El joven seguidor estaba preocupado e inquieto. Preguntó al Anacoreta:
- Llevo ya mucho tiempo luchando por avanzar en mi vida espiritual. Lo he probado todo y me parece que siempre estoy en el mismo lugar.
El anciano sonrió y miró con cariño a su joven seguidor. Le puso una mano sobre el hombro y le dijo:
- En la vida espiritual no somos lo que conquistamos, sino lo que nos es dado. Todo es Gracia.
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