Tras los pocos días que llevamos los voluntarios ayudando en las clases del Centro para niños disminuidos, nos hemos dado cuenta de la dureza del trabajo de los educadores (todas son educadoras menos un educador). Salimos cansados y nosotros sólo estamos de auxiliares.
Son chicos con disminuciones severas. Agravadas por el entorno familiar. El colegio lleva poca más de 20 años de existencia. El Instituto Pedagógico La Salle (Escuela Normal), con la ayuda del profesor Amadeu Clausó, decidieron crearla ante una dura realidad. Niños a los que se les ocultaba, incluso se les encadenaba para que no molestaran y a los que se les consideraba una maldición. Hoy día existe otro centro similar.
Pero viendo las dificultades de lenguaje de la mayoría de los niños, pensamos que pocos estímulos han recibido de su entorno familiar.
Las fotos corresponden a media mañana, en que se les da una alimentación. Hoy eran arroz con lentejas, más la fruta que ellos traían de casa. Los mayores participan en la elaboración. En la segunda foto, Liz prepara un zumo de papaya. Los niños son de todas las clases sociales. Por lo que he visto comer a algunos, creo que poco deben comer en sus casas.
Vuelvo a señalar mi admiración por la dedicación, entrega e ingenio, que demuestran estos educadores.