"Por aquellos días, María se dirigió de prisa a un pueblo de la región
montañosa de Judea, y entró en casa de Zacarías y saludó
a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la
criatura se movió en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte, dijo Isabel:
– ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido
a tu hijo! ¿Quién soy yo para que
venga a visitarme la madre de mi Señor? Tan pronto como
he oído tu saludo, mi hijo se ha movido de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!"
María es nuestro modelo de creyentes. Jesús está en su interior y no se lo guarda para ella. Parte inmediatamente a casa de Isabel, a las montañas, para compartirlo con ella. Para ayudarla, que es la mejor manera de compartir a Jesús. Y es que una espiritualidad que nos encierra en nosotros mimos, no es una verdadera espiritualidad. Si realmente somos conscientes de la presencia de Jesús en nosotros, si desbordamos de alegría porque lo hemos encontrado, correremos como María a hacer partícipes a los demás de nuestro gozo. Y la mejor manera de hacerlo es entregándonos a los demás.
También Isabel es nuestro modelo. Su alegría es grande ante la presencia de Jesús en maría. ¿Nos alegramos nosotros ante Jesús que nos llega presente en nuestro prójimo?¿Sabemos verlo y recibirlo en los demás? Para ello hemos de ser humildes como Isabel ante María. Creernos indignos. Sólo así sabremos verlo en el pobre, en los niños, en el inmigrante, en los deshechos de la sociedad.
He aquí dos lecciones para esta Navidad. Si de verdad acogemos en ellas a Jesús es para saberlo llevar a los demás con nuestra entrega. Y si queremos recibir al Señor, hemos de ser humildes para saberlo ver en la sencillez, en las personas que se acercan estos días a nosotros.
Mira por dónde, otra vez son dos mujeres las que nos dan una lección en el Evangelio.
También Isabel es nuestro modelo. Su alegría es grande ante la presencia de Jesús en maría. ¿Nos alegramos nosotros ante Jesús que nos llega presente en nuestro prójimo?¿Sabemos verlo y recibirlo en los demás? Para ello hemos de ser humildes como Isabel ante María. Creernos indignos. Sólo así sabremos verlo en el pobre, en los niños, en el inmigrante, en los deshechos de la sociedad.
He aquí dos lecciones para esta Navidad. Si de verdad acogemos en ellas a Jesús es para saberlo llevar a los demás con nuestra entrega. Y si queremos recibir al Señor, hemos de ser humildes para saberlo ver en la sencillez, en las personas que se acercan estos días a nosotros.
Mira por dónde, otra vez son dos mujeres las que nos dan una lección en el Evangelio.
Bon diumenge Joan Josep.
ResponderEliminarCuánto cambia la vida de una futura madre.
La Virgen fue el mayor ejemplo par las creyentes.
Un abrazo, Montserrat
Hola querido Joan Josep!!!
ResponderEliminarDesde Buenos Aires, Argentina te saludo cordialmente. Deseo que tengas una muy Feliz Navidad junto a tus seres queridos y que el mundo entero le sonría a JESUS que re-nace en cada corazón: ¡Que lo descubramos siempre!
Vengo un segundo a dejarte mi "beso" de Navidad para tu corazón.
ResponderEliminarPaz en cada día.
Gó
*Volveré después de Navidad