viernes, 7 de noviembre de 2025

EL ADMINISTRADOR ASTUTO

  

Jesús contó también esto a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador que fue acusado de malversación de bienes. El amo le llamó y le dijo: ‘¿Qué es eso que me dicen de ti? Dame cuenta de tu trabajo porque no puedes seguir siendo mi administrador.’ El administrador se puso a pensar: ‘¿Qué haré ahora que el amo me deja sin empleo? No tengo fuerzas para cavar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna... Ah, ya sé qué hacer para que haya quienes me reciban en sus casas cuando me quede sin trabajo.’ Llamó entonces uno por uno a los que tenían alguna deuda con el amo, y preguntó al primero: ‘¿Cuánto debes a mi amo?’ Le contestó: ‘Cien barriles de aceite.’ El administrador le dijo: ‘Aquí está tu recibo. Siéntate en seguida y apunta sólo cincuenta.’ Después preguntó a otro: ‘Y tú, ¿cuánto le debes?’ Este le contestó: ‘Cien medidas de trigo.’ Le dijo: ‘Aquí está tu recibo. Apunta sólo ochenta.’ El amo reconoció que aquel administrador deshonesto había actuado con astucia. Y es que, tratándose de sus propios negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la luz.
(Lc 16,1-8)

Jesús nos invita a ser listos. Y esto implica darnos cuenta de que no son el dinero i el poder lo que nos hace ser mejores, sino el compartir, la fraternidad, la capacidad de ser amigos de los otros. Es decir, la capacidad de amar a los demás.

"Hay una escena de una película ya un poco antigua que me ha hecho muchas veces pensar y acordarme de esta parábola de Jesús. Se trata de “El Padrino. Parte II” (1975). La película, muy conocida, va de un jefe de una familia mafiosa y las luchas por el poder con las otras familias. El padrino es poderoso y logra vencer a todos sus enemigos. Termina la película con la escena a la que me quiero referir. El padrino está en su inmensa mansión, ha matado a todos sus enemigos, incluidos algunos de los suyos que le han traicionado. Está solo. No están más que los guardaespaldas vigilando el enorme jardín que rodea a la mansión. Ni su mujer ni sus hijos han aguantado a su lado. Fuera, en el jardín, es otoño y las hojas de los árboles caen llevadas por un viento frío. La imagen del padrino sentado un sillón es la imagen de la soledad. Lucho con todos sus medios. Ha vencido. Pero lo que ha conseguido es estar totalmente solo.
Todo esto me hace pensar en la parábola de Jesús del texto evangélico de hoy. El administrador injusto se haya, como el padrino, en una difícil situación. Si aquel estaba rodeado de enemigos, el administrador está a punto de perderlo todo y quedarse en la calle. El padrino opta por la violencia, la venganza, la aniquilación de sus enemigos. Consigue la victoria pero se queda solo. El administrador injusto toma una decisión diferente. Hace todo lo posible por conseguir amigos, “por tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan”. El administrador injusto se centra en conseguir relaciones. Quizá porque sabe que mejor que el dinero y el poder es la fraternidad, la relación humana. Está seguro de que ésa es la mejor respuesta a su complicada situación.
No alaba Jesús la injusticia ni la falta de honradez. Lo que sí alaba en la parábola es la capacidad del administrador para buscar la mejor solución a sus problemas. Y la solución está en la fraternidad, en crear relación, en hacerse con amigos. ¿No será esa la respuesta a la mayor parte de nuestros problemas?"
(Fernando Torres cmf, Ciudad redonda)


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