-¡Qué conferencia tan hermosa!
Sonrió el Anacoreta y dijo:
- Sí, ciertamente. Pero vivimos en una sociedad saturada de palabras. Todo son discursos, mensajes, conferencias, foros, sermones...Hacen falta obras, porque las palabras, por sí solas, no arreglan nada. Siempre recuerdo aquella frase de Anthony de Mello: "Nadie se emborracha con la palabra vino."
Miró al joven y concluyó:
- Las buenas palabras no nos hacen necesariamente más buenos.
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