Preguntaron al Anacoreta:
- ¿No añoras el silencio ,la soledady la paz del desierto?
Respondió el Anciano:
- En el Templo de Jerusalen, separada de todo el resto de aptios se encontraba una pequeña habitación separada por un velo. Era el Debir. La verdadera morada de Dios, donde sólo podía entrar el Sumo sacerdote, una vez al año.
Sonrió tímidamente y añadió:
- Ese lugar lo tenemos todos en nuestro interior y podemos visitarlo siempre que lo deseemos. No importa que estemos en el desierto o en el centro de la ciudad. Siempre encontraremos la penumbra de una iglesia, el banco de un parque...Hoy hemos de ser Anacoretas urbanos...y enseñar a los otros a encontrar su Debir.
Y se retiró a su soledad...
¿Y qué tal una silla de terraza, contemplando la luna y las estrellas.....?
ResponderEliminarEs lo que voy a hace yo ahora, en según qué momentos y si la temperatura lo permite, ese es mi refugio por la noche o a primera hora de la mañana
Un abrazo
Soqui
Estupendo hermano, ojala sepamos siempre encontrar esa casita en nuestro corazon, te sigo desde hace un tiempo, me encanta tu vision, ANIMO!!!, ADELANTE.
ResponderEliminarFray Claudio
Sentados, respirando en nuestro Espacio Interno, silencioso... ningún ruído externo nos afectará.
ResponderEliminarLa dificultad está en la conquista de ese Lugar Sagrado.
Un Abrazo, Joan
¿ Podremos llamarlo nuestro "yo"?
ResponderEliminarUn beso grandote
Cierro mis ojos.. miro hacia mi interior..
ResponderEliminarrespiro profundo..Emerge mi YO interior, y me siento en armonia y con paz..
Gracias mi querido Joan!!!
besotes, Oriana..
Enamorada de la Vida!
Pasé a encontrarme con esa dulce y armoniosa PAZ que desprenden tus escritos..y que se acentúa, con la maravillosa música que tenés puesta en este espacio.. Gracias Joan, por estar, por no olvidarte de mi!!
ResponderEliminarbesotes, Oriana..
Enamorada de la Vida!