jueves, 2 de octubre de 2025

SER COMO NIÑOS


En aquella misma ocasión se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron:

– ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo:–Os aseguro que si no cambiáis y os volvéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. El más importante en el reino de los cielos es aquel que se humilla y se vuelve como este niño. Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.

No despreciéis a ninguno de estos pequeños. Pues os digo que sus ángeles en el cielo contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.
(Mt 18,1´5.10)

"A veces le decimos a alguien que nos acaba de hacer un favor que es “un ángel”. Y sí, los ángeles son buenos espíritus que, en los momentos de necesidad salen al auxilio de los necesitados. Quizá no siempre como lo esperamos, sino disfrazados a veces de contratiempos y dificultades, que bien aprovechados, son momentos de crecimiento y de gracia. Siempre hay buenos espíritus en el camino.
Hay un cuadro significativo de un ángel que ayuda a unos niños a cruzar un puente sin tropezar o caer. Los que tratan de impedir que nuestros pies tropiecen ante tentaciones y males; los que salvan de situaciones peligrosas moralmente; los que advierten de no entrar en ideas y errores fáciles pero que apartan de Dios. Los que ayudan a cumplir la petición que le hacemos a Dios en el Padrenuestro: “no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”.
En la lectura del Evangelio de hoy pareciera que esos ángeles son los niños, los más sencillos, los más pequeños que no deben ser despreciados, ignorados o maltratados. Eso puede ser cierto. Pero también es una llamada a ser ángeles para esos niños; protegerlos contra el peligro, el abuso, la maldad de alrededor. Y proteger también su vida: tantos inocentes a quienes se les ha negado una posibilidad de vida. Tantos niños enfrentados a los horrores de la guerra. Tantos niños que sufren hambre. Tantos niños que sufren abusos. Ellos y esos otros niños enfrentados también a una vida excesivamente cómoda, mimada y permisiva a quienes no se les marcan los límites necesarios ni los caminos del bien.
Los buenos espíritus, los ángeles de la guardia que todos tenemos requieren que, a nuestra vez, seamos guardianes de los demás: proteger del peligro físico, sí, pero también de los peligros morales: lo cual implica enseñar bien, proclamar la verdad, educar con sabiduría."
(Carmen Fernández Aguinaco, Ciudad Redonda)

miércoles, 1 de octubre de 2025

SEGUIRLE SIN CONDICIONES

 

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
(Lc 9, 57-62)

Jesús nos pide que le sigamos totalmente. No valen las condiciones ni las excusas. A Jesús hay que seguirlo plenamente.
Jesús ha de estar por delante de todo. Un Jesús que lo encontramos en el pobre, en el perseguido, en el necesitado. Nos hemos de dedicar a ellos plenamente. Porque a veces usamos a Jesús como excusa para no seguir a Jesús. 

"Hay refranes españoles que nos advierten contra la procrastinación: “No dejes para mañana…”, “lo que has de hacer, hazlo pronto…”
Jesús también insiste hoy, pero no es tanto contra una procrastinación que en ocasiones puede ser inofensiva, como contra las excusas que nos damos para no seguirle pronta y radicalmente. O contra las condiciones que se pueden poner… “Señor, si me concedes esto, yo haré…”
También advierte contra dar marcha atrás una vez que habíamos comenzado el camino. Mirar hacia atrás y decirnos calladamente “si no me hubiera comprometido, ahora podría hacer algo más cómodo, más rentable, más egoísta, quizá”. Mirar hacia atrás y añorar los bienes (como las cebollas de Egipto) que se tenían y a lo que hay que renunciar para seguir a Cristo. Prometer una acción de caridad, de justicia, de sacrificio por los demás, de oración y luego no cumplir porque resulta incómodo, o porque “ahora no tengo tiempo”.
Jesús dice que, una vez que se pone la mano en el arado –es decir, una vez que se ha decidido hacer un bien en seguimiento de Cristo—conviene arar. ES decir, hacerlo, por muy complicado y difícil que parezca.
Hoy celebramos la santidad de una joven que tuvo mucha prisa por entregarse a Cristo. Tanta, que tuvo que pedir permiso especial al Vaticano para entrar en el Carmelo antes de tiempo. Luego, no sabemos de actos “heroicos” que hiciera antes de su muerte a los veintipocos años. Y sin embargo, es la patrona de las misiones. Su “pequeño camino” fue camino decidido y siempre hacia adelante.
¿Quiénes son esos muertos que hay que dejar para seguir a Cristo? Posiblemente no personas; no creo que Jesús le pida a nadie que no entierre a su padre. Lo que sí pide es dejar esos otros muertos: la comodidad, el centrarse en uno mismo, las demasiadas ocupaciones que impiden orar o que impiden trabajar por los demás, el dinero, el prestigio… todo eso son muertos. Que otros muertos los entierren."
(Ciudad Redonda)

martes, 30 de septiembre de 2025

EL FUEGO DE JESÚS

 


Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para prepararle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirle, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto le dijeron:
– Señor, si quieres, diremos que baje fuego del cielo para que acabe con ellos.
Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea.
(Lc 9,51-56)

Los discípulos quieren hacer bajar fuego sobre los samaritanos. Pero el fuego de Jesús es un fuego totalmente diferente. Es el fuego del Amor. Por eso se dirige a Jerusalén. Para amar totalmente, entregando su vida por todos. Jesús no quiere que usemos la venganza ni la violencia contra nuestros enemigos o les que creemos que van contra nosotros. Es el fuego del Amor, el que debemos encender en todos los corazones.

"Después de un verano de incendios aterradores en España, lo último que querríamos escuchar es esta palabra. Los discípulos del relato del evangelio de hoy preguntan si pedir fuego para consumir a los enemigos. La verdad es que la propuesta es muy tentadora en momentos políticos difíciles… e incluso en situaciones cotidianas de peleas familiares o de vecinos. Sería tan fácil emprenderla a golpes contra quienes nos molestan. Más difícil es mantener la calma y seguir nuestro camino sin que esos ataques nos paralicen. Al fin y al cabo, la venganza no soluciona el conflicto; puede, a lo más, alcanzar una paz resentida y a punto de estallar en cualquier momento.
Dicen que san Jerónimo, cuya fiesta celebramos hoy, era un hombre de carácter fuerte e incluso huraño. Un hombre de fuego, con pasión por la Palabra de Cristo. No se sabe, sin embargo, que fuera violento físicamente. Lo que sí dejó fue el gran tesoro de acceso a la Escritura y aseguró que el desconocerla es desconocer a Cristo. Y el Cristo que se nos presenta hoy, no recibido, no aceptado, no reconocido, no pide fuego que consuma al enemigo, sino fuego que haga arder el corazón en caridad y difunda paz. Porque la decisión es “ir a Jerusalén”. Mantener el camino firme hacia la ciudad de Dios, pase lo que pase y sean cuales sean las circunstancias alrededor, se mantiene la paz, no se recurre al fuego vengativo, se sigue el camino por el que llama Dios.
Tener firmeza y suavidad al mismo tiempo puede requerir un equilibrio difícil. Irrita y frustra la maldad, la tontería, la corrupción o la injusticia de alrededor, y seguramente Jerónimo bramaría contra ella. Pero el fuego tiene que ir dirigido a seguir la obra de Dios. Jesús regaña a sus discípulos simplemente por la pregunta. Y nos pone a todos un “detente” para no caer en la tentación de revanchas, golpes o parálisis. Seguir adelante en el bien, con la determinación de Cristo de ir a Jerusalén, a la casa de Dios.
(Carmen Fernández, Ciudad Redonda) 

lunes, 29 de septiembre de 2025

ANUNCIAR, ACOMPAÑAR, LUCHAR CONTRA EL MAL

 


 Cuando Jesús vio acercarse a Natanael, dijo:
– Aquí viene un verdadero israelita, en quien no hay engaño.
Natanael le preguntó:
– ¿De qué me conoces?
Jesús le respondió:
– Te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.
Natanael le dijo:
– Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel!
Jesús le contestó:
– ¿Me crees solamente por haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Pues cosas 
más grandes que estas verás!
Y añadió:
– Os aseguro que veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Jesús nos ve siempre y no debemos extrañarnos, porque siempre está junto a nosotros. Por eso debemos confiar siempre en Él. 
La festividad de hoy nos muestra los tres trabajos que debemos realizar: anunciar la Palabra, acompañar al necesitado y luchar contra el mal.

"En las lecturas de hoy se habla de ángeles subiendo y bajando, como signo de las grandes obras de Dios. Hoy día en nuestra sociedad puede haber dos posiciones casi opuestas sobre los ángeles: hay quienes directamente niegan la existencia de ángeles, por considerarlos casi casi “anticientíficos”. Y hay quienes utilizan las imágenes de ángeles de una manera cursi, en tarjetas dulzonas…
La verdad es que lo que celebramos hoy tiene muy poco de un lado y del otro y mucho de una reflexión sobre la acción de Dios en tres aspectos a modo de mandatos para todos los que quieran ser “ángeles”, es decir, mensajeros suyos. Gabriel representa el anuncio directo de la salvación, del misterio central de nuestra fe que es la encarnación del Hijo de Dios. Rafael es quien acompaña en caminos difíciles y en momentos duros. Miguel es quien lucha contra el mal. ¡Casi nada!
Estas tres acciones de Dios por medio de sus mensajeros son una llamada a todos nosotros, primero a reconocer y agradecer la acción de Dios y luego a practicar en nuestras propias vidas esos mismos actos. El anuncio directo del Evangelio, la encarnación de Dios en nuestro mundo podría ser difícil hoy en día. Cada día nos llegan noticias—y a veces no llegan con la claridad y fuerza con que deberían—de nuevos mártires de la fe. Y no nos llegan tanto, pero existen, esos mártires, esos testigos que son criticados, ridiculizados y acosados por su fe (entre quienes quizá nos deberíamos encontrar y no lo hacemos por temor al qué dirán…).
El acompañamiento a otros, el sufrir con otros y el guiar a otros a la verdad es también difícil. Requiere tiempo, esfuerzo y mucha abnegación.
Y el luchar contra el mal, que quizá sea lo más difícil de todo, es, en primer lugar, resistir a la tentación en uno mismo, defender la verdad, levantarse contra las injusticias.
Rafael, Miguel y Gabriel, los ángeles que “suben y bajan” sí existen. Y nos desafían a ser rafaeles, migueles y gabrieles…"
(Carmen Fernández, Ciudad Redonda)

domingo, 28 de septiembre de 2025

RICOS Y POBRES

 

Había una vez un hombre rico, que vestía ropas espléndidas y todos los días celebraba brillantes fiestas. Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual, lleno de llagas, se sentaba en el suelo a la puerta del rico. Este mendigo deseaba llenar su estómago de lo que caía de la mesa del rico; y los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron junto a Abraham, al paraíso. Y el rico también murió, y lo enterraron.
El rico, padeciendo en el lugar al que van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro con él. Entonces gritó: ‘¡Padre Abraham, ten compasión de mí! Envía a Lázaro, a que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho entre estas llamas.’ Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que a ti te fue muy bien en la vida y que a Lázaro le fue muy mal. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú en cambio estás sufriendo. Pero además hay un gran abismo abierto entre nosotros y vosotros; de modo que los que quieren pasar de aquí ahí, no pueden, ni los de ahí tampoco pueden pasar aquí.’
El rico dijo: ‘Te suplico entonces, padre Abraham, que envíes a Lázaro a casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos. Que les hable, para que no vengan también ellos a este lugar de tormento.’ Abraham respondió: ‘Ellos ya tienen lo que escribieron Moisés y los profetas: ¡que les hagan caso!’ El rico contestó: ‘No se lo harán, padre Abraham. En cambio, sí que se convertirán si se les aparece alguno de los que ya han muerto.’ Pero Abraham le dijo: ‘Si no quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán aunque algún muerto resucite.’ 

Las diferencias sociales se hacen cada día más evidentes. Las vemos cada día cuando paseamos por la ciudad, cuando vemos la televisión...Y seguimos mirando para otro lado, si no es que directamente los atacamos acusándoles de criminales y de que hacen que los servicios que nosotros utilizamos se vean frenados...Personas que no tienen dónde vivir. Personas a los que no se les da trabajo porque no tienen papeles y no se les dan los papeles porque no tienen trabajo. ¿Alguien lo entiende? Personas que mueren ahogadas en el mar buscando una vida mejor. Personas de las que abusan bandas que les piden dinero para dejarlas morir en el mar...Podríamos decir tantas cosas. Son los Lázaro de hoy. El rico no tenía nombre, porque somos todos nosotros.

"Si recordáis, el Evangelio del domingo pasado terminaba con unas palabras de Jesús: “no podéis servir a Dios y al dinero”. Ese Evangelio enlaza con el que acabamos de escuchar. Pero entre medias hay unos versículos que nos ayudan a situar el contexto en el que Jesús habla. El versículo siguiente dice que “oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de Él”. Estos personajes se tienen por justos y se burlan de Jesús. De ahí que Jesús, con esta parábola, responda a sus burlas y les muestre una imagen de Dios muy distinta a la que ellos tienen: la de un Dios que no soporta la indolencia del rico hacia el pobre Lázaro, la de un Dios que está de parte de los pobres.
Decía también Jesús que “lo que hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis”. Y es que si Dios se ha identificado con alguien totalmente es y será con los más pobres y necesitados de nuestro mundo. Como veis, este Evangelio no está tan lejos de nuestra realidad, ni nos ha de parecer tan exagerado, porque el drama del hambre sigue siendo una lacra que arrastramos sin solución, y seguimos rodeados de “lázaros” que, con suerte, comen de las migajas que caen de nuestras mesas. En su mensaje para la Jornada Mundial de la Alimentación, hace 21 años, san Juan Pablo II escribió: “¿Cómo juzgará la historia a una generación que cuenta con todos los medios necesarios para alimentar a la población del planeta y que rechaza el hacerlo por una ceguera fratricida?” No hemos avanzado mucho, parece, en este aspecto.
Y esto no sólo tiene que mover nuestro corazón, sino también nuestra acción y nuestro compromiso. Y la Palabra de Dios sigue siendo el criterio de discernimiento para una auténtica conversión de nuestro corazón y de nuestras actitudes hacia los más pobres. “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, aunque resucite un muerto”.
Muchos comentaristas coinciden en llamar a esta parábola la de los cinco hermanos. El rico se preocupa porque ha sentido en sus carnes lo que significa el infierno. Lo ha dicho este miércoles León XIV: “El infierno, en la concepción bíblica, no es tanto un lugar como una condición existencial. Una condición en la que la vida se debilita y reinan el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás”, comentó el Papa. El hermano que había experimentado en sus carnes el dolor de la ausencia de Dios no quería que sus hermanos cometieran su mismo error, no pensar en los demás. Pero…
Pero ya era tarde, su vida en la tierra había concluido. Quizá esa sea una de las lecciones de hoy, que hay que escuchar a Moisés y a los profetas, y, sobre todo al Profeta máximo, a Jesús de Nazaret, mientras tenemos posibilidades. No sabemos si los hermanos del rico fueron capaces de hacerlo. Pero a nosotros, cada día, se nos da la oportunidad de encontrarnos con la Palabra de Dios, para escucharla, meditarla y hacerla vida. Siempre estamos a tiempo. Antes de que nos visite la muerte, y se decida nuestro futuro para toda la eternidad, a un lado u otro del abismo. La cosa es para pensárselo."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)

sábado, 27 de septiembre de 2025

SEGUNDO ANUNCIO DE LA PASIÓN

 


Mientras todos seguían asombrados por lo que Jesús había hecho, dijo él a sus discípulos:
– Oíd bien esto y no lo olvidéis: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
Pero ellos no entendían estas palabras, pues Dios no les había permitido entenderlo. Además tenían miedo de pedirle a Jesús que se las explicase.
(Lc 9, 43b-45)

Ni los discípulos ni los fariseos entendías estos anuncios de Jesús. Para salvarnos debía entregarse totalmente. ¿Tampoco lo entendemos hoy? Parece ser que no. Si lo entendiésemos nuestra vida sería distinta. Sería una entrega total al necesitado, al pobre, al humilde, al inmigrante...

"Sería interesante saber qué frase aramea usa Jesús al decir eso de “meteos en la cabeza” y qué sentido tenía, tal vez parecido al que tiene entre nosotros, cuando le decimos a alguien que se meta algo en la cabeza. La expresión denota un cierto hartazgo y lleva consigo un reproche a los que, al parecer, no acaban de aprender, y resultan ser en verdad duros de mollera.
Jesús ha insistido en repetidas ocasiones en que su mesianismo no es de fuerza y de triunfo, sino de entrega y de cruz. Pero los discípulos no se convencen, no entienden o no quieren entender y están, además, atenazados por el miedo. Cuando Lucas dice que “no entendían este lenguaje”, indica que estaban en otra onda, que vivían según otra lógica, tal vez esa que abre hoy el texto del Eclesiastés.
Debemos reconocer que a nosotros nos sucede algo similar. No acabamos de meternos en la cabeza ese misterio de la cruz, sobre todo cuando se hace presente de modo concreto en nuestra vida. No entendemos este leguaje, esta lógica, no le cogemos el sentido, nos atenaza el miedo, preferimos no preguntar, no hablar del asunto.
Es decir, estamos necesitados de conversión. ¿A qué? A esa lógica de Jesús, que no es, por cierto, una lógica del sufrimiento por el sufrimiento, no es una especie de masoquismo espiritual, enemigo de las alegrías de la vida. La de Jesús es una lógica del amor, que no ama el dolor, pero está dispuesto a sufrir por los que ama. Así lo ha hecho él mismo, y a eso nos llama a nosotros. No está prohibido disfrutar de la vida, como aconseja el Qohelet (y el mismo Jesús enseña, comiendo y bebiendo, y gozando de la compañía de sus amigos). Pero sin olvidar que esos gozos son efímeros, y se hacen vanos, si nos olvidamos de que estamos llamados a gozos superiores, a la plena comunión en el Amor de Dios, que es algo que ya ha empezado a actuar en este mundo, porque Jesús, vive entre nosotros, y con su palabra y su ejemplo nos enseña (nos mete en la cabeza) la exigente lógica del amor."
(José Mª Vegas cmf, Ciudad Redonda)

viernes, 26 de septiembre de 2025

¿QUIÉN ES JESÚS?

 


 Un día estaba Jesús orando, él solo. Luego sus discípulos se le reunieron, y él les preguntó:
– ¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos contestaron:
– Unos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros, que uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.
– Y vosotros, ¿quién decís que soy? – les preguntó.
Pedro le respondió:
– El Mesías de Dios.
Pero Jesús les encargó mucho que no se lo dijeran a nadie.
Les decía Jesús:
– El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho, y será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará.
(Lc 9,18-22)

Puede extrañarnos que Jesús no deje decir a sus apóstoles que Él era el Mesías; pero es que la gente tenía una idea muy equivocada del papel del Mesías. Lo veían como un guerrero que les libraría de los romanos y haría de ellos una gran potencia. No entendían que Jesús debía sufrir, que lo matarían. Que su poder radicaba en curar a los enfermos, ayudar a los débiles, perdonar nuestros pecados. Entregarse totalmente a todos, salvarnos del mal.

"Frente a las opiniones más o menos favorables sobre Jesús, que pueden provocar cierto interés hacia su persona, está la respuesta de fe, que Pedro apalabra hoy en nombre de todos los apóstoles y de todos los creyentes en Cristo Jesús: no es un profeta más, sino el que cumple todas las profecías.
Puede sorprender que Jesús, en vez de mandar proclamar esta verdad, prohíba a los apóstoles decírselo a nadie. Pero es que creer que Jesús es el Cristo no es suficiente, no significa todavía la madurez de la fe. Porque este mesianismo se interpretaba, incluso por los discípulos, de manera equivocada, como un mesianismo de poder, imposición y sometimiento, mientras que Jesús encarna un mesianismo de sufrimiento y entrega de la propia vida, que a los ojos humanos supone una derrota, aunque finalmente (al tercer día, es decir, no enseguida, aunque sí dentro de este tiempo en que vivimos) sea el triunfo del amor y de la vida nueva. Y para proclamar esta verdad es necesario que los que han creído en Jesús como Mesías asimilen y hagan suya esta forma difícil de mesianismo, de humildad y servicio, y no de fuerza y victoria.(...)"
(José Mª Vegas cmf, Ciudad Redonda)