La madre de los hijos de Zebedeo se acercó con ellos a Jesús, y se arrodilló para pedirle un favor. Jesús le preguntó:
– ¿Qué quieres?
Ella le dijo:
– Manda que estos dos hijos míos se sienten en tu reino uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Jesús contestó:
– No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa amarga que voy a beber yo?
Le dijeron:
– Podemos.
Jesús les respondió:
– Vosotros beberéis esa copa de amargura, pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo. Será para quienes mi Padre lo ha preparado.
Cuando los otros diez discípulos oyeron todo esto, se enojaron con los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:
– Sabéis que, entre los paganos, los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos y los grandes descargan sobre ellos el peso de su autoridad. Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que entre vosotros quiera ser grande, que sirva a los demás; y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea vuestro esclavo. Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos.
La madre de Santiago y Juan pide lo mejor para Santiago y Juan. los demás se enfadan. Y Jesús les da una lección. Lo importante es seguirle. Seguirle en todo. Beber la copa amarga. Entregarse totalmente. Lo otro es secundario.
"Hoy celebramos la fiesta de Santiago Apóstol. Es patrón de España y en muchos pueblos y ciudades de Latinoamérica también está presente su imagen en los altares de sus iglesias. De este apóstol hay dos imágenes que son las que más se repiten. En una se le ve subido a un caballo, espada en mano y liderando a las tropas castellanas contra las fuerzas musulmanas en la batalla de Clavijo. La otra es la del apóstol peregrino. Ya no lleva una espada en la mano ni va a caballo. Se le representa caminando, con el bordón en la mano.
Para ser sincero, me parece que la primera imagen es muy poco evangélica. Es más una construcción de la tradición, de aquellos cristianos que se sentían amenazados por la expansión musulmana, que una realidad. No me puedo imaginar ni a Santiago ni a ninguno de los apóstoles con espada en mano matando a los enemigos. Eso no tiene nada que ver con el Evangelio, con lo que fue el centro de la vida de Jesús. Hay que hacer mucha interpretación del Evangelio para llegar a ver a uno de los apóstoles matando moros, como se le representa en esas imágenes.
Me parece mucho más evangélica, mucho más estimulante para nuestra vida cristiana, la imagen del Santiago peregrino. Ya nos dice mucho el ver al apóstol sin caballo. A pie se está más cerca de las personas, de “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren”, como dice el documento del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes. A pie fue como anduvo el mismo Jesús. A pie caminamos con nuestros hermanos y hermanas, los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y a ellos les servimos tal como dice el Evangelio de hoy en sus frases finales. Porque para servir al reino, a la fraternidad y a la justicia es para lo que estamos. Como Jesús que no vino a ser servido sino a servir."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)
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