la perfecta observancia de la Ley de Moisés. Está lejos de comprender el cambio radical que propone Jesús. Para los fariseos, en la Ley está el porvenir de Israel; para Jesús, el nacimiento en el Espíritu abre el reino de Dios al porvenir humano. El ser humano no puede obtener plenitud y vida por la observancia de una Ley, sino por la capacidad de amar que completa su ser. Sólo con personas dispuestas a entregarse hasta el fin puede construirse la sociedad verdaderamente justa, humana y humanizadora. La Ley no elimina las raíces de la injusticia. Por eso, una sociedad basada sobre la Ley, no sobre el amor, nunca deja de ser opresora, codiciosa, injusta.
La segunda parte del diálogo de Jesús con Nicodemo se centra en el que “bajó del cielo”, sin dejar de ser “del cielo”, “para que todo el que crea tenga vida eterna”. La reflexión de Jesús resalta la relación que hay entre creer y vivir en las obras de la vida eterna, es decir, en el Reino de Dios. “Bajar del cielo” y ser “levantado” es un asunto de amor de Dios. Veamos los énfasis teológicos propuestos por el discurso:
Frente a la centralidad farisaica de la Ley, el evangelio de Juan propone la dinámica liberadora de la fe en Jesús “levantado” (levantado en la cruz, crucificado), como la serpiente que Moisés levantó en el desierto. Creer es la respuesta al inmenso amor de Dios. Es la reciprocidad del amor. Creer no es un concepto, o una doctrina; es un acto de amor, por el que adviene el Reino de Dios. El juicio sobre la humanidad tiene como criterio la fe, como acto de amor recíproco. Nuevamente llegamos a la insistencia de Juan: una humanidad justa y feliz sólo es posible sobre el amor, no sobre la Ley. Ésa es la fe que proclama Juan.



sábado, 13 de marzo de 2021

SER CONSCIENTES DE NUESTRA PEQUEÑEZ



 
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste regresó perdonado a su casa, y el otro no; porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.

"La parábola de Jesús ilustra quién es justo y quién no lo es a los ojos de Dios. Por eso la parábola se desenvuelve en el templo. El fariseo es reputadamente piadoso, pero tiene una concepción distorsionada de sí mismo; se singulariza alejándose de todos, incluso de su vecino de oración. Él se define por lo que no es y, en su mundo, Dios debiera estar orgulloso de él. Pero Jesús lo reprueba. El otro, un pecador público, se mira como Dios lo vería; no aspira a la vida, pero Dios se la otorga.
Ante los ojos tenemos tendencias recientes que enaltecen al individuo de una manera que lo singulariza de manera competitiva. Pensemos en las redes sociales. Dicha distinción no siempre ocurre por las virtudes morales desplegadas ante los demás, ni siquiera por logros que beneficien a personas necesitadas, sino por banalidades y venalidades que debiendo silenciar, propalan como si de hazañas se tratara. En lugar de inundar el mundo con justicia, lo sumergen en corrupción y sinsentido. Mirémonos con los ojos de Dios." (Koinonía)

viernes, 12 de marzo de 2021

LA LEY ES EL AMOR




 En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Respondió Jesús: "El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos."
El escriba replicó: "Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios." Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del reino de Dios." Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

"“Hasta la pregunta ofende”, se dice cuando la respuesta es tan obvia que no necesita reflexionarse una respuesta. Pero por supuesto que todos los judíos conocían cuál era el mandamiento principal, porque lo recitaban diariamente. Se discutía entre los rabinos, sí, la jerarquía de los preceptos en orden a llevar una vida recta y piadosa; Jesús pone el dedo en el corazón humano. El hombre está destinado a amar, y en esto estriba su felicidad plena.
Nadie pone en duda que una persona ame a Dios; la apreciación cambia cuando se cuestiona si la misma lo ama totalmente, como prescribe el mandamiento. Cambia porque esa totalidad exigida por Jesús es constatable, y “contra los hechos no valen los argumentos”. Esto mismo, la verificación del amor ocurre con el segundo mandamiento. El amor al prójimo es fácilmente constatable porque se nota. Es evidente. Esto nos tiene que obligar a hacer del amor algo constatable en la vida personal con sus repercusiones comunitarias. De aquí depende nuestro presente y nuestro futuro. ¿Cómo manifiestas el amor a tu prójimo?" (Koinonía)

jueves, 11 de marzo de 2021

ESTAR CON JESÚS

 


En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: "Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios."
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama."

La realidad es irrefutable, como reza el dicho “contra los hechos no valen argumentos”. La realidad se impone por su evidencia. Sin embargo, lo que vemos en el evangelio es que los datos son interpretables, y que su interpretación debe ser coherente con un marco de referencia, al que llamamos contexto. Jesús refiere a ese contexto para defender sus poderosas acciones liberadoras, mismas que sus contemporáneos adjudican a su jerarquía de emisario del mal.
En el proyecto del Reino, muchas veces los esfuerzos evangelizadores se diluyen porque no están insertos en una tela que les dé unidad y coherencia que les provea de mayor alcance. Cada discípulo parece evangelizar por su cuenta, y termina provocando más división que impulso vital en la comunidad cristiana. Es como si el quehacer evangelizador fuera asunto individual. El llamado de Jesús es a trabajar contextualmente, es decir, considerando no solo las obras buenas, sino colocándolas en relación más amplia con la historia y sentido de pertenencia al pueblo de Dios. ¿Cómo se nota que el Reino de Dios ha llegado a nosotros?

miércoles, 10 de marzo de 2021

CUMPLIR Y ENSEÑAR

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos."

"El evangelio de Mateo teje la continuidad de Jesús con la revelación más autorizada entre los judíos, la ley y los profetas, y no en ruptura con ella. Esa continuidad la expresa en términos de cumplimiento. Para argumentar así, se visualiza un trasfondo de dos telones: el primero es el de la discrepancia de las nuevas enseñanzas cristianas, que alteraban lo consabido, como calendarios y dietas, o la circuncisión y otras regulaciones diarias de los fieles. El segundo telón es el de la interpretación escrituraria, que argumenta que la historia de Jesús cobra sentido cabal solo leyendo las Escrituras. El trasfondo es ciertamente judío, donde la tradición mateana aprendió a tejer lo viejo y lo nuevo, para forjar a su único maestro, Jesús.
En nuestras condiciones de vida familiar y social, también se deja sentir esa tensión entre lo antiguo y lo nuevo. Los educadores saben que se trata de tejer la continuidad y no la ruptura, para crecer con sapiencia y respeto recíproco. ¿Buscamos ser grandes a los ojos de Dios?" (Koinonía) 

martes, 9 de marzo de 2021

EL ANACORETA Y EL SABER PERDONAR

  


 En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?"
Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."

El Anacoreta, al meditar este evangelio con su discípulo, dijo:
- Si queremos ser perdonados, debemos perdonar. ¿Qué diría Jesús ante los desahucios de hoy día? Las grandes empresas negocian sus deudas entre ellas y con los bancos, pero no perdonan el alquiler de un piso...Y nuestra sociedad se llama cristiana...

"Las deudas esclavizan; son producto de la insuficiencia o insolvencia de un individuo que recurre a otro para conseguirse los medios de subsistencia. Con frecuencia, una deuda encadena otra, y así sucesivamente, hasta generar una espiral de endeudamiento. A la base de la deuda hay una carencia de autonomía por lo que el deudor pierde equidad social frente al prestamista. Así, la deuda no solo es un asunto de bienes en trámite, sino que condiciona las relaciones entre las personas, porque la deuda crea dependencia, de un lado, y acrecienta el haber del otro. No caer en deudas es una bendición, no siempre es posible. Por eso, la parábola de Jesús solicita una respuesta radical al perenne problema de las deudas.
El Reino es experiencia del perdón de las deudas. El perdón no tiene otra base que la compasión que deja de mirar la ganancia o el beneficio para mirar el corazón angustiado del deudor y liberarlo. El perdón de las deudas es una obra redentora o liberadora que recrea la humanidad de la relación de las personas." (Koinonía)