martes, 5 de abril de 2022

MIRAR LA CRUZ

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros." Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados."
Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.


La primera lectura nos muestra al Pueblo de Dios murmurando en el desierto, porque unas serpientes venenosas les atacaban. Moisés coloca una serpiente como estandarte y todo aquél que lo mira se cura de la mordedura. Jesús, en el Evangelio de hoy, nos dice que, cuando sea elevado, sabremos que Él es. Nos está diciendo que en las dificultades hemos de mirar la Cruz, mirar su entrega redentora y ver que el Padre está con Él. Igualmente lo está a nuestro lado.

"La historia de Israel en el desierto está llena de experiencias de murmuración y desconfianza; se quejan no sólo del maná o de las serpientes venenosas… La principal razón: la falta de comprensión del Proyecto de Dios. Hoy también dudamos y nos cuesta adherirnos fielmente a él. Para ello se requieren buenas dosis de humildad y confianza. Levantar la cabeza y mirar ya no la serpiente de bronce sino la cruz de Jesús, estandarte de justicia y liberación. Contemplarla no como insignia o amuleto sino como entrega comprometida, en su sangre y su sacrificio, por amor. En respuesta a las súplicas de los indefensos, Jesús inaugura un proyecto de vida y esperanza que los dignifica y fortalece. Hoy también estamos llenos de slogans y estandartes que proclaman liberación y salvación. Pero son falsos, nos atan y oprimen, confundiéndonos con sus propuestas de éxito y plenitud. ¡Qué útil replantearnos cuáles son los slogans que seguimos o los estandartes que ondeamos en nuestra vida y proyectos! ¡No traicionemos la causa de Jesús por la VIDA! " (Koinonía)

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