Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse. Les dijo: “Había en un pueblo un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Y en el mismo pueblo vivía también una viuda, que tenía planteado un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario. Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero finalmente pensó: ‘Yo no temo a Dios ni respeto a los hombres. Sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, le haré justicia, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia.’ ”
El Señor añadió: “Pues bien, si esto es lo que dijo aquel mal juez, ¿cómo Dios no va a hacer justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Os digo que les hará justicia sin demora. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?”
Hoy unimos el evangelio del domingo con el Domund. Jesús nos anima a rezar siempre, a no desanimarnos, a tener esperanza como la viuda ante el juez injusto. Este es precisamente el lema de este año del DOMUND."Misioneros de esperanza entre los pueblos". El mundo anda revuelto y podemos caer en la desesperanza. Con nuestra vida, debemos contribuir a recuperar esta esperanza. Esta fuerza la conseguiremos rezando sin cesar.
"(...) En la parábola de esta semana encontramos a un juez que, en vez de defender los intereses de los pobres, no teme ni a Dios ni a los hombres y no cumple con su función. Enfrente, una viuda, que busca que se le haga justicia. Sabemos que las viudas eran personas indefensas, prácticamente sin derechos. Y, sin medios para su defensa, sólo le queda insistir a tiempo y a destiempo.
Podemos ver cierto paralelismo entre la situación de la viuda y la que experimentamos en nuestros días. El mal parece triunfar, y Dios no interviene. ¿Qué podemos hacer en esta situación? Orar. Ser “pesados”. Porque la oración es el medio para no perder la cabeza, en medio de la confusión y de las dificultades. Pero no es fácil.
Rezar siempre no consiste sólo en repetir rezos, que ayudan, pero en cuya repetición, a veces, nos distraemos. La oración que quiere Jesús es la que mantenía Él con su Padre, en constante diálogo para conocer su voluntad. Una conversación frecuente, que permite valorar la realidad, los sucesos de la vida con los criterios de Dios. Permite adaptar nuestros pensamientos, proyectos y reacciones a los planes de Dios. Se trata de hacer, como Jesús, una pausa, antes de tomar las decisiones importantes, para preguntar a Dios qué quiere de nosotros.
Así pues, recibimos en este domingo una invitación para toda la comunidad: no reducir solamente la vida cristiana a devociones, a la repetición de ritos y ceremonias religiosas, sino también a dar una mayor importancia, cada día más, al estudio y a la meditación de la sagrada Escritura. Y a tener un contacto frecuente y personal con Dios.
La Palabra, la oración y los sacramentos – momentos especiales de encuentro con Dios – son los medios que Él nos ha dado para mantener un constante diálogo con Él y con el mundo, de una manera muy especial con los más pobres y necesitados. Cuando vivimos estas tres dimensiones: la Palabra, la oración y los sacramentos, Dios nunca quedará arrinconado en la caja fuerte de nuestro corazón para que nadie nos lo quite. Jesús quiere repartirse a todos y para todos, de ahí que nos dejara su Palabra, su vida, su cuerpo que se da por toda la eternidad.
El que de verdad intenta seguir a Cristo debe tener un corazón lo suficientemente grande para que en él quepa toda la humanidad, y una vida lo suficientemente conectada con Dios para que, a través de lo que haga, se abra una ventana al cielo para que las personas descubran a Cristo.
También tenemos que confiar en los plazos de Dios. Cuando rezamos el Padrenuestro decimos «hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». No podemos olvidarnos de estas dos dimensiones donde Dios actúa siempre para nuestro bien, aunque en un determinado momento creamos que no es así.
El domingo 19 de octubre la Iglesia celebra el DOMUND, la Jornada Mundial de las Misiones, organizada por Obras Misionales Pontificias (OMP). Es el día en el que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones. Se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre, el “mes de las misiones”. Este año el lema elegido para la celebración de esta Jornada es “Misioneros de esperanza entre los pueblos».
El lema de este año para el “Domund”, viene dado en el mensaje del papa Francisco para este Día. En él, recordaba a cada cristiano, y a la Iglesia como comunidad de bautizados, su vocación fundamental a ser mensajeros y constructores de esperanza. Esta vocación necesita el apoyo del resto de la Iglesia. ¿Cómo? Hay tres formas de cooperación misionera: personal, espiritual y económica. No se trata sólo de colaborar con la misión, sino de participar en ella. Cada uno, en lo que pueda y como pueda."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)
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