Vino de noche. Se acercó con miedo a que el Anacoreta no le atendiera. Sin embargo el anciano lo recibió con una cálida sonrisa y un fuerte abrazo. Se sentó, y con un hilo de voz, explicó sus problemas:
- Pasan los años y siento que nadie me ama. Lloro por las noches sin saber por qué. Todo me da miedo y me siento cansado y en la obscuridad más absoluta. Estoy solo, abandonado por todos.
El Anacoreta lo tomó por las manos y lo llevó a la pequeña capilla, frente al icono de Jesús resucitado. Guardaron un rato de silencio y luego dijo:
- Si crees que nadie te ama, piensa que la alegría de Él es amarte. Si lloras, Él te consolará. Si tienes miedo, te cargará sobre sus espaldas. Cuando estés cansado, no dudes en acudir a Él, será tu reposo. Si estás a oscuras, Él será la luz de tus pasos. No temas si te equivocas y pecas, porque Él será siempre tu perdón. No dudes en acudir siempre a Él...
El hombre preguntó:
- Sí, ¿pero cómo he de hacer para encontrarle?
El Anacoreta lo miró tiernamente y le respondió:
- Busca el silencio. No lo dudes, si eres silencio, su Palabra habitará en tu corazón.
Y siguieron rezando sin hablar...
Muy lindo, pueda ser mucha gente que se siente sola y sin amor pueda encontrar a Nuestro Señor. Se los deseo de todo corazón.
ResponderEliminarFeliz Navidad!
Las enseñanzas del anacoreta:no son para comentar,si no para pensarlas en silencio.BON NADAL
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