domingo, 13 de abril de 2025

DOMINGO DE RAMOS

 


Dicho esto, Jesús siguió su viaje a Jerusalén. Cuando ya estaba cerca de Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos diciéndoles:
– Id a la aldea de enfrente, y al llegar encontraréis un asno atado que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Si alguien os pregunta por qué lo desatáis, respondedle que el Señor lo necesita.
Los discípulos fueron y lo encontraron todo como Jesús se lo había dicho. Mientras desataban el asno, los dueños les preguntaron:
– ¿Por qué lo desatáis?
Ellos contestaron:
– Porque el Señor lo necesita.
Se lo llevaron a Jesús, cubrieron el asno con sus capas e hicieron que Jesús montara en él. Conforme Jesús avanzaba, la gente tendía sus capas por el camino. Y al acercarse a la bajada del monte de los Olivos, todos sus seguidores comenzaron a gritar de alegría y a alabar a Dios por todos los milagros que habían visto. Decían:
– ¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
Entonces algunos fariseos que se hallaban entre la gente le dijeron:
– Maestro, reprende a tus seguidores.
Pero Jesús les contestó:
– Os digo que si estos callan, las piedras gritarán.

La liturgia de hoy nos presenta dos evangelios. En el exterior de la iglesia, al bendecir los ramos, leemos el que os he puesto arriba. Nos muestra al pueblo alabando y acogiendo con alegría a Jesús. El segundo evangelio, que se lee en el interior, en la liturgia de la palabra, es la Pasión según san Lucas. Lo encontraréis en el vídeo.
Llama la atención, que aquellos que lo aclaman al entrar a Jerusalén, piden, unos días más tarde, su muerte. Es la muestra de nuestra incongruencia. Somos capaces de hacer el bien, pero también el mal. Actuamos según nuestros intereses, según el provecho que podemos obtener de las cosas. Así como el bien podemos asociarlo al Amor, el mal al egoísmo. Ahí está la clave. Escoger la entrega a los demás, el Amor, o mirarnos sólo a nosotros mismos con egoísmo. Lo primero nos hace seguir a Jesús. Lo segundo nos aleja. Lavar los pies a los otros o aprovecharnos de ellos. Entregar nuestra vida hasta el final o guardarla para nosotros.


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