sábado, 9 de agosto de 2025

PERMANECER DESPIERTOS

 


El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no tomaron aceite de repuesto; en cambio, las previsoras llevaron frascos de aceite además de las lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron. Cerca de medianoche se oyó gritar: ‘¡Ya viene el novio! ¡Salid a recibirle!’ Entonces todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dadnos un poco de vuestro aceite, porque nuestras lámparas van a apagarse.’ Pero las muchachas previsoras contestaron: ‘No, porque entonces no alcanzará para nosotras ni para vosotras. Más vale que vayáis a donde lo venden y compréis para vosotras mismas.’ Pero mientras las cinco muchachas iban a comprar el aceite, llegó el novio; y las que habían sido previsoras entraron con él a la fiesta de la boda, y se cerró la puerta. Llegaron después las otras muchachas, diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’ Pero él les contestó: ‘Os aseguro que no sé quiénes sois.’
Permaneced despiertos – añadió Jesús –, porque no sabéis el día ni la hora.

Jesús nos invita a estar preparados, despiertos. Hemos de ser luz para los demás, por eso debemos tener aceite. Estar despiertos es estar al servicio de los otros. Estar atentos a sus necesidades. Iluminarlos con la luz del Amor. Pero no podremos hacerlo si no tenemos aceite. Si nuestra vida espiritual no está alimentada por la oración y la meditación. No podemos dar lo que no tenemos. Si no tenemos a Jesús en nuestro corazón no podremos compartirlo, anunciarlo...

"Hoy celebramos la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Es patrona de Europa pero es una santa que nos puede iluminar el camino a todos los que transitamos por esta vida, a veces tan complicada.
Teresa Benedicta, así llamada cuando se hizo monja carmelita de clausura, se llamaba Edith Stein. Nació a finales del siglo XIX en el seno de una familia judía en Breslau, entonces ciudad de Prusia, hoy perteneciente a Polonia. Educada como judía, pasó por el ateísmo. Se centró en sus estudios de filosofía. Fue la primera mujer en presentar su tesis doctoral en la Alemania de aquel tiempo. Pero lo más importante no son sus logros académicos, que fueron muchos, sino que fue una buscadora incansable de la verdad, siempre teniendo presente el valor de las personas más allá de su raza u orígenes.
Después de un proceso personal largo y riguroso, terminó bautizándose como católica y ejerciendo como laica activa en la formación de profesores y maestros católicos. Cuando llegan los nazis al gobierno de Alemania y le prohíben enseñar por sus orígenes judíos, decide ingresar en un monasterio carmelita de clausura. Hasta allí llega la policía política del régimen nazi. Es detenida y trasladada a un campo de concentración donde es gaseada junto con muchos otros. Asumió así el destino de tantos otros y entregó su vida en aquella locura de exterminio que fueron los campos de concentración nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Dos cosas nos pueden hacer pensar ante esta figura. La primera es que fue una mujer que no cejó en su búsqueda de la verdad. Pero no buscaba una verdad abstracta que le sirviese para escribir un libro. Buscaba la verdad que ilumina la vida de la persona, que da sentido a sus quehaceres. La encontró en el Evangelio. Y la segunda es que fue consecuente con esa búsqueda de la verdad. Y consecuente hasta el fin. Cuando encontró la fe, nada se le hizo imposible, como dice Jesús en el Evangelio de hoy."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)

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