Preguntaron al Anacoreta:
- ¿No añoras el silencio ,la soledady la paz del desierto?
Respondió el Anciano:
- En el Templo de Jerusalen, separada de todo el resto de aptios se encontraba una pequeña habitación separada por un velo. Era el Debir. La verdadera morada de Dios, donde sólo podía entrar el Sumo sacerdote, una vez al año.
Sonrió tímidamente y añadió:
- Ese lugar lo tenemos todos en nuestro interior y podemos visitarlo siempre que lo deseemos. No importa que estemos en el desierto o en el centro de la ciudad. Siempre encontraremos la penumbra de una iglesia, el banco de un parque...Hoy hemos de ser Anacoretas urbanos...y enseñar a los otros a encontrar su Debir.
Y se retiró a su soledad...