El joven seguidor preguntó al Anacoreta:
- ¿Qué es lo que necesito para ser un contemplativo?
Rió el anciano y respondió:
- Todo el mundo puede ser contemplativo; pero hay tres cosas que debemos trabajar: el ojo contemplativo; es decir, saber mirar las cosas desde el corazón. El oído interior; es decir, saber escuchar desde el silencio interior. La atención amorosa; es decir, saber percibir desde el corazón, en comunión con todo. Educando estas tres cosas, te introducirás en la contemplación.
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