El joven seguidor se quejaba de que, a pesar de que intentaba hacer contemplación con todas sus fuerzas, no sentía nada y no lograba avanzar. El Anacoreta, sonriendo, le dijo:
- La puerta de la contemplación es la aridez. No verás, ni sentirás, ni captarás nada...Si sigues constante, a medida que vayas avanzando sentirás una presencia en el corazón y comprenderás que Dios se revela en la aridez, porque está por encima de nuestras facultades. Entonces encontrarás la paz. Esa tenue presencia te llevará a encontrar a Dios en los demás, en todo lo que te rodea. Cuando hayas logrado esta visión, toda tu vida será contemplación.
Totalmente de acuerdo con tu joven seguidor, el tiempo pasa y el avance no llega, el problema es que la constancia se resiente y los parones son cada vez más largos
ResponderEliminarUn abrazo
A veces creemos que encontrarlo en el interior es "sentirlo", y lo normal es que en el interior encontremos sequedad y vacío. Ser constantes en nuestra oración diaria, aunque no sintamos nada es lo que nos lleva a encontrarlo en el exterior.
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