La multitud seguía juntándose alrededor de Jesús, y él comenzó a decirles: – La gente de este tiempo es malvada. Pide una señal milagrosa, pero no se le dará otra señal que la de Jonás. Porque así como Jonás fue señal para la gente de Nínive, así también el Hijo del hombre será señal para la gente de este tiempo. En el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, la reina del Sur se levantará y la condenará; porque ella vino de lo más lejano de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y lo que hay aquí es más que Salomón. También los habitantes de Nínive se levantarán en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y la condenarán; porque los de Nínive se convirtieron a Dios cuando oyeron el mensaje de Jonás, y lo que hay aquí es más que Jonás. (Lc 11,29-32) Tenían la señal ante sus ojos y no sabían verla. Jesús es la señal. Su vida es la señal. Una vida de entrega total. Una vida en las manos del Padre. Una vida dedicada a sanar, a perdonar, a bendecir hasta entregarla en la Cruz por todos nosotros. Una vida recobrada el día de Pascua. Una vida que nos ilumina y que debemos seguir e intentar imitar. Una vida que nos hace Hijos de Dios. "Aunque la secularización de la sociedad es un proceso que se inició en la llamada edad moderna, a principios del siglo pasado en algunos países europeos se agudizó un sentimiento o un estado de opinión profundamente anticlerical que se reflejaba en leyes encaminadas a suprimir el poder y la influencia social de la Iglesia Católica. En España, como sabemos, fue especialmente violento, llegando hasta al exterminio físico. Se trataba de crear una sociedad laica en la que la religión se limitara al ámbito privado y se hiciera invisible en la vida pública. El Crucifijo, que presidía muchas aulas en las escuelas de la Iglesia pero también tradicionalmente en cualquier institución, fue prohibido… En ese ambiente, un sacerdote muy vinculado a movimientos católicos de docentes, ante la supresión obligada del crucifijo, hizo una propuesta a los maestros: “Sed vosotros crucifijos vivientes”. Es decir: comportáos de tal manera que seais un signo, una señal viviente de la presencia de Cristo. En las lecturas de hoy encontramos el tema de las señales: Jesús aparece decepcionado ante la ceguera de unas gentes que le piden señales como si su sola presencia, su mensaje y sus acciones no fueran evidentes. Y les reprocha citando a Jonás: no tendrán mas señal que la de Jonás cuya palabra llevó a los ninivitas a la conversión y el arrepentimiento. La señal de Jonás es su descenso al abismo -la profundidad del mar y el vientre de la ballena- propiciado por él mismo al asumir su culpa, y su reparición tres días después. Jesús tomará sobre sí la culpa y descenderá a los infiernos para resucitar al tercer día. Y esa es la señal. No pidamos otra. Ciertamente a lo largo de los siglos, desde su origen, en la Iglesia se han dado milagros y portentos asombrosos… Señales de la existencia y el poder de Dios. Pero lo esencial para nuestra fe es la redención y liberación del pecado y de la muerte que se nos ha dado en Cristo. Ser crucifijos vivientes quiere decir vivir como Jesús vivió y tener sus mismos sentimientos, trasmitir su mensaje siendo su imagen en nuestras palabras y obras. Es bueno meditar y contemplar la pasión de Cristo, para configurarnos con Él. La señal de la cruz es el signo de Dios con nosotros que tenemos que dar al mundo." (Virginia Fernández, Ciudad Redonda) |
miércoles, 12 de marzo de 2025
JESÚS ES LA SEÑAL
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