Se quejaba de que la vida no le había deparado nada...Tras sus estudios había esperado encontrar un buen trabajo...Había esperado encontrar una buena mujer...Había esperado formar una familia feliz...había esperado que la sociedad reconociera sus valores...
El Anacoreta lo miró con simpatía y le dijo:
- Quizá, en lugar de preguntarte qué puedes esperar de la vida, es mejor que te preguntes qué es lo que la vida espera de ti. Pensamos en recibir y no nos damos cuenta de que recibimos en la medida que damos.
I moltes vegades pasejem despistats, per aquest món, sense sapiguer apreciar el bé de Déu de les coses més sencilles..
ResponderEliminarUna abraçada, Montserrat