En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos".
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es.
Judas, uno de los suyos, lo entrega por treinta monedas. Nosotros lo seguimos entregando, cuando damos más valor al dinero que al prójimo, que al Amor. Hablamos contra la guerra, pero vendemos armas a los contendientes.
"El Vía Crucis de Jesús, que es el de Pueblo Empobrecido, empezó mucho antes de lo descrito en el Evangelio. Desde antiguo alzaron la voz los profetas describiendo el sinnúmero de sufrimientos encarnados por el siervo de Yahveh y también en los salmos. Son incontables las personas que han sentido el dedo acusador de los “puros” y “legalistas”, excluyéndolas por extranjeras, impuras e irreverentes ante la Ley. Jesús mismo vive esta acusación al ser considerado “distinto” por sus sueños de transformación de la vida social y religiosa. Pero camina seguro porque a su lado tiene «uno que pleitea (reclama) por él» y sabe que «el Señor es la ayuda del condenado». Hoy los migrantes son objeto de negociaciones a partir de intereses egoístas. También la vida de los pobres es explotada para que otros logren sus ganancias y solo les devuelven «vergüenza y afrentas, hiel y vinagre». A Jesús lo negocian, pero él ofrendará su vida para liberar del flagelo de la violencia a su comunidad discipular. ¡Sé compasivo! " (Koinonía)
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