Decía que solamente le interesaba la oración, que era un contemplativo. El Anacoreta lo hizo sentar y le dijo:
- Si de verdad quieres ser un contemplativo, no has de serlo únicamente en la oración. Has de serlo en la vida: en tu manera de actuar, en tus actitudes, en tu trabajo, en la convivencia, en los momentos de dolor y en los momentos de alegría. Has de ser contemplativo en la oración y en la acción. Si no, te engañas a ti mismo.
Muy buena lección. como todas las del anacoreta
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