viernes, 30 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y LO FUNDAMENTAL DE LA VIDA RELIGIOSA


El joven seguidor estaba preocupado ante la diversidad de opiniones sobre la vida religiosa. Ante la crisis real de las instituciones, leía soluciones de todos los colores. Que se debía volver a la sotana, a la misa en latín, la clausura, la catequesis tradicional, las devociones...Otros, que el religioso se ha de dedicar a las obras de caridad, a la lucha por los derechos del hombre, a crear organismos sociales y filantrópicos... Por eso preguntó al Anacoreta cual era el verdadero camino.
El anciano miró con seriedad al joven y lo hizo sentar. Luego dijo.
- Me temo que ambos se equivocan. Los religiosos estamos preocupados por el cómo, y olvidamos la pregunta principal: por qué. Somo religiosos porque nos sentimos llamados a seguir a Jesús, a hacernos uno con Jesús, a hacer vida el Evangelio...Ahí radica lo fundamental: la conversión. Si no intentamos vivir una espiritualidad profunda en Cristo, de nada valen las sotanas, las devociones, las obras sociales y la lucha por la justicia. Sin una vida interior auténtica, las sotanas, los latines y las devociones son pura comedia. Las obras sociales y la lucha por la justicia no requieren la vida religiosa, ni siquiera la Fe.
Hizo una pausa y añadió:
- Nuestra vida ha de ser tan profunda, tan "diferente", que interpele a los otros. Tanto da que sea con un hábito de la Edad Media, con tejanos o vestidos de lagarterana...Nuestras acciones sociales han de brotar de nuestra vida espiritual. Es entonces cuando podrán interpelar a la sociedad y es cuando podremos realizarlas sin "quemarnos". El religioso ha de ser un profeta. Transparentar a Dios...
Sonrió, y mirando con ternura al joven, concluyó:
- Pero no temas. Ha sido en los momentos de "crisis", cuando han surgido los grandes hombres, aquellos que supieron revitalizar la Iglesia, los que supieron cambiar la sociedad...

jueves, 29 de septiembre de 2011

ORACIÓN


"A Ti, que duermes en mi pecho, no se te encuentra con palabras, sino en la aparición de la vida dentro de la vida, y de la sabiduría dentro de la sabiduría.
A Ti se te encuentra en la comunión: Tú en mí, y yo en Ti; Tú en ellos, y ellos en mí: desasimiento dentro del desasimiento, desapasionamiento dentro del desapasionamiento, vacuidad dentro de la vacuidad, libertad dentro de la libertad. Estoy solo. Tú estás solo. El Padre y Yo somos Uno."
(Thomas Merton)

miércoles, 28 de septiembre de 2011

HIPPY, MONJE, POETA Y MÍSTICO


Aquí os dejo la muestra de alguien "diferente"

El argentino Hugo Mujica, que publica un nuevo libro, recuerda su amistad con los autores de la generación 'beat' y explica su vida como sacerdote católico

JUAN CRUZ - Madrid - 27/09/2011 (El País.com)
Este hombre de 70 años es poeta y es un místico radical que cree en la vida y en Dios, pero que no se entretiene en poner rostro o palabras a ese ser innombrable en el que ha depositado su fe.
"Si una cultura no genera sentido, genera violencia", afirma el escritor
Un poeta. Visor publica estos días Y siempre después el viento, que se une a la obra completa que ya publicó Seix Barral y a volúmenes de ensayo y poesía que le han dado notoriedad como escritor pero que no le han envanecido el cerebro.
Es un sacerdote, además. Tiene parroquia en Buenos Aires, se ciñe a los Evangelios y mantiene una riña permanente (es decir, una indiferencia) con respecto a la jerarquía. Siente pena cuando evoca el boato con que viajan los Papas.
Estuvo siete años callado, en un monasterio trapense, después de vivir la agitación de los sesenta en el Greenwich Village de Nueva York, rodeado de artistas hippies como él mismo.
¿Qué pasó en Nueva York? Hugo Mujica tiene la cabeza totalmente rapada, viste con ropajes sueltos, sale de esta conversación, sostenida en el Café Gijón, saltando los setos y de hecho cuando se ve en el espejo "es cuando sé que tengo 70 años; salgo a la calle y considero que vuelvo a ser un chiquillo". Pues, qué pasó en Nueva York. "Ah, Nueva York. Viví allí los años sesenta, era la época del sexo, la droga y el rock and roll. Y eso se acaba, y al acabarse o te ibas al establishment o terminabas reventado de droga". Fue entonces cuando le surgió la necesidad de la mística, se instaló en un monasterio, primero en EE UU y luego en Francia, y estuvo en silencio siete años. Luego se hizo cura. ¿Silencio, siete años? "Lo que pasa es que el silencio para quien no lo ha experimentado antes es una carencia. Yo digo en un verso: 'En el silencio el silencio habla'. Adentrarse en el silencio es adentrarse a lo más prístino que tenemos. Aristóteles nos metió en la cabeza que somos el animal que habla. Yo digo que somos el animal que escucha".
Es una de esas personas que de pronto se convierte en dos ojos que emiten sonidos. En medio de esa impresión susurra: "Yo no nací hablando, el lenguaje me lo dio la comunidad. Pero sí nací escuchando. Recuperando esa escucha nos damos cuenta de qué está expresándose. Y es ponerse a tono con esa expresión lo que creo que es ser escritor". El escritor es "el que se demora en las palabras para ver qué más tienen que decir además de lo que ya dijeron".
Del silencio al ruido. En Argentina sus charlas y sus discursos son una apelación a la esperanza. Ahora que está en este turbulento suelo europeo, ¿cómo nos ve? ¿Muy desastrados? "El desencanto europeo empieza en los años cincuenta, con el aburrimiento, la náusea, la constatación de un mundo sin sentido. Algo faltaba. Si una cultura no genera sentido genera violencia. Creo que ahí empieza el malestar de la cultura".
El malestar viene de lejos. Este hombre que parece escaparse del cuadro en el que lo pone el fotógrafo cree que estamos marcados por el mercado. Nos dan regalos, como el iPad o el celular, como si así domináramos el malestar. "Pero el que sucede es un malestar mucho más profundo. Para parafrasear a Nietzsche, el malestar de que el paso de la historia aplaste la danza de la vida. Lo que se está reclamando desde las entrañas es volver a la vida".
En el Village fue amigo de Allen Ginsberg y de todos los artistas que vivían aquel amago de resurrección de la vida. "Fueron años muy fuertes". Pero hubo muerte entre las flores. "Aparte del folclorismo de los hippismos piensa que mataron a John y a Bob Kennedy, a Malcolm X y a Luther King... Siempre describo el hippismo como un brote afectivo en la racionalidad sajona. Ese brote estaba reprimido y generó esa especie fantástica de creatividad y de circo".
¿Y cómo era Ginsberg? Hay gratitud en el rostro de Mujica. "El más grande de nosotros. En aquel tiempo era un gay declarado, ser militante gay era insólito. Y era maternal. Lo recuerdo siempre inclinado para ver si necesitabas algo; amable en el sentido fuerte de la palabra".
Y Ernesto Sabato, agnóstico y quizá ateo, iba a sus misas. Se emocionaba. Hablaban de Dios. "Para mí, Dios es como la cuña que nunca deja que se cierre el mundo y que siempre está generando otra cosa. Pero no tengo idea de quién sea. Es el lugar desde el que merodeando hablo; pero nunca hablaría sobre Dios, intento hablar desde Dios".
¿A qué le obliga el sacerdocio. "A nada, en mi caso particular. He generado una libertad dentro de esa estructura; celebro misa cuando estoy en Buenos Aires. Me ven como alguien raro, pero no como un raro loquito sino como alguien que venía con experiencia, que estudia, que publica". Y que aprendió del silencio, hacia el que corre por encima de los setos...

martes, 27 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y LA AMBIGÜEDAD


El joven seguidor llevaba unos días preocupado. Le costaba decidirse ante las cosas, dudaba...
Salieron de paseo, y al llegar a una plazoleta ajardinada, el Anacoreta le hizo sentar en un banco y le preguntó:
- ¿Ves aquél árbol? ¿De qué color son sus hojas?
El joven miró un rato y respondió:
- No sé. Podría decir que son verdes, pero no todas tienen la misma tonalidad. Además, el otoño hace que algunas empiecen a amarillear y otras ya sean claramente marrones...
Sonrió el anciano y le preguntó:
- Y el agua de ese pequeño estanque, ¿de qué color es?
Volvió a dudar el joven, y tras un buen rato dijo:
- No sé. Depende de la luz, de lo que refleja, de las algas...
Rió abiertamente el Anacoreta y le dijo:
- ¿Lo ves? A ti te gustarían las cosas claras. Saber exactamente lo que has de hacer en cada momento, cómo es tu vida, discernir exactamente tus problemas y los del mundo...Sin embargo en la vida todo es ambiguo. Los límites entre lo malo y lo bueno, lo bello y lo feo, el amor y el odio, la caridad y el egoísmo, la conciencia limpia y la culpa...no están claros.
Dejó pasar a un grupo de adolescentes que gritaban y jugaban y luego prosiguió:
- Por eso debemos reflexionar antes de tomar nuestras decisiones para que sean correctas.
Miró al joven a los ojos y concluyó:
- Pero has de aprender a decidirte sin tener la seguridad absoluta. De otra manera, nunca harás nada. Confía en tu buena voluntad...
Se levantaron y siguieron paseando...
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Para los que les interesan los temas de religión actuales, les  recomiendo este blog titulado : Cartujo con licencia propia  www.cartujoconlicencia.blogspot.com/

lunes, 26 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y LOS FRACASOS


Aquella amiga, lloraba a lágrima viva junto al Anacoreta.
- He vuelto a caer. Mi vida es una derrota tras otra...Soy una fracasada.
Dejó el anciano que la mujer llorara. Cuando poco a poco las lágrimas se fueron calmando, le dijo:
- El fracaso sólo lo es si nos quedamos en él. Tras la tormenta siempre llega la calma. Ciertamente sentimos que no valemos nada, pero a partir de ahí, cualquier pequeño detalle ya es una victoria. Cada pequeño paso hacia adelante te ayudará a dar el siguiente y será motivo de felicidad.
La mujer añadió:
- Sí, pero volveré a caer...
La miró con ternura el anciano y prosiguió:
- Como todos. Ahí todos somos iguales. No creas que haya alguien que no falla nunca...Avanzamos en la vida en dientes de sierra. Subiendo y bajando. Cayendo y levantándonos. Lo que no hemos de hacer es darnos por vencidos y no volvernos a levantar.
tras una pequeña pausa, concluyó:
- Intenta vivir en un presente amplificado. Cuando hayas caído, intenta verte ya levantándote...Y sobre todo, mira las manos amigas, que a tu alrededor, se tienden hacia ti para que te agarres a ellas...

domingo, 25 de septiembre de 2011

MENOS PALABRAS...


"Jesús les preguntó:
– ¿Qué os parece esto? Un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos:
- Hijo, ve hoy a trabajar a la viña.
El hijo le contestó:
- ¡No quiero ir!, pero después cambió de parecer y fue.Luego el padre se dirigió al otro y le dijo lo mismo. Este contestó:
- Sí, señor, yo iré, pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que el padre quería?
– El primero –contestaron ellos.
Entonces Jesús les dijo:
– Os aseguro que los que cobran los impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que vosotros en el reino de Dios. Porque Juan el Bautista vino a mostraros el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. Vosotros, aun después de ver todo eso, no cambiasteis de actitud ni le creísteis."

Este fragmento del Evangelio, sacerdotes, religiosos, cristianos "oficiales", deberíamos meditarlo cada día. Jesús habla aquí a los "religiosos"  de su tiempo: escribas, sacerdotes y fariseos. Aquellos, que representaban la ortodoxia de la religión. Y les dice nada menos, que las prostitutas y los publicanos, los corruptos de su tiempo, les precederán en el Reino. ¿Os imagináis a Jesús diciendo hoy que las prostitutas, los corruptos, los delincuentes, están más cerca del Reino que el Papa, la curia, los obispos, los curas los religiosos, los que van regularmente a misa? Pues no os lo imaginéis. Lo dice; porque el evangelio es palabra viva para hoy, no arqueología.
No. No se trata de ser un pecador, de prostituirse ni de ser un criminal. Lo que Jesús nos quiere decir es, que hemos de ser consecuentes. Que ser cristiano no es cuestión de palabras, promesas, propagandas, textos...Se trata de que nuestra vida sea acorde con el Evangelio. Que no por decir bellas palabras y extraordinarios discursos, que no por creernos poseedores de la verdad, somos parte del Reino. El hijo que dice no, pero después va, tiene el mérito de haber reconocido su error y de rectificar. Los que nos llamamos creyentes, corremos el riesgo de quedarnos en palabras y olvidarnos de ir a la viña, de luchar por un mundo mejor, de ser solidarios con el hermano, de entregarnos totalmente al otro, que es, en definitiva, entregarse a Dios.
Ninguno de los dos hijos es modelo. Lo que Jesús nos pide es, que digamos sí y actuemos. Que ese Amor que decimos tenerle a Él, se traduzca en Amor a todos los Hombres.
En la Iglesia hemos de tener la humildad de considerarnos pecadores. Hemos de reconocer, que a lo largo de los siglos se ha acumulado mucho barro del camino a nuestros zapatos. Hemos de pedir perdón...pero, de una vez por todas, hemos de decidirnos  ir a la viña del Señor. Hay mucho cristiano, lo sé, que ya está en la viña. Cristianos anónimos que dan día a día, gota a gota, su vida por los demás. Pero ya es hora de que toda la Iglesia deje de lado todas las cosas que la atan al poder y se decida a ir a la viña del Señor...


sábado, 24 de septiembre de 2011

LA MERCÉ, PATRONA DE BARCELONA

Como hoy es Nuestra señora de la Merced, patrona de Barcelona os pongo estos dos vídeos en la música del sábado. El primero para que conozcáis algo de Barcelona y el segundo las Fiestas de Gracia (15 de Agosto) uno de los barrios más bonitos de la ciudad. La primera calle que sale en el vídeo de Gracia, creo que alguien la reconocerá enseguida. Sobran algunas imágenes, pero es lo que he encontrado en YouTube.





viernes, 23 de septiembre de 2011

LOS DIEZ NUNCA

Llego con retraso, lo sé. El día del Altzheimer ya pasó; pero hay cosas que nunca pasan, que son de cada día. Les ponemos un día especial para aquellos que viven ajenos. Quien tiene un enfermos de Altzheimer en casa sabe que él es el principal cuidador y que muchas veces cometemos errores. Algunos por cansancio, otros simplemente por ignorancia.
Creo que estos diez consejos son muy importantes. Y no creáis que son fáciles de seguir. Por naturaleza tendemos a hacer lo contrario.


jueves, 22 de septiembre de 2011

SALMO


Los hombres somos contradictorios. Buscamos la libertad, la independencia total, pero querríamos que Dios estuviese interviniendo constantemente en nuestro mundo para solucionar nuestros problemas. Nos molesta la existencia de Dios, pero le echamos las culpas del mal de este mundo.
Los místicos, con su gran sensibilidad espiritual, son los que captan esa realidad que no entendemos. Este texto de Thomas Merton puede darnos luz...
"El Señor Dios está presente donde brilla el nuevo día
en la humedad de la hierba que está brotando.
El Señor Dios está presente donde
las florecillas silvestres son conocidas tan sólo por Él.
El Señor Dios pasa de improviso, en el viento,
cuando la noche desciende sobre la tierra.
Él, que es infinitamente grande, ha concedido a sus hijos
una participación en Su propia inocencia.
Sólo Suyo es el más dulce de los amores,
cuya llama pura respeta todas las cosas.
Dios, al que pertenecen todas las cosas,
las deja por completo a sí mismas.
Nunca las toma para Sí mismo,
como hacemos nosotros, para destruirlas.
Las deja donde están.
Nunca deja de darles todo cuanto son,
sin pedir que se lo agradezcan;
pero ellas tienen que recibirlo todo de Él,
y ser amadas y alimentadas por Él,
y crecerán y se multiplicarán,
y de este modo habrán de ensalzarle.
Él vio que todas las cosas eran hermosas,
pero no las quiso para Sí.
Su amor no es como el nuestro. Su amor no es posesivo.
Su amor es puro, porque no necesita nada."
(Thomas Merton)

miércoles, 21 de septiembre de 2011

SIGUIENDO CON LA JUSTICIA DIVINA...


Mi amiga, respondiendo a mi post del Don de Dios ha escrito:
Joan, hablando del amor de Dios....
todo aquel que sabiendo donde se encuentra "el bien para los demás" no se baña y mete hasta la cabeza, lo diga quien lo diga y lo llamemos como queramos ( el nombre no es más que algo que pone el hombre )no puede recibir lo mismo que aquel que ha dado su vida y fortuna para los demás. Mientras nuestras bocas se abran para meternos en el estomago comida suficiente para dar de comer a dos personas , y allá otros que mueren sin lograr masticar un poco de alimento... lo siento, el Dios de la puerta no le dejará pasar.
Como creo que esto nos interesa a todos, me permito hacer un post a raíz de esta respuesta.
Jesús sólo se enfrentó contra un tipo de personas. Los escribas y fariseos, que eran precisamente los que se creían autorizados para decir si los otros eran "buenos o "malos". ¿Quiénes somos nosotros para decir a quién dejará pasar Dios o no? Con mitra o sin; con sotana o no; progresistas o fundamentalistas...no somos nadie para colocarnos en el lugar de Dios y dictaminar sobre los demás.
Somos excesivamente maniqueos dividiendo a los hombres en "buenos" y "malos", santos y pecadores. En realidad, la mayoría no somos ni lo uno ni lo otro. Hacemos cosas buenas y cosas malas. La verdadera bondad y la verdadera maldad se encuentran en el interior del hombre y sólo Dios conoce ese interior. Luego sólo Él puede juzgarnos.
Ciertamente que si "sabemos dónde se encuentra el bien para los demás" nos hemos de entregar totalmente a él. Pero,¿todos vemos el bien de la misma manera?,¿todos creemos que las mismas cosas son un bien? Y, en definitiva, si hay que hacer el bien es por Amor al otro, no por una recompensa. ¿Por qué nos preocupa, entonces, si el otro recibirá un premio justo o no, si lo dejarán entrar o no?
No se trata del todo vale. Se trata de no mirar tanto, de no juzgar los actos del otro y entregarnos nosotros. No podemos entrar en el otro y analizar el por qué profundo de sus actos.
Prefiero creer que todo el mundo actúa según sus convicciones y no de mala voluntad. Yo prefiero encontrarme con un Dios que  abre sus brazos acogedores a todos, aunque  me parezca injusto...

martes, 20 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y NUESTRA SOLEDAD


El joven seguidor se quejaba de que se sentía solo. El Anacoreta se sentó junto a él y dijo:
- Es inevitable. El hecho de que seamos seres únicos, nos condena a la soledad. Nadie puede tomar las decisiones por nosotros. Nadie siente ante las cosas lo mismo que sentimos nosotros. Nuestros sufrimientos, aunque la enfermedad sea la misma, son distintos de los de los otros...
Sonrió al joven y continuó:
- Pero lo que hemos de procurar es no convertir nuestra soledad en aislamiento...Eso hace nuestra soledad insoportable. En cambio, el sentirnos hermanos, acompañados, convierte nuestra soledad en una riqueza. Nos hace ser personas maduras, que tomamos nuestras propias decisiones, que tenemos nuestros propios sentimientos...Nos ayuda a ser...
Miró a los ojos al joven y concluyó:
- Si tu soledad se te hace insoportable es que, aunque parezca una tontería, la estás viviendo solo, estás aislado, sólo te miras a ti...

lunes, 19 de septiembre de 2011

EL DON DE DIOS...


Como mi amiga se sigue subiendo por las paredes he pensado ampliaros el tema de ayer. Empecemos con este precioso texto de W.Countryman:
"El don es el principio sobre el que el Creador ha basado la existencia humana; es la realidad más generalizada de nuestra vida, aun cuando pase casi inadvertida. Tenemos la vida gracias al don de otras personas, a través de la procreación, de la gestación y del alumbramiento. Vivimos gracias a las bondades de la naturaleza y gracias al trabajo, la generosidad y la compañía de otros seres humanos. Somos educados merced a la donación de sí mismos que hacen nuestros maestros. Somos sustentados constantemente gracias a una serie de dones: el amor, el perdón, la reconciliación, el placer. Nuestra vida entera es el fruto de los dones recibidos, y nosotros mismos contribuimos con nuestros dones a la vida de los demás."
Pero nosotros seguimos empeñados en tasar las cosas y darles un precio basándonos en la dificultad y el mérito que tiene obtenerlas. Y por más que nos empeñemos en juzgarlo todo a base de derechos adquiridos por nuestras obras, estamos rodeados de dones, y el don es gratuito. Acusamos a la religión de que nos hace ser competitivos, de que nos hace creer que conquistamos a Dios con nuestras obras...Lo que nos decía la parábola de ayer era, que no son nuestros méritos los que alcanzan el amor de Dios. Nuestros méritos nos dan lo justo: un denario. Pero Dios está por encima de toda justicia y nos quiere dar mucho más...Sólo, que estamos tan ciegos, que no sabemos ver el don de Dios...Y somos tan orgullosos, que querríamos que fuera mérito nuestro, no pura gratuidad.  

domingo, 18 de septiembre de 2011

LA VERDADERA JUSTICIA: EL AMOR



“El reino de los cielos se puede comparar al dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viña. Acordó con ellos pagarles el salario de un día y los mandó a trabajar a su viña. Volvió a salir sobre las nueve de la mañana y vio a otros que estaban en la plaza, desocupados. Les dijo:
- Id también vosotros a trabajar a mi viña. Os daré lo que sea justo.
Y ellos fueron. El dueño salió de nuevo hacia el mediodía, y otra vez a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. Alrededor de las cinco de la tarde volvió a la plaza y encontró a otros desocupados. Les preguntó:
- ¿Por qué estáis aquí todo el día, sin trabajar?
Le contestaron:
- Porque nadie nos ha contratado.
Entonces les dijo:
- Id también vosotros a trabajar a mi viña.
Cuando llegó la noche, el dueño dijo al encargado del trabajo:
- Llama a los trabajadores, y págales empezando por los últimos y terminando por los primeros. Se presentaron, pues, los que habían entrado a trabajar alrededor de las cinco de la tarde, y cada uno recibió el salario completo de un día. Cuando les tocó el turno a los que habían entrado primero, pensaron que recibirían más; pero cada uno de ellos recibió también el salario de un día. Al cobrarlo, comenzaron a murmurar contra el dueño. Decían:
- A estos, que llegaron al final y trabajaron solamente una hora, les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado el trabajo y el calor de todo el día.
Pero el dueño contestó a uno de ellos:
- Amigo, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no acordaste conmigo recibir el salario de un día? Pues toma tu paga y vete. Si a mí me parece bien dar a este que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O quizá te da envidia el que yo sea bondadoso?
De modo que los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos.”

Tengo una amiga, que cada vez que hablamos de esta parábola se me sube por las paredes."Así que, ¿yo puedo pasarme toda la vida luchando por ser una buena persona y llega un criminal, se arrepiente en el último momento y tendremos la misma paga?".Me dice cada vez muy enfadada. Y, hay que reconocer, que leída así, esta parábola nos invita al vive como quieras, que al final te salvas igual que el pobre cartujo que ha pasado toda su vida en silencio, ayunando y meditando...
Los exégetas nos advierten del peligro que tenemos al leer las parábolas, de perdernos en los detalle, interpretarlos por separado y olvidarnos del mensaje principal. Jesús lo que nos dice con esta parábola es que la relación con Dios no se establece a partir de nuestros méritos, sino por su Amor. Si llegamos a Dios es porque sale cada hora a buscarnos. Si lo que hacemos es reclamar nuestros derechos por nuestros méritos: "Nosotros hemos soportado el trabajo y el calor todo el día...", estamos demostrando con claridad, que en nosotros no actúa el Amor, sino el interés.
Los cristianos de toda la vida, no entendemos que haya quien tienda la mano al no creyente o a quien tiene otra religión. Nos creemos con privilegios. Incluso llegamos a condenar a quien  actúa así. Con ello demostramos, que no hemos comprendido el Amor de Dios. Porque ante ese Amor inmenso, nuestros méritos nos parecerían irrisorios. ¿Podemos comparar nuestros ridículos esfuerzos con la inmensidad del Amor de Dios?
A Jesús los escribas y fariseos le acusaban de querer ampliar la salvación a todos los pueblos, fuera de Israel. Los primeros judíos cristianos, tampoco entendían que los paganos recién llegados, tuvieran la misma paga que ellos. Nosotros, hoy, podemos caer en el error de reducir la religión a obligaciones, leyes, méritos, premios...y olvidar, que sólo hay un mandamiento: Amar a Dios y amar al prójimo. Y para el amor no hay tiempo, no hay derechos ni méritos. Sólo hay gratuidad...El Amor de Dios no se conquista. Es gratuito.

viernes, 16 de septiembre de 2011

LA OTRA MIRADA...


La mayoría de las personas pasamos por el mundo sin ver lo esencial. Hay demasiadas cosas a nuestro alrededor que nos ciegan, nos impiden ver lo importante, lo digno de verse.
Bonnie Thurston lo expresa muy bien en este poema:
"Eres el despertar,
esperas por el camino
pero no conoces,
no puedes ver
los ojos de tu corazón,
oscurecidos, cegados
a causa del oropel y del neón,
incapaces de ver la estrella
que se ha alzado en el este
y que señala el camino hacia la aurora.
Visible en toda la vasta
extensión de la eternidad,
puedes verla incluso aquí.
Pero debes cerrar tu ojo interior
a este falso parpadeo del mundo,
y salir de tu pequeño yo
para entrar en la brillante oscuridad
de un mundo sin fin."
(Bonnie Thurston)

jueves, 15 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y LA PUERTA ESTRECHA


Durante todas las Vísperas y la cena el discípulo suspiraba sin cesar. Ya durante las Completas unos gruesos lagrimones se deslizaban por sus mejillas.
El Anacoreta, aunque ya era momento de silencio, se dirigió a él y le preguntó:
- ¿Qué te ocurre?
El discípulo entre sollozos respondió:
- Llevo todo el día meditando la misma frase del Evangelio: "Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos lo intentarán y no podrán." Tengo miedo de no hacer lo suficiente. ¿Y si después de tanta penitencia en el desierto no me salvo?
El Anacoreta lo miró con ternura. Le pasó amorosamente un brazo por la espalda y lo llevó bajo la palmera, apenas teñida de púrpura por las últimas luces del día que se escapaban por el horizonte.
Luego con calma, le dijo:
- Métete esto en la cabeza: no valemos por lo que hacemos, sino por lo que somos. Los hombres nos vamos recubriendo de capas, caretas, imágenes, apariencias...Esto es lo que no nos deja pasar por la puerta.
Guardó un rato de silencio y prosiguió:
- ¿Para qué has venido al desierto? Para hacerte uno con Cristo y los Hombres. Todo lo demás son capas. Las penitencias, los ayunos, el deseo de santidad, el ánimo de dar buen ejemplo...todo eso, si no nos lleva a unirnos a Cristo y a los Hombres, son disfraces que nos engordan. Para entrar por la puerta hay que desprenderse de todo, hasta SER nosotros. Para unirse a Cristo, no hay sino que desnudarse de todo lo que hemos ido añadiendo a nuestra persona.
Quedó otra vez en silencio. Luego, acercándose al oído de su discípulo, como si no quisiera que le oyesen las arenas del desierto, le dijo en un susurro:
- Además, Él mismo es la Puerta. Si confías en Él, cuando vayas a pasar se ensanchará...
Marchó el Anacoreta a su cueva y el discípulo quedó reflexionando bajo las estrellas, la cantidad de cosas inútiles que se le habían ido adhiriendo a lo largo de la vida.
Cuando la arena empezó a teñirse de violeta por las primeras luces de la aurora, se retiró a su cueva. Quizá fue una ilusión, pero le pareció que la entrada era más ancha... 
(Publicado en la Cueva del Anacoreta hace tres años)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

ELOGIO DE LA CRUZ


Hoy es la festividad de la Exaltación de la Cruz. La verdad es que la cruz hoy no tiene muy buena prensa. Se la quiere eliminar de los lugares públicos, se la asocia a sangre, muerte, violencia. Pensamos que intenta eliminar el gozo, la alegría, el placer...En realidad demostramos que no hemos entendido lo que es la cruz.
¿El hecho de que Jesús aceptara ser víctima de un suplicio reservado a esclavos y criminales, significaba que esta era la voluntad de Dios? Si por ello entendemos que el Padre quería la muerte de su hijo, no.
Jesús no entrega su vida para calmar iras divinas. Jesús ofrece su vida, en respuesta a la violencia de los hombres, para mostrarnos lo que el amor tiene de más grande: la entrega total. La voluntad del Padre era que Jesús nos mostrara el verdadero Amor. Esto le llevó a morir en Cruz por todos los Hombres.
Y eso debe ser para nosotros tomar la cruz y seguirle. Tomar nuestra vida y hacer de ella una ofrenda de amor. Intentar vivirla amando plenamente.
La Cruz, bien entendida, no es un signo de violencia, de vergüenza...es el Símbolo del amor total...

martes, 13 de septiembre de 2011

MEDITACIÓN AL AMANECER


"El amanecer es un acontecimiento que despierta solemne música en las profundidades de la naturaleza del hombre, como si todo nuestro ser hubiera de atemperarse al cosmos y alabar a Dios por el nuevo día, alabarle en nombre de todas las criaturas que ha habido y habrá.
Miro el sol naciente y siento que ahora cae sobre mí la responsabilidad de ver lo que han visto todos mis antepasados, en la Edad de Piedra y aun antes, alabando a Dios antes que yo. Le alabaron o no por sí mismos, entonces, ahora han de alabarle en mí. Cuando sale el sol, cada uno de nosotros es incitado por los vivos y los muertos a alabar a Dios."
(Thomas Merton)

lunes, 12 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y LA SOLIDARIDAD


Cerca de donde vivía en Anacoreta, sentada en la acera, solía pedir limosna una negrita. El anciano siempre que pasaba delante de ella le dejaba como mínimo una moneda de un euro. Como cerca estaba un almacén de Mercadona, un día entró allí, compró arroz, aceite, macarrones...y le dio la bolsa a la negrita.
El joven seguidor le preguntó, por qué hacía eso. El Anacoreta sonrió y se explicó:
- Nos es fácil ser solidarios con el alejado. La tele nos muestra imágenes de un terremoto, de Somalia, de una catástrofe...y no dudamos en dar algo de lo nuestro. La mayoría de la gente que pasa frente a esa negrita, seguramente están apuntados a una ONG y se sienten solidarios. Sin embargo ni siquiera se fijan en esta mujer.
Miró al joven y concluyó:
- La verdadera solidaridad empieza con nuestro vecino, con nuestro compañero, con el que tenemos más cerca...A esos solemos ignorarlos. Nos contentamos con dar una cantidad al mes o al año a una ONG y creemos que así somos solidarios. ¿Por qué no pensamos en el que quizá está a pocos metros de nosotros?

domingo, 11 de septiembre de 2011

PERDONAR Y PERDONARSE


"Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús:
– Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, si me ofende? ¿Hasta siete?
Jesús le contestó:
– No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el reino de los cielos se puede comparar a un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. Había comenzado a hacerlas, cuando le llevaron a uno que le debía muchos millones.Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, a fin de saldar la deuda. El funcionario cayó de rodillas delante del rey, rogándole:
- Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.
El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad.
Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba, diciendo:
- ¡Págame lo que me debes!
El compañero se echó a sus pies, rogándole:
- Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo. Pero el otro no quiso, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.
Esto disgustó mucho a los demás compañeros, que fueron a contar al rey todo lo sucedido. El rey entonces le mandó llamar y le dijo:
- ¡Malvado!, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues también tú debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti. Tanto se indignó el rey, que ordenó castigarle hasta que pagara toda la deuda.
Jesús añadió:
- Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano."

Cuando he hablado de perdón, casi siempre he salido trasquilado. La persona ofendida se siente agredida por mi sujerencia. Y es que, aunque estas palabras se pronunciaron hace más de veinte siglos, seguimos inmersos en la cultura de la venganza; aunque a veces la disfrazamos bajo la apariencia de justicia. La frase, "que pague por lo que ha hecho..." se queda como mínimo en el ojo por ojo. Sin embargo el evangelio de hoy no puede ser más claro. El perdón ha de ser infinito, que es lo que significa setenta veces siete. Y los cristianos nos lo creemos tan poco, que hemos inventado un purgatorio, que no sale por ningún lado en el Evangelio, para que pague incluso el que está arrepentido. Y ponemos condiciones al perdón de Dios, porque si no, nos parece injusto.
Jesús nos contó esta parábola para decirnos que el Padre nos perdona por millones. Nosotros no perdonamos ni un céntimo. Dios nos perdona porque quiere. Ante las ofensas, más de una producto de nuestra hipersensibilidad e imaginación, hemos de recordar que nosotros somos los grandes perdonados. Que en nosotros hay muchísimas cosas que perdonar.
Perdonar y perdonarse...Sí. No os extrañéis. El perdonado de la parábola es incapaz de perdonar a su compañero, a su"igual". Y el más igual que tenemos somos nosotros mismos. Muchas veces somos incapaces de perdonar, porque somos incapaces de perdonarnos. Gran parte de la ira y de las ansias de venganza que mostramos contra los demás, no es más que el afloramiento de la ira y las ansias de venganza que tenemos contra nosotros mismos.
El no perdonar y no perdonarnos, lo único que consigue es hacer que nuestras heridas no sólo no se cierren, sino que cada día se hagan más profundas.
Nuestra relación con Dios la hacemos demasiadas veces metidos en una burbuja, desconectados de la vida. Olvidamos que nuestra relación con Dios está sujeta a cómo nos relacionamos con nuestros hermanos y con nosotros mismos. ¿Cómo podemos rezar si olvidamos al otro?¿Cómo podemos decirle a Dios que le amamos si odiamos al hermano, si no somos capaces de perdonarlo, si vivimos ajenos a sus sufrimientos?
Para perdonar de verdad, se necesitan una valentía y una fuerza poco comunes. Pero ante el problema del mal, solamente el perdón sabe encontrar una solución, allí donde parece que no la hay...

viernes, 9 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y EL MIEDO A LA MUERTE


- Cada vez que muere alguien que conozco, me entra un miedo terrible.
Decía un hombre al Anacoreta. Este movió dubitativamente la cabeza y dijo:
- Casi siempre, el miedo a la muerte es un miedo encubierto a la vida. Lo que de veras nos da miedo es no haber vivido como hubiéramos querido hacerlo. Miedo a habernos equivocado de camino.
- ¿Cómo debemos entonces enfrentarnos a la vida?
Hizo el anciano una larga pausa antes de responder:
- Reflexionar cada noche sobre lo vivido durante el día. Sin obsesionarse. Si hemos intentado ser honestos...los resultados no son importantes. Quizá nos hemos equivocado, pero muchas veces descubrimos más tarde, que esa equivocación nos ayudó a avanzar. 
Volvió a detenerse:
- Y cada mañana, dedicar unos instantes a tomar la decisión de vivir ese día con plenitud y con honestidad.
Miró a los ojos de aquel hombre y concluyó:
- Si lo hacemos así, la muerte será la hermana que vendrá a llevarnos dulcemente al Padre... 

jueves, 8 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y LA LUCHA CONTRA LOS DEFECTOS


Aquel hombre se quejaba amargamente:
- Llevo toda la vida luchando contra la ira y no consigo nada. Cuando creo que he vencido, vuelvo a caer en ella.
El Anacoreta sonrió y dijo:
- Quizá luchas en exceso...
El hombre quedó sorprendido:
- ¿En exceso? Pero, si no consigo nada.
Mientras el anciano hacía una pausa, aprovecharon para sentarse. Luego el Anacoreta se explicó:
- Enfrentarnos, resistirnos...sólo hace que el defecto continúe, se reafirme y hasta crezca. Primero has de aceptarlo.
Ante la mirada de estupor del hombre, prosiguió:
- Aceptar que forma parte de ti. Sólo entonces podrá transformarse. Tu ira se transformará en fortaleza para luchar... y la habrás dominado. Y así con cualquier defecto. El orgullo lo transformamos en servicio a los demás. La vanidad en el trabajo bien hecho. La envidia en fuerza para superarnos... Nuestros defectos no son, sino nuestras pasiones descentradas, en estado salvaje... Si nos enfrentamos con ellas las hacemos más fuertes, las alimentamos. Se trata de transformarlas, de centrarlas. En cierta manera, de domesticarlas... 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y EL AMOR A SÍ MISMO


Llevaba el joven seguidor unos días de horas bajas.
- Siento que no valgo nada. No sé qué sentido tiene mi vida...
Cuando anochecía, el Anacoreta tomó al joven por el brazo, lo llevó a la terraza, y contemplando las luces de la ciudad le dijo:
- ¿Ves todas esas luces? Tras cada una de esas ventanas hay una historia. Seres humanos que lloran y ríen, que gozan y sufren...¿Los amas?
El  joven respondió:
- Pues claro que sí. Es más creo que mi oración no tendría sentido si no los tuviera presentes...Es más, quiero dedicar enteramente mi vida a los demás...
Guardó silencio el Anacoreta. Luego, mirando profundamente a los ojos del joven seguidor, dijo:
- Empieza por amarte a ti mismo. Acéptate como eres y ama en ti la criatura amada por Dios. Sólo desde ahí podrás amar a los demás. Si el amor al prójimo no parte del amor a nosotros mismos, caemos en la manipulación del otro. Si no partes de tu autoestima, harás el bien para sentirte realizado...eso es utilizar al prójimo para satisfacer tus necesidades.
Le pasó un brazo por el hombro y concluyó:
- Ámate a ti mismo como eres y ama al otro como es...

martes, 6 de septiembre de 2011

EL "MOMENTO DELICIOSO"


El otro día,mirando entre mis papeles, encontró este precioso texto del poeta simbolista francés Paul Valery. Lo escribió el 1930, casi hace un siglo. Y creo que su actualidad es importante:
"El individuo aspira a vivir en una época dulce que le permita disfrutar, a la vez, de libertad y de asistencia, y la encuentra cuando comienza el fin de un sistema social. Precisamente entonces, en la transición entre el orden y el desorden, reina un momento delicioso, cuando, si bien siguen vigentes todas las bondades que procura el arreglo de derechos y de deberes, puede uno, además, disfrutar de la relajación incipiente del sistema. Las instituciones siguen estando ahí, grandes, imponentes, pero, aunque nada visible se haya alterado en ellas, apenas les queda más que su vistosa apariencia; ya han generado todas sus virtudes, su porvenir está secretamente agotado, su carácter ya no es sagrado, o bien sólo es sagrado; la crítica y el desprecio las extenúan y las vacían de valor inmediato. El cuerpo social pierde, como sin darse cuenta, perspectiva de un mañana. Es el momento del gozo y la consumación generales."
(P.VALERY.Preface aux "Lettres persanes")

Perdonad que el post de hoy sea más largo de lo que os tengo acostumbrados. Pero creo que el tema lo merece. Cuando leía este texto, veía reflejada la sociedad actual: la religiosa y la laica; la Iglesia y la Política. Ese momento delicioso que se nos escapa, lo llamamos estado del bienestar. Ese momento en el que hemos creído que todo estaba permitido, que las instituciones estaban ahí para facilitarnoslo todo. Ese tiempo en el que sin darnos cuenta hemos priorizado los derechos y nos hemos olvidado de los deberes. Nos emcontramos sencillamente frente al fin de nuestro sistema social.
Ahí están las instituciones, el parlamento, el congreso, los partidos...vacíos de contenido y perplejos ante el futuro, con una crisis que no quieren resolver, porque para hacerlo se han de traicionar a ellos mismos. Unas instituciones en que la gente está dejando de creer a marchas forzadas.
Una Iglesia que es capaz de reunir miles de jóvenes, pero en la que mañana seguirán los templos semivacíos y seguirá la escasez de vocaciones.
Y en unos momentos así tanto la sociedad laica como la religiosa, corren el peligro de enrocarse, de encerrase en ellas mismas, de culpar a los otros de la situación, y al no avanzar, firmar así su sentencia de muerte.
Los políticos corren el riesgo de que nadie vaya a votar y nadie haga caso de las instituciones, transformando la sociedad en la ley de la selva, solucionando sus problemas con la violencia.
La Iglesia corre el peligro de transformarse en una secta fundamentalista.
Porque la única solución, tanto para unos, como para otros, no es enquistarse, querer resucitar lo que ya ha muerto, sino lanzarse valientemente hacia adelante, buscando un nuevo orden social. Y tanto políticos como religiosos han de comprender, que en ambos casos se trata de volver a lo esencial, desembarazarse de todo el barro que se nos ha acumulado con el tiempo, y volver a potenciar la dignidad del Hombre. 
Unos han de buscar una democracia que vuelva a tener como finalidad el Hombre. Hacer un mundo fraterno, sin desigualdades. Un mundo en que el político sea realmente alguien que busca el bien de la sociedad, no su propio bien.
La Iglesia ha de volver a la esencia del Evangelio. Al Hombre Jesús, modelo de todos los hombres, y por ello el único capaz de llevarnos a Dios. Ha de comprender que el Reino de Dios comienza ya en este mundo. Y no es un reino de poder y dominio, sino el reinado del Amor, de la fraternidad, de la sencillez...
El texto de Valery podría llevarnos al pesimismo y pensar que todo está a punto de acabar. Al contrario, nos señala que tenemos por delante un futuro para lograr un mundo mejor y eliminar todos nuestros planteamientos erróneos. Sólo fracasaremos si nos obsesionamos en que todo siga igual. Si sólo vemos nuestros intereses egoístas y olvidamos, que todos somos responsables de hacer de este mundo una sociedad solidaria, el Reino de Dios...Hay mucho por hacer...Si realmente amamos a la Iglesia, lucharemos para hacerla cada día más cercana a la Iglesia de Jesús, aunque ello nos traiga sufrimiento y problemas. Al menos, los creyentes tenemos una ventaja sobre los políticos: sabemos que el Espíritu está con nosotros y no nos abandonará... 

lunes, 5 de septiembre de 2011

EL ANACORETA Y EL LUGAR SAGRADO


El Anacoreta y su joven seguidor paseaban descalzos por la playa al atardecer. Se detuvo el anciano y preguntó:
- ¿Sabes por qué algunos anacoretas iban siempre descalzos?
El joven estuvo a punto de responder, que porque no tenían zapatos, pero se percató a tiempo, que esa respuesta era una simpleza.
- ¿Para hacer penitencia?
Sonrió el Anacoreta y moviendo la cabeza respondió:
- No. Porque consideraban que estaban pisando tierra sagrada.
Hizo una pausa y prosiguió:
- En el Antiguo Testamento vemos cómo colocaban piedras en lugares que creían sagrados. Así interpretan los antropólogos, los menhires. Jacob la noche que soñó con la escala que subía hasta el cielo, al levantarse colocó allí unas piedras para que constara que era un lugar sagrado. ¿Sabes lo que es un lugar sagrado?
Sin dar tiempo a que el joven respondiera, siguió:
- Allí donde se manifiesta Dios. ¿Te das cuenta de que casi siempre nosotros obramos al revés? Construímos un lugar sagrado, un templo, "para que se manifieste Dios allí"...Aquellos anacoretas vivían constantemente en la presencia de Dios. Allí donde se encontraban, era un lugar sagrado. Por eso siempre andaban descalzos. Por respeto.
Volvió a hacer una pausa antes de concluir:
- En nuestras manos está hacer un lugar sagrado. Hacer que todo lugar sea sagrado. Se trata de ver la presencia de Dios en todo. Eso hace los lugares y las personas sagradas...
Y siguieron andando en silencio. 

domingo, 4 de septiembre de 2011

LA BARRERA


“Si tu hermano te ofende, habla con él a solas para moverle a reconocer su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, porque toda acusación debe basarse en el testimonio de dos o tres testigos. Si tampoco les hace caso a ellos, díselo a la congregación; y si tampoco hace caso a la congregación, considéralo como un pagano o como uno de esos que cobran impuestos para Roma.
Os aseguro que todo lo que atéis en este mundo, también quedará atado en el cielo; y todo lo que desatéis en este mundo, también quedará desatado en el cielo.
Además os digo que si dos de vosotros os ponéis de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo os lo dará. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Nos encontramos en un mundo de disputas y de malentendidos. Nos separan barreras, que creemos insalvables. Sin embargo bastaría hablar, a solas o con un grupo. Quizá pedir ayuda a la colectividad. Nos es más fácil condenar. Nos encontramos con una jerarquía que condena sin escuchar. Con unos cristianos que consideran que el el ataque es la mejor defensa y no contgemplan la más remota posibilidad de llegar un acuerdo. Por otro lado, tenemos una sociedad que acusa sin reflexionar, que culpa de errores del pasado sin ver los aciertos del presente, que generaliza con extrema superficialidad, acusando sin examinar la buena voluntad de muchos cristianos. Una sociedad que es incapaz de reconocer sus propios errores. Exigimos a los demás lo que nosotros no hacemos.
Nos separa una barrera que sólo puede eliminar el diálogo. Nunca se había utilizado tanto esta palabra y nunca se había tergiversado tanto. Porque en realidad lo que hacemos no es sino un diálogo de sordos. Repetimos como loros nuestros argumentos y ni una sola vez nos detenemos a escuchar los del otro.
Para que lo que atemos en esta tierra quede atado en el cielo, es necesaria la condición de respetar al otro y hacerlo conjuntamente con él.
Estar reunidos en su nombre, no es estar unos junto a otros, sino considerarnos hermanos. Y para ello es necesario dialogar, escucharnos, ponernos en el lugar del otro.
Pedir al Padre unidos, significa comprometernos y luchar por un mundo mejor. Sólo así lo conseguiremos.