Hoy, a las puertas del Tríduo Santo, os ofrezco este fragmento de José F. Moratiel:
"Te invito a quedarte en silencio,
te invito a hacer silencio, a no desear otra cosa...
¡Recupera la inocencia de no desear nada!
El silencio se busca, el silencio se vive, el silencio se ama:
basta con mirar al interior
y dejarse llevar por el viento suave del Espíritu,
por la brisa suave de la respiración;
basta con mirar al interior
y darse cuenta de su presencia.
¡Confía en su PRESENCIA!
Una presencia que siempre puedes descubrir y volver a descubrir,
una presencia que siempre está, aunque a veces no te des cuenta,
una presencia que se hace silencio, o sonrisa, o mirada tierna...
¡Confía en su PRESENCIA!
Una presencia que se hace serenidad, confianza, coraje, empuje...,
una presencia que te espera y puede reconfortarte,
una presencia escondida, que en el silencio se puede desvelar.
¡Confía en su PRESENCIA!
Una presencia sin grandes pretensiones,
sólo la de retornarte al interior
y hacer que te des cuenta de toda la bondad que hay en tu corazón,
una presencia siempre acogedora,
a pesar de que a veces te marches lejos,
¡Confía en su PRESENCIA!
Una presencia que se experimenta de formas diversas, muy sencillas,
una presencia que te hace sentir que estás en buenas manos,
una presencia que requiere presencia, estar aquí y ahora, muy atento,
atento a la respiración, a una palabra, atento porque Él está aquí.
¡Experimenta el gozo de vivir en esta PRESENCIA!
Experimenta la paz que hay en tu interior,
una paz que es señal de la presencia de Dios en tu corazón.
Experimenta la disponibilidad que hay en tu interior:
es el silencio quien va haciendo tu corazón más disponible,
que va haciendo de tu vida una maravillosa ofrenda.
Deja que el silencio vaya sacando todo lo que hay en tu corazón,
que se vaya liberando,
deja que vaya revelándose la presencia de Dios en tu interior."
(José F. Moratiel)