Por aquellos días, María se dirigió de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se movió en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte, dijo Isabel:
– ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Tan pronto como he oído tu saludo, mi hijo se ha movido de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!
María dijo:
“Mi alma alaba la grandeza del Señor.
Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava,
y desde ahora me llamarán dichosa;
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
¡Santo es su nombre!
Dios tiene siempre misericordia
de quienes le honran.
Actuó con todo su poder:
deshizo los planes de los orgullosos,
derribó a los reyes de sus tronos
y puso en alto a los humildes.
Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Ayudó al pueblo de Israel, su siervo,
y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
Así lo había prometido a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus futuros descendientes.”
María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa.
El padre claretiano Fernando Torres nos muestra a María practicando la Iglesia en salida. María es nuestro modelo y nos señala el camino del la Iglesia y del verdadero cristiano: la salida de nosotros mismos hacia los más necesitados. La entrega a los demás.
"El Papa Francisco hablaba mucho de la “Iglesia en salida”. Era una expresión un poco extraña pero todos entendimos muy bien lo que quería decía. Pues bien, el texto evangélico de este día en la fiesta de la Asunción de María, creo que nos puede servir como un buen ejemplo práctico de lo que es una “Iglesia en salida”.
Según lo relata Lucas en su Evangelio esta visita de María a su prima Isabel acontece inmediatamente después de la anunciación, del momento en que Dios se hace presente a María y le anuncia que va a tener un hijo. María se podía haber quedado en contemplación mística, dejándose llenar por lo que había sido el anuncio del ángel, sintiéndose llena de gracia, recogida en sus pensamientos y sensaciones. Pero no hace eso. En el anuncio del ángel se había incluido la noticia de que su prima Isabel, ya anciana, también había concebido y estaba embarazada. Así que lo que hace María es exactamente lo contrario de lo que se podía esperar. En lugar de quedarse ensimismada en lo suyo, deja su pueblo, sale al camino, y se dirige al lugar donde vive Isabel para estar con ella, acompañarla y ayudarla. Eso es precisamente lo que el Papa Francisco quería decir al hablar de la “Iglesia en salida”.
María es modelo y madre de la Iglesia. Y precisamente es modelo en este salir de sí para acercarse al otro y atenderlo en su necesidad. Es modelo en no quedarse ensimismada en sus oraciones y meditaciones, en la contemplación de la gracia, sino en salir a los caminos a encontrarse con los necesitados, sean del color, religión, sexo, nacionalidad, cultura, lengua que sean, para echar una mano, para atenderlos.
Una Iglesia que se centra en sí misma, en sus celebraciones, en sus cantos, en su pureza y en sus rituales, es exactamente lo contrario a una “Iglesia en salida”. De María podemos aprender a este no pensar en primer lugar en nosotros y en nuestras necesidades sino a descentrarnos, a poner al otro y sus necesidades en primer lugar y servirlo. Porque para servir a los hermanos estamos. Y un cristiano que no sirve, no sirve para nada."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)
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