Ernesto Sábato, a los 90 años escrbió el libro "Antes del fin" en el que reflexiona sobre su vida: " Escribo este libro sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte, y se preguntan para qué y por qué hemos vivido y agantado, soñado, escrito, pintado o, simplemente, esterillado sillas".
Sábato se siente golpeado desde muy joven por la injusticia: "Hacia los dieciséis años empecé a vincularme con grupos anarquistas y comunistas, porque nunca soporté la injusticia social. En medio de la crisis total de la civilización que se levantó en Occidente por la primacía de la técnica y los bienes materiales, miles de muchachos volvimos los ojos hacia la gran revolución que en Rusia pareció anunciar la libertad del hombre".
Con altos estudios científicos marcha a trabajar a Francia, pero la deshumanización de la técnica le decepciona: "Extraviado en un mundo en descomposición, entre restos de ideologías en bancarrota, la escritura ha sido para mí el medio fundamental, el más absoluto y poderoso que me permitió expresar el caos en que me debatía".
Su conversión no es un acto inesperado, pero tampoco un proceso de reflexión intelectual. Su conversión nace del dolor, del profundo dolor que le deja la miseria humana, la muerte de su mujer y de su hijo. Ahí, en medio del sufrimiento, Dios aparece como la única mano a la que poder agarrarse: "Paso junto a la puerta del cuarto donde murió Matilde, luego de una dura y larga enfermedad que la dejó postrada durante años (...)¡Cuánta congoja! Cómo va quedándose a oscuras esta casa en otro tiempo llena de los gritos de los niños, de cumpleaños infantiles, de los cuentos que Matilde inventaba por la noche para dormir a los nietos. Qué lejos, Dios mío, aquellas tardes en que venían a conversar con ella sus amigos. En sus años finales, cuando la he visto desolada por la enfermedad, es cuando más profundamente la quise".
"La tarde desaparece imperceptiblemente, y me veo rodeado por la oscuridad que acaba por agravar las dudas, los desalientos, el descreimiento de un Dios que justifique tanto dolor. En este atardecer de 1998, continúo escuchando la música que él (su hijo) amaba, aguardando con infinita esperanza el momento de reencontrarnos en este otro mundo, en ese mundo que quizá, quizá exista. ¿Cómo mantener la fe, cómo no dudar cuando se muere un chiquito de hambre, o en medio de grandes dolores, de leucemia o de meningitis, o cuando un jubilado se ahorca porque está solo, viejo, hambriento y sin nadie?".
Pero un día, hace un descubrimiento: "Hace poco he visto pot televisión a una mujer que sonreía con inmenso y modesto amor. Me conmovió la ternura de esa madre de Corrientes o del Paraguay, que lagrimeaba de felicidad junto a sus trillizos que acababan de nacer en un mísero hospital, sin abatirse al pensar que a estos, como a sus otros hijos, los esperaba el desamparo de una villa miseria, inundada en ese momento por las aguas del Paraná. ¿No será Dios que se manifiesta en esas madres?"
Su Fe es dubitativa, llena de contradicciones, pero no por ello menos Fe: "Muchos se han cuestionado la existencia de ese Dios bondadoso, que, sin embargo, permite el sufrimiento de seres totalmente inocentes. Una santa como Teresa de Lisieux tuvo dudas ante el momento antes de su muerte; y, en medio del tormento, las hermanas la oyeron decir: 'Hasta el alma me llega la blasfemia'. Von Balthasar dice que, mientras hubiera alguien que sufriese en la tierra, la sola idea del bienestar celestial le producía una irritación semejante a la de Ivan Karamazov. Sin embargo luego muere en la fe más inocente, como también Dostoievski, Kierkegaard y el endemoniado Rimbaud, que en el lecho suplica a la hermana que le suministren os sacramentos. Y entonces, cuando abandono esos razonamientos que siempre acaban por confundirme, me reconforta la imagen de aquel Cristo que también padeció la ausencia del Padre".
"Yo oscilo entre la desesperación y la esperanza, que es la que siempre prevalece (...). Por la persistencia de ese sentimiento tan profundo como disparatado, ajeno a todda lógica - ¡qué desdichado el hombre que sólo cuenta con la razón! -, nos salvamos, una y otra vez".
Gracias por ponernos estos tres ejemplos, me ha gustado mucho conocerlos y me han dado bastante que pensar
ResponderEliminarCada uno de ellos consiguió encontrarse con Él por caminos totalmente diferentes
Algunos lo hemos tenido más fácil desde el principio, ¿somos conscientes de ello?
Un abrazo y feliz día
Joan , sonrio, veo que mi mar es semejante al de muchos.... ¿ consuela? no, no demasiado porque es un mar en el que te sientes ahogado, sólo, desamparado ... Al menos , te queda la certeza de que no es un mar inventado por tus nubes y tormentas.
ResponderEliminarBella música .
Un beso de buenas noches
Hola Joan he leido esta "trilogía"con interes.Tengo que confesarte que me siento más cercana a esta última conversión.
ResponderEliminarComo dice Gloria somos muchos en este mar,eso a mi si me sirve de consuelo,es una forma de sentirme unido a los otros ,incluso en las dudas.En lo que torpemente definia como "Guadianadas"..
Un calido abrazo..
isa