viernes, 19 de septiembre de 2025

TAMBIÉN SEGUÍAN A JESÚS

 


 Después de esto, Jesús anduvo por muchos pueblos y aldeas proclamando y anunciando el reino de Dios. Le acompañaban los doce apóstoles y algunas mujeres que él había librado de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas estaba María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; también Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; y Susana, y otras muchas que los ayudaban con lo que tenían.

Algunos, al leer o escuchar este evangelio, calificarán a Jesús y sus discípulos de machistas. Nada más alejado de la realidad. Nos hemos de situar en la época de Jesús. La mujer no contaba nada. Sin embargo Jesús las incorpora a su grupo de seguidores, cosa que no había hecho ningún profeta. A lo largo de todo el evangelio vemos la atención especial que tenía hacia ellas. Y, en el momento de la Resurrección, es a ellas a las primeras que se aparece y las manda comunicárselo a los apóstoles.
En la Iglesia, debemos plantearnos seriamente el papel de la mujer en ella. 

"Se ha dicho de Lucas que es el evangelista de las mujeres porque describe con sensibilidad cuánto se preocupó Jesús de ellas y cómo se incorporaron al grupo de sus discípulos, pero esas mujeres, muchas, aparecen también en los demás evangelios y están presentes desde el principio de la vida de la Iglesia hasta nuestros días.
En nuestra época esta presencia de las mujeres en la Iglesia es tema de debate dentro de las reivindicaciones feministas, con posturas muy diferentes y casi irreconciliables, pero no es este el espacio para el tema.
Lo cierto, a mi parecer, es que en los evangelios las mujeres tienen un papel más que relevante: empezando por Nuestra Señora. Ellas son testigos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. También en su condición de mujer, ellas no compiten con los varones, colaboran y complementan. Tal es el enfoque de Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz), Ida Görres, Gertrud von Le Fort y Alice von Hildebrand, entre otras. Según Stein, la mujer posee una vocación intrínseca a la maternidad y el cuidado, pero estas cualidades no deben entenderse de manera reductiva. Más bien se refieren a una capacidad de empatía, de acoger y acompañar al otro, que puede expresarse en múltiples ámbitos de la vida social.
Todos estamos llamados a llevar a cabo con la palabra y con la vida el mandato de Jesucristo: id y predicad a todas las gentes, anunciad la buena noticia, que llegue a todos la salvación… Y seguir a Jesús en comunión con la Iglesia es la misma llamada para todos. Allí donde estemos, con nuestras características y cualidades y también con nuestros defectos y limitaciones.
Hay que rogar incesantemente ser fieles, amar a Dios sobre todas las cosas y que Él nos llene de valentía y audacia para anunciar el Evangelio."
(Virginia Fernández, Ciudad Redonda)

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